sábado, 31 de diciembre de 2022

Coronavirus y adenovirus


Siete especies diferentes de coronavirus infectan a los humanos y no sólo una como alguien podría pensar. Cuatro de ellas son muy abundantes, y únicamente tres, por ahora, han aparecido en el siglo XXI.
En los años sesenta y en muestras obtenidas de adultos con resfriado se aislaron los primeros coronavirus, así nombrados debido a que, al observarlos con el microscopio, se parecen a la corona solar, una esfera aparente de la que sobresalen espinas. Presentes en el resfriado común, una proporción muy alta de la población ha desarrollado defensas frente a las cuatro especies habituales, o dicho con otras palabras estamos inmunizados contra ellas. No sucede lo mismo con las otras tres. 
El coronavirus SARS-CoV apareció en China en el año 2002 e infectó a más de ocho mil personas; algo más de ochocientas perecieron. En 2012, otro coronavirus, el MERS-CoV infectó más de dos mil habitantes del oriente medio; murieron más de ochocientos. Y llegamos al 2019, año en el que apareció en China el SARS-CoV-2, el coronavirus que desencadenó una pandemia sin precedentes; a principios del año 2022 la cifra de óbitos rebasa los cinco millones.
Si estamos preocupados por los coronavirus, a la cesta de la compra de conocimientos imprescindibles para mantener la salud, debemos añadir los concernientes a otros virus, los adenovirus; pero no por ser los agentes patógenos responsables de penosas enfermedades humanas (infecciones virales respiratorias agudas), sino porque son los vehículos (los vectores en jerga técnica) que transportan el mensaje con el que nuestras células fabrican los anticuerpos contra el coronavirus. Algunas vacunas, las que se basan en un vector viral no replicante, contienen genes que codifican la proteína S del SARS-CoV-2. Aclaremos la jerga técnica del párrafo: un vector es un virus (concretamente el adenovirus del chimpancé) que carece del gen responsable de su reproducción, por lo que no puede infectar al organismo; el vector transporta material genético a nuestras células, quienes fabrican las proteínas S del coronavirus SARS-CoV-2; para que nuestros linfocitos aprendan a fabricar anticuerpos contra ellas, y así impidan la infección del virus. La tecnología (usando adenovirus humanos) ya se ha usado este siglo para preparar otras vacunas. Sería inmoral no señalar también que los adenovirus contienen proteínas en su superficie externa capaces de causar la aglutinación de los glóbulos rojos de la sangre.

sábado, 24 de diciembre de 2022

Dioxinas

 
Se conocen algo más de dos centenares de dioxinas y furanos (sus impronunciables nombres técnicos son policlorodibenzodioxinas y policlorodibenzofuranos), una familia de sustancias sintéticas producidas por las actividades humanas. ¿Tienen algún interés para nosotros? En Irlanda, año 2008, varias toneladas de carne y productos de cerdo y se retiraron del mercado, porque se detectó que contenían doscientas veces más dioxinas que el límite inocuo. En el año 1976 un incendio en la fábrica de productos químicos de Seveso (Italia) expulsó la dioxina TCDD al ambiente: la nube tóxica contaminó una zona de quince kilómetros cuadrados donde vivían treinta y siete mil habitantes; aún se discute sobre el número de personas cuya salud quedó afectada. He constatado que merece saber algo más de estas sustancias calificadas como contaminantes ambientales persistentes. Aunque no todas presentan la misma toxicidad; la exposición breve a altas concentraciones causa lesiones cutáneas y deterioro hepático, mientras que la exposición prolongada altera el sistema inmunitario, el desarrollo del sistema nervioso, las funciones hormonales y reproductoras. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha calificado como cancerígena a la TCDD.
Desgraciadamente, la distribución de dioxinas ya es mundial. Sin embargo, debemos precavernos porque se acumulan en la cadena alimentaria -cuanto más arriba se encuentre un animal en dicha cadena, mayor será la concentración de estas dañinas sustancias-, principalmente en la grasa; concretamente, en los humanos permanecen almacenadas unos diez años. Las mayores concentraciones se registran en algunos suelos y alimentos, especialmente en los productos lácteos, carnes, pescados y mariscos; por ello el noventa por ciento de la exposición humana se produce a través de los alimentos.                        
¿Dónde se forman? Aunque pueden producirse en las erupciones volcánicas y en los incendios forestales, la mayoría de las dioxinas son subproductos de procesos industriales, tales como el blanqueo de la pasta de papel con cloro, las fundiciones o la fabricación de algunos herbicidas y plaguicidas. La incineración descontrolada de residuos sólidos urbanos y de los desechos hospitalarios es la causa más grave de su expulsión al ambiente. Por si fuera poco, existen en el mundo grandes depósitos de aceites industriales con bifenilos policlorados (PCB) que contienen grandes concentraciones de furanos; su almacenamiento prolongado o su eliminación inadecuada libera estos tóxicos al ambiente. Debido a su presencia generalizada en el mundo, la OMS considera que todas las personas han estado expuestas a las dioxinas; aun así espera que no afecten a la salud… ¡Nosotros esperamos que acierte!

sábado, 17 de diciembre de 2022

Psoralenos


La historia comienza hace varios milenios y a orillas del Nilo. En el tiempo de los faraones, los médicos egipcios tenían una curiosa manera de tratar el vitiligo (enfermedad cuyo síntoma característico consiste en la desaparición de la pigmentación en la piel): recetaban al enfermo la ingestión de una hierba del Nilo (Ammi visnaga) y después le indicaban que se pusiera al sol. Aunque parezca mentira al incrédulo humano contemporáneo… ¡Curaban la enfermedad! El escéptico escritor supone que el ingenioso sanador, sacerdote probablemente, atribuía el mérito de la curación a su intersección ante los seres del otro mundo: mediante el recital de oraciones o la ejecución de prácticas mágicas solicitaba la intervención sanadora de algún dios o la expulsión de algún dañino demonio. 
Ahora, más sabios, recurrimos a la bioquímica para averiguar qué moléculas y reacciones intervienen en la curación. Para ello debemos fijarnos en los psoralenos (el 8-metoxi-psoraleno es el más estudiado) compuestos orgánicos naturales de la familia de las furanocumarinas cuya fuente natural más abundante son los higos. ¿Qué efecto tienen las moléculas de un psoraleno en el organismo? En ausencia de luz ninguno y después de una día de su ingestión tampoco, porque se han excretado casi totalmente por la orina; pero antes de ser expulsadas las moléculas se intercalan en la doble hélice del ADN que contienen todas las células y, al exponerse a la radiación ultravioleta (UVA), forman enlaces cruzados entre las dos cadenas del ADN; tal reacción impide que las células se repliquen e induce la autodestrucción celular (apoptosis). ¿La explicación de la curación que lograban los médicos egipcios? La planta Ammi visnaga contiene pequeñas cantidades de 8-metoxi-psoraleno que se activa al absorber la radiación solar en la piel y destruye las células deterioradas.
En la actualidad la terapia con un psoraleno (el 8-metoxipsoraleno) más luz ultravioleta, denominada PUVA, se utiliza para el tratamiento de algunos trastornos cutáneos, como la psoriasis, el eccema, el vitiligo y algún cáncer de piel. Los psoralenos, como cualquier otra terapia, debe usarse con moderación porque también tiene efectos secundarios, entre los que se incluyen las náuseas, vómitos, prurito, dolor cutáneo, incluso graves pérdidas de piel y, más importante todavía, pueden causar cánceres cutáneos; a pesar de los riesgos, y esto ya es incomprensible, el psoraleno se utilizó como acelerador del bronceado en algunos protectores solares hasta el año 1996.

sábado, 10 de diciembre de 2022

Colina


A priori los medicamentos son sustancias que nada tienen que ver con los alimentos. ¿Nada?… casi, porque a veces la naturaleza se empeña en confundirnos.
En el cerebro las neuronas se comunican a través de unas sustancias químicas, los neurotransmisores, que ellas mismas fabrican y liberan en el lugar (que los neurólogos llaman sinapsis) donde se unen con otras neuronas. El neurotransmisor secretado por una neurona atraviesa la sinapsis y actúa sobre unos receptores especializados de la neurona siguiente, acción que provoca cambios en su actividad celular. La acetilcolina, una de estas moléculas mensajeras, está ampliamente distribuida en el sistema nervioso central, particularmente en los circuitos de la memoria, en el sistema nervioso periférico y en el sistema nervioso autónomo. Unos experimentos hechos con ratas demostraron que la cantidad de acetilcolina que contiene el cerebro del animal aumenta si se le alimentan con huevos. Conclusión: la ingestión de un alimento que contenga el neurotransmisor o un componente de él influye en la síntesis del neurotransmisor por las neuronas. Aclaremos este último aspecto: los huevos, el hígado y la soja contienen abundante lecitina, uno de los componentes de la comentada colina, molécula precursora de otra molécula, la acetilcolina que usan las neuronas como mensajero. Cabe pensar entonces que cualquier estado patológico que resulte de la mala comunicación entre neuronas por falta de acetilcolina puede tratarse con lecitina. ¿Por qué no aplicar el tratamiento a las alteraciones de la memoria asociadas a la vejez? Disponemos de indicios experimentales para probarlo. Sabemos que el cerebro humano pierde neuronas al envejecer y que en el hipocampo, la región del cerebro decisiva en la formación de recuerdos, abundan las neuronas que usan acetilcolina. ¿Serán vulnerables estas neuronas? Por otro lado, se demostró que la administración de fármacos, como la escopolamina (extraída de la planta estramonio), que inhiben la transmisión de las neuronas que usan acetilcolina provoca alteraciones de la memoria. Una de las hipótesis a las que se atribuye la enfermedad de Alzheimer consiste en que el cerebro produce cada vez menos acetilcolina, disminución que deteriora el rendimiento de los circuitos que usan este imprescindible neurotransmisor. Resulta verosímil -aunque los experimentos no son concluyentes- que los tratamientos que aumenten la acetilcolina del cerebro se muestren eficaces en los pacientes con trastornos en la memoria.
Para poner límites a un optimismo desbocado debo añadir que no todas, sólo algunas de las moléculas neurotransmisoras, responden a la ingestión de alimentos.

sábado, 3 de diciembre de 2022

Histamina cerebral


Cuando una persona es alérgica a algo, al polvo quizá, el sistema inmune actúa -erróneamente- como si tal materia inocua fuese nociva. Se desencadena entonces una reacción que induce a algunas células a liberar histamina en la sangre, sustancia que provoca muchos de los síntomas habituales de las alergias, como los estornudos, las secreciones en la nariz o las lágrimas. Unas células del sistema inmune (los mastocitos y algunos leucocitos) fabrican la histamina; pero no son las únicas, también sintetizan esta ubicua molécula otras células, aparentemente, nada relacionadas con la inmunidad. Algunas células del aparato digestivo y ciertas neuronas del hipotálamo sintetizan histamina; a estas últimas me voy a referir. Las neuronas del hipotálamo productoras de histamina regulan el sueño; o dicho con otras palabras, participan en los circuitos neuronales que se encargan de la generación de la vigilia y de los dos estados de sueño, el sueño no REM y el sueño REM: la secuencia de estos tres estados constituye el ciclo vigilia-sueño. Se trata de neuronas que permanecen activas -secretan histamina- durante la vigilia, especialmente cuando la atención es alta, pero que permanecen inactivas durante el sueño. En conclusión, la molécula de histamina no sólo interviene en la inmunidad, sino también en la atención, clave para la adaptación a los cambios que detectamos en el ambiente y, por lo tanto, esencial para la supervivencia. 
La importancia del hipotálamo, y de sus neuronas productoras de histamina, en la regulación del ciclo del sueño y la vigilia se ha consolidado con el descubrimiento del papel que juegan, en los trastornos del sueño humanos o en los animales, dos sustancias bien distintas: las hipocretinas (también llamadas orexinas) y la adenosina cerebral. Se ha demostrado que las neuronas que excretan hipocretinas (se trata de dos moléculas distintas de polipéptidos) activan la vigilia y la atención porque estimulan las neuronas del hipotálamo productoras de histamina. En el caso de la adenosina, la molécula se acumula durante la vigilia como resultado del metabolismo neuronal, tal acopio se relaciona con la somnolencia, porque la adenosina inhibe a las neuronas productoras de histamina; en cambio durante el sueño disminuye la cantidad cerebral de adenosina. Deducimos de ello, y así se ha comprobado, que las moléculas antagonistas de la adenosina (cafeína, una de ellas) aumentan la atención y por consiguiente mantienen el estado de vigilia, mientras que las agonistas promueven el sueño. ¡Nuevos estimulantes y somníferos esperan ser descubiertos!

sábado, 26 de noviembre de 2022

Cloruro de metileno en el café descafeinado


Un café recién hecho humea en una delicada taza de porcelana. ¡Qué delicia! La bebida más popular del mundo, después del agua, consumida en cantidades de mil seiscientos millones de tazas diarias, contiene cafeína, una droga estimulante del sistema nervioso central. Sus efectos se conocen desde hace mucho tiempo; en el siglo XV, los derviches turcos lo tomaban para mantener sus danzas y giros interminables. Honoré de Balzac, otro de sus degustadores, llegó a beber medio centenar de tazas diarias mientras escribía sus famosas novelas. Hoy, la cafeína es el psicoestimulante más consumido, siendo ingerido mayoritariamente como café, aunque el té, chocolate, bebidas de cacao, refrescos y bebidas energéticas también la contienen. ¿La cafeína una droga? Induce un síndrome de abstinencia, produce adicción y tolerancia. El Comité Olímpico Internacional la ha incluido en su lista de sustancias prohibidas: autoriza de cinco o seis tazas de café diarias.
La cafeína, además de afectar al sistema cardiovascular y estimular la actividad locomotora, actúa sobre diferentes circuitos neuronales del sistema nervioso central, por ello disminuye el sueño, mejora la concentración, la memoria y las habilidades cognitivas. La cafeína (como antagonista de la adenosina) también se usa en el tratamiento de las enfermedades neurodegenerativas y de la inflamación.
En 1903, una carga de granos de café se empapó accidentalmente en agua de mar. No se desesperó su dueño, el comerciante Ludwig Roselius; probó la mercancía y notó que el café había perdido cafeína sin perder sabor. ¿Por qué no comercializar la bebida sin cafeína? Repitió el proceso: bañó los granos de café sin tostar con una disolución salina, y a continuación los enjuagó con benceno para completar la extracción. Así se vendieron cafés a quienes preferían prescindir del estimulante hasta que surgió un inconveniente: se descubrió que el benceno es cancerígeno y, aunque procura eliminarse, su residuo no resulta inocuo. ¿Cómo extraer la cafeína del café sin alterar el sabor ni perjudicar la salud del degustador? Con el cloruro de metileno se extrajo la cafeína durante setenta años… hasta que, en los años ochenta del siglo pasado, se descubrió que el cloruro de metileno era una sustancia potencialmente cancerígena. Aun ahora, aunque hay medios de extracción (con agua o dióxido de carbono) más sanos, la mitad de la producción mundial del café descafeinado se hace empleando un disolvente orgánico, preferentemente el cloruro de metileno, porque es más barato.

sábado, 19 de noviembre de 2022

Proteínas y genes


El agua constituye el sesenta por ciento del peso de un cuerpo humano, las proteínas la sexta parte, completan el cómputo proporciones menores de grasas, carbohidratos y minerales. ¿Cuántas moléculas de proteínas contiene una célula? Meticulosos investigadores estimaron la cifra en una célula de levadura (la célula humana es todavía un reto muy difícil): su análisis proporcionó el número de cuarenta y dos millones. Algunas proteínas, son muy abundantes: hay más de medio millón de copias, otras muy escasas: existen menos de diez moléculas, la mayoría, sin embargo, se encuentra en el intervalo comprendido entre mil y diez mil moléculas. ¿Qué datos tenemos del cuerpo humano? Pongamos nombre a algunas proteínas de nuestro organismo: el colágeno forma los huesos, tendones, piel y cartílagos; la queratina aparece en los pelos, dientes y uñas; la elastina está en la piel, ligamentos y arterias; la actina y miosina se hallan en los músculos; la insulina y algunas otras hormonas son proteínas; también lo son la hemoglobina que transporta oxígeno y la mioglobina; recordamos por último a los defensores anticuerpos. Si bien el colágeno es la proteína más abundante (representa la cuarta parte de la proteína humana total), no es esa la cualidad que me interesa resaltar, sino cuáles son las clases proteínas que consumen más información del genoma. Un dato para empezar las comparaciones: cuarenta y dos genes codifican los constituyentes del colágeno humano. 
¿Qué proteínas codifican los veinte mil genes que contiene una célula de nuestro cuerpo? La tercera parte de los genes se ignora qué proteínas codifica. ¿Y el resto? La sexta parte contiene el código para sintetizar enzimas; la décima parte, para sintetizar las proteínas que se unen a los ácidos nucleicos; el siete por ciento, para los factores de transcripción (son proteínas que controlan la síntesis del ARN); el cinco por ciento, para los receptores de mensajes. Citamos, por orden, las demás clases de proteínas, codificadas, cada una, por menos del cinco por ciento de los genes humanos: un conjunto de distintas proteínas, proteínas reguladoras, proteínas de transporte, proteínas que forman estructuras fuera de la célula, proteínas que constituyen el esqueleto celular, señales, proteínas de membrana; ocupan el último lugar (el uno por ciento), los genes que codifican la fabricación de los imprescindibles anticuerpos.
¿Le sorprende al erudito lector que proteínas casi desconocidas para el profano estén en la parte alta de la clasificación?

sábado, 12 de noviembre de 2022

Talidomida

“Y el cisne boga a través de los siglos,
asombrado de ver su doble en el reflejo.”
Inspirados versos de Anna Ajmátova que me recuerdan algunas moléculas químicas; aquéllas que son tan semejantes entre sí como ellas mismas y su imagen reflejada en un espejo. Dicho con otras palabras, se trata de moléculas que tienen los mismos átomos y las mismas uniones, pero cambia su colocación en el espacio: son tan iguales como pueden serlo un guante derecho con uno izquierdo. Los químicos las conocen: las han observado en la naturaleza y las han sintetizado en sus laboratorios, y saben que ambas tienen un comportamiento químico diferente. Voy a mencionar algunas: la carvona es una sustancia que puede oler a menta o a comino, según inspiremos moléculas diestras o zurdas; con el aspartamo sucede algo similar, tiene sabor dulce o amargo dependiendo que ingiramos una u otra molécula. Una de las moléculas del citalopram actúa como antidepresivo, su imagen reflejada en un espejo es inactiva terapéuticamente. Según se use la variante diestra o zurda de la molécula, el propranolol vale para el tratamiento de la hipertensión o como anticonceptivo.
La existencia de dos variedades de la misma molécula (enantiómeros, su nombre técnico) es algo que los químicos deben tener presente para que no sucedan graves dramas sanitarios. La talidomida se comercializó entre 1957 y 1963, como sedante para evitar las náuseas y vómitos durante el embarazo; y tuvo un gran éxito popular porque se creyó que no tenía contraindicaciones; sin embargo Widukind Lenz y el español Claus Knapp demostraron la relación entre la ingestión del medicamento y las malformaciones causantes del nacimiento de cien mil bebés carentes de extremidades. Los investigadores descubrieron que el fármaco contenía una mezcla de ambas moléculas (la diestra y la zurda) de talidomida, circunstancia que hasta entonces no se había tenido en cuenta; desgraciadamente una de ellas producía el efecto sedante y la otra producía las malformaciones. La catástrofe no afectó a los Estados Unidos porque sus autoridades sanitarias se negaron a autorizar el uso del medicamento hasta ser exhaustivamente analizado; no fueron igual de prudentes varios países europeos, Alemania, Inglaterra y España entre ellos, y así les fue a los hijos de las madres que tomaron la talidomida. Hoy, como ayer, la valoración del riesgo-beneficio de cualquier medicamento dado a una mujer durante el embarazo debería ser la premisa indispensable para prevenir los potenciales peligros para el feto.

sábado, 5 de noviembre de 2022

Bacterias anammox


Todos los seres vivos contienen átomos de nitrógeno; un revoltoso átomo que circula de un sitio para otro, sin que le importe estar en la atmósfera, en el suelo, en una bacteria, en una planta, en un animal o en un mineral. Las plantas asimilan el nitrógeno en forma de nitrato del suelo; lo convierten en aminoácidos vegetales; que quizá pasen después a los animales; estén en uno u otro sitio, los aminoácidos se descomponen en amoníaco, el cual se transforma en nitrato de nuevo y así se cierra el ciclo biológico. Como ambos, el amoníaco y el nitrato, son sustancias solubles, el agua acaba por llevarlas al mar: con lo que todo el nitrógeno atmosférico debería terminar, tras sus mutaciones sucesivas, disuelto en el océano; con lo cual los océanos permanecerían repletos de nitrógeno y los continentes estarían desprovistos de él, se habrían convertido, por tanto, en desiertos biológicos. Dos procesos fundamentales para la vida lo impiden, la fijación del nitrógeno atmosférico libre que se transforma en amoníaco y la conversión de los compuestos de nitrógeno en nitrógeno gaseoso del aire (desnitrificación).
Este último proceso merece un comentario especial porque purifica las aguas e impide su eutrofización (lo que equivale a decir que evita una producción descontrolada de algas verdes que destruyen la biodiversidad). Los biólogos creían que la conversión del amoníaco en nitrógeno gaseoso del aire se conseguía casi exclusivamente mediante la nitrificación  (conversión en nitrato) seguida de la desnitrificación: habían ignorado a unas bacterias (de nombre impronunciable: Brocadia, Kuenenia, Anammoxoglobus y Scalindua) que, en ambientes carentes de oxígeno, hacen lo mismo; minusvaloraron un proceso, llamado anammox (ANaerobic AMMonium OXidation), que hoy sabemos que realiza la mitad de la conversión del nitrógeno de los océanos en nitrógeno de la atmósfera. Como no podía ser de otra manera, el descubrimiento de la anammox tiene aplicaciones prácticas: la eliminación de nitrógeno de las aguas residuales y de los lixiviados procedentes de los depósitos de los residuos sólidos urbanos mediante este proceso resulta más barato que recurriendo a las técnicas convencionales de nitrificación-desnitrificación. Por lo de pronto, en el año 2000 y en Alemania se instaló la primera planta de tratamiento de aguas residuales que usó el anammox. Y aún debemos resaltar que se produce hidracina, venenosa para la mayoría de los seres vivos, como compuesto intermedio; la misma sustancia que se usa habitualmente como combustible para los cohetes espaciales.

sábado, 29 de octubre de 2022

Tricloramina, piscinas y salud


La química a veces, sobre todo en el pasado, resultaba un oficio peligroso. El químico Pierre Louis Dulong perdió dos dedos y un ojo en dos explosiones ¿Cómo? se preguntará el inquisitivo lector. Preparando, por primera vez, una peligrosa sustancia, la tricloramina (el tricloruro de nitrógeno) en el año 1812. Un año más tarde otra prematura explosión del mismo compuesto afectó a Sir Humphry Davy, quien acababa de contratar a Michael Faraday, singular aprendiz que llegaría a convertirse en uno de los grandes científicos de la historia; pero ni siquiera el futuro genio se libró de la explosión de la caprichosa sustancia. 
Aunque lo ignoren, muchos bañistas están en contacto con tan infausto compuesto que aparece en el lugar más insospechado: el olor a cloro que se percibe en las piscinas se debe a la tricloramina; que se forma al reaccionar el ácido hipocloroso, producido al añadir el desinfectante habitual (hipoclorito sódico) al agua, con el amoníaco o con compuestos semejantes a él… como la urea de la orina que algunos bañistas poco escrupulosos vierten en la piscina. 
La tricloramina, líquido muy explosivo -como ya hemos escrito antes- sensible a la luz, al calor y a los golpes moderados, es tóxica: su contacto irrita la piel, los ojos y las mucosas; su inhalación irrita los bronquios de forma severa y puede desencadenar un edema pulmonar; y su ingestión produce náuseas, vómitos y coma. 
En la actualidad parece obvio que tal producto debería encuadrarse entre los peligrosos para la salud; sin embargo, no siempre ha sido así. La tricloroamina se comercializó para blanquear y conservar harinas artificialmente, pero fue prohibido en 1949, tras comprobarse en 1947 que causaba desórdenes neurológicos severos. Una hipótesis, publicada en 1998, sostiene que la presencia en la dieta de un subproducto (la metionina sulfoximina) procedente del blanqueo de la harina con tricloramina (proceso agene) pudo aumentar los trastornos neurodegenerativos humanos; los investigadores saben que el subproducto mencionado inhibe la producción de glutatión y glutamina, y no ignoran que las células nerviosas son particularmente sensibles a la disminución de tales moléculas. 
Durante la primera mitad del siglo XX, al menos en Gran Bretaña, el ochenta por ciento de la harina se produjo mediante el proceso mencionado. Hágase el sabio lector la pregunta siguiente ¿intervino la tricloramina en la etiología de la enfermedad de Alzheimer, de la enfermedad de Parkinson o de la esclerosis lateral amiotrófica?

sábado, 22 de octubre de 2022

Percepción de la temperatura y tacto


Los mecanismos subyacentes a nuestros sentidos han estimulado la curiosidad humana desde tiempos remotos. ¿Cómo percibimos el entorno? ¿Cómo detectamos la luz o las ondas sonoras?, ¿cómo los compuestos químicos generan el olfato o el gusto? Además de estas, recibimos otras señales. Imagínese el lúdico lector que pasea descalzo por la playa en un caluroso día de verano: sentirá el calor en la piel y la caricia de las arenas bajo los pies; incluso, si pisa una concha y se hiere, también se quejará del dolor. La capacidad para sentir el calor, el frío, el tacto o el dolor es esencial para nuestra supervivencia y adaptación al entorno cambiante. ¿Cómo se inician los impulsos nerviosos para que nuestro cerebro, o sea nosotros, perciba la temperatura, el tacto o el dolor? Dos investigadores, galardonados con el premio Nobel de medicina en el año 2021, han hecho descubrimientos fundamentales sobre estas cuestiones.
David Julius identificó el TRPV1, una molécula presente en las terminaciones de las neuronas de la piel, que responde al calor, al dolor y a moléculas como la capsaicina (del pimiento), la piperina (de la pimienta) y el tetrahidrocannabinol (del cáñamo); posteriormente se descubrieron otros receptores TRP adicionales que se activan mediante temperaturas y moléculas diferentes. Todos ellos son canales iónicos, o sea, proteínas situadas en las membranas de las neuronas que, cuando se activan, permiten el paso de iones calcio (y otros) a su través; y esta señal dispara el impulso nervioso que llega al cerebro. 
Todos los organismos sufren fuerzas mecánicas de su entorno y por ello dependen de su detección para su supervivencia. Ardem Patapoutian descubrió una clase de receptores -llamados Piezo- que convierten las fuerzas mecánicas sobre la piel u órganos internos en señales eléctricas neuronales (mecanotransducción). Concretamente, la proteína Piezo2, ubicada en la membrana de neuronas sensoriales de la piel, es un canal iónico que se activa por la presión; detecta el tacto, la presión, así como la posición y el movimiento del cuerpo (conocidos como propiocepción). Los receptores Piezo, presentes en otras neuronas sensoriales, intervienen en el tono vascular, en el estiramiento de las vías respiratorias y en el control de la vejiga urinaria. 
El descubrimiento de los receptores TRP y Piezo nos permite comprender cómo el calor, el frío, el tacto y la presión inician los impulsos nerviosos que nos permiten percibir el mundo que nos rodea. 

sábado, 15 de octubre de 2022

Brezo y antivirales


Desde tiempos inmemoriales los virus, omnipresentes en todos los seres vivos y parásitos capaces de producir enfermedades mortales, constituyen un flagelo para la humanidad. Si bien las vacunas han frenado algunos, como el de la polio o la viruela; otros, como el virus del sida, del ébola, del dengue o el último coronavirus, originan graves perjuicios a la salud humana. ¿Por qué? Ni hay vacunas eficaces para todos los virus ni hay medicamentos antivirales; por ello desarrollar fármacos capaces de impedir la replicación viral se ha convertido en una necesidad imperiosa. No es fácil combatir los virus; no sólo por su abundancia y diversidad, sino también porque mutan constantemente y responden al tratamiento formando mutantes resistentes al fármaco; por si fuera poco, el antiviral no debe afectar a la bioquímica de las células donde se hospeda el virus, en otras palabras, debe carecer de citotoxicidad para el huésped. 
Por las razones apuntadas resulta difícil obtener antivirales; de los miles de compuestos químicos ensayados menos de una docena tienen uso clínico. A finales del siglo XX los investigadores comenzaron a probar una nueva familia de sustancias -los esteroides- a la que pertenecen el colesterol y hormonas como el cortisol, aldosterona, estrógenos, progesterona y testosterona; algunos de ellos, si bien son antivirales in vitro, al aplicarlos a los pacientes, les perjudican porque también actúan como hormonas. Los biólogos esperan que los esteroides vegetales -a diferencia de los esteroides animales- carezcan de los efectos colaterales indeseados y funcionen exclusivamente como agentes antivirales.
Investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España han hallado que los brezos (Calluna vulgaris), unos arbustos enanos de los que se obtiene una exquisita miel, contienen una considerable cantidad de los esteroides vegetales ácido ursólico y ácido oleanólico; ambos compuestos, además de agentes antiinflamatorios, antitumorales y antioxidantes, son antivirales. El ácido ursólico, concretamente, parece ser un antiviral de amplio espectro pues no sólo se muestra activo contra el virus de la hepatitis C, el virus del herpes simple y algunos otros virus, sino también presenta una ligera actividad contra el virus del sida, y no es menos importante que las células portadoras del virus del papiloma humano en presencia del ácido ursólico se autodestruyan. Debo mencionar también que el brezo contiene quercetina, compuesto no esteroide, que es posible (no está comprobado) que impida la entrada del coronavirus en las células y sea un activo antiviral contra el SARS-CoV-2. 

sábado, 8 de octubre de 2022

Censo de aves


Gustavo Adolfo Bécquer escribe una sentida rima en la que aparecen  aves migradoras: 
“Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a tus cristales
jugando llamarán.
Pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha al contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres...
ésas... ¡no volverán!”
No menos inspirado que el poeta, Wolfgang Amadeus Mozart eligió a un ave como aprendiz de música. El genial compositor enseñó a un estornino canciones que él silbaba; incluso el comienzo del Allegretto de su Concierto número 14… aunque, en este caso, su mascota fue incapaz de imitarle. 
Dramáticas resultaron las tribulaciones de los gorriones chinos durante los años 1958 a 1960. El presidente Mao Zedong lanzó una campaña de exterminio contra ellos: había observado que se alimentaban de grano y, sin consultar con experto alguno -¿para qué?- se propuso eliminarlos. Supuestamente se obtendrían más cereales al desaparecer quienes se alimentaban de ellos. El resultado fue nefasto: el exterminio del pájaro provocó las aparición de plagas de insectos —langostas incluidas— que asolaron los cultivos y desencadenaron la Gran Hambruna China de 1959 a 1961, que dejó entre quince y cuarenta y cinco millones de muertos. Rectificaron: en el siglo XXI el gorrión goza del estatus de ave oficialmente protegida en China. 
Las gaviotas no sólo se consideran plagas en muchas ciudades costeras; también, probablemente, contribuyen al alto número de ballenas francas australes muertas; un fenómeno que se ha observado durante los últimos años en el sur de Argentina. ¿Por qué? Los zoólogos han descubierto que comen la grasa del lomo de los ballenas cuando salen a la superficie para respirar: el número animales lesionados por ataques de gaviotas ha aumentado del dos por ciento en 1974, al noventa y nueve por ciento en 2011. 
Únicamente cuatro especies de aves -golondrina común, estornino pinto, gorrión común y gaviota de Dellaware-, de las aproximadamente diez mil que existen superan los mil millones de individuos. Así lo han estimado unos biólogos, quienes han elaborado un algoritmo que les ha permitido calcular el censo mundial de aves: una de cada tres especies supera el millón de individuos y una de cada ocho tiene menos de cinco mil ejemplares. Los resultados muestran una pauta común a toda la fauna: un gran número de especies recluidas en hábitats muy localizados conviven con un número pequeño de especies que han colonizado vastos territorios. 

sábado, 1 de octubre de 2022

Muérdago


Los amantes de los cómics lo habrán visto muchas veces: Panorámix -el druida amigo de Astérix- corta muérdago con su hoz de oro para preparar la poción mágica y ayudar al ingenioso galo en sus aventuras. No sólo él, los druidas conocían las propiedades curativas del muérdago (Viscum album) como remedio universal. Lo tomaban las mujeres para quedar embarazadas y hasta imaginaban que volvía invisibles a algunos de sus degustadores; incluso los amantes debían besarse bajo la planta en Navidad para no separarse nunca. En resumen, el muérdago era la planta mágica que les protegía de los rayos, de la maldad y de las enfermedades. La realidad, sin embargo, resulta menos poética y más mundana, porque el muérdago -planta semiparásita que crece sobre las ramas de algunos árboles, donde desarrolla raíces capaces de absorber la savia del árbol que lo cobija- produce frutos tóxicos cuya ingestión provoca alucinaciones, coma y muerte; por ello su venta al público está prohibida en España. 
En Alemania -también en España- algunos pacientes usan los extractos de muérdago como terapia complementaria contra el cáncer. ¿Tiene fundamento científica tal práctica?
Los extractos de muérdago son complejas mezclas de muchas sustancias; entre ellas señalamos dos clases de proteínas, las lectinas y las viscotoxinas. La acción de las lectinas del muérdago se ha estudiado intensamente; concretamente, la viscumina (similar a la muy venenosa ricina, del ricino) es una proteína citotóxica con potentes efectos antitumorales: porque inactiva los ribosomas, con ello inhibe la biosíntesis de proteínas e inicia la apoptosis (entiéndase la autodestrucción) celular. La viscumina también estimula la respuesta del sistema inmune: aumenta el número y la actividad, entre otras, de las células asesinas naturales (linfocitos NK) y de algunos linfocitos T; y activa la formación de citocinas. A ambos efectos se debe su utilidad en el tratamiento de los cánceres y de las inmunodeficiencias. La acción de las proteínas viscotoxinas (semejantes a las cardiotoxinas de la cobra) está menos estudiada; sí se sabe que operan sobre el sistema inmune y tienen también un efecto citotóxico, aunque diferente al de las lectinas, pues inducen la muerte celular por citolisis (destrucción). 
Si bien en numerosos ensayos clínicos los investigadores han comprobado que los extractos de muérdago son eficaces en la terapia contra el cáncer, también han señalado defectos en el diseño de los estudios efectuados. 
Espero haber proporcionado suficientes argumentos para que el sabio lector pueda juzgar.

sábado, 24 de septiembre de 2022

¿Las vacunas contra la covid-19 pueden causar daño cerebral?


El desarrollo estándar de una vacuna es un proceso largo -dura entre cuatro y siete años-, que se efectúa por pasos. En la Fase IV, para reforzar su seguridad y eficacia después de su autorización y comercialización, se examinan los efectos a largo plazo con una muestra mayor de personas. En esta última fase pueden aparecer efectos adversos que no se han detectado antes, porque son menos frecuentes.
Las vacunas contra la covid-19 de ARN mensajero han demostrado ser seguras y efectivas en un año, aseguran sus diseñadores. Expongo algunos datos para que nos ayuden a valorarlas.
Los investigadores han comprobado que las nanopartículas de lípidos, vehículos de transporte del ARN mensajero (o de otras moléculas), pueden atravesar la barrera hematoencefálica (una protección que recubre los capilares del cerebro y restringe el paso de sustancias tóxicas de la sangre al fluido cerebral). En los ratones, las proteínas S del virus SARS-CoV-2 (codificadas por las vacunas que contienen ARN mensajero) pueden atravesar la barrera hematoencefálica si se inyectan directamente en un vaso sanguíneo; pero no se inyectan ahí, las vacunas se inyectan en el músculo. Las proteínas S del virus permanecen ancladas en la membrana de las células musculares, no se mueven libremente: se ha detectado menos del uno por ciento de las proteínas S en el resto de tejidos corporales de los ratones vacunados. Además, las proteínas S que llegan al torrente sanguíneo se degradan en el hígado. En resumen, las proteínas S del virus, cuya fabricación por nuestras células es inducida por las vacunas de ARN mensajero, es posible, aunque improbable, que atraviesen la barrera hematoencefálica porque es improbable que cantidades significativas de ellas circulen por el torrente sanguíneo.
¿Cuál es el riesgo de la penetración a través de la barrera hematoencefálica? La inflamación crónica del cerebro. “El SARS-CoV-2, o sus proteínas S que circulan en el torrente sanguíneo, podrían causar la desestabilización de la barrera hematoencefálica en regiones clave del cerebro” demostró Tetyana P. Buzhdygan y otros investigadores en 2020. Las proteínas S desencadenan una respuesta inflamatoria en las células endoteliales del cerebro que puede alterar la barrera hematoencefálica; incluso una pequeña inflamación puede ser muy perjudicial. Este daño neurológico podría ser extenso en pacientes con COVID-19 cuya vascularización haya sufrido alguna lesión previa.
Escéptico lector, juzga.

sábado, 17 de septiembre de 2022

Invernadero planetario


El nitrógeno y oxígeno son los gases más abundantes de la atmósfera; les siguen, en cantidades menores, el helio (uno por ciento) y el vapor de agua (cuatro décimas del uno por ciento), otros gases se hallan en una proporción ínfima (menor de una décima del uno por ciento). Comentaré estos últimos, por los efectos que tienen en el calentamiento de la Tierra. El vapor de agua, dióxido de carbono, metano, óxido nitroso y ozono son, de mayor a menor, los gases atmosféricos más abundantes que producen efecto invernadero (GEI); cualquiera de ellos absorbe radiación y por ello impide que la energía -calor- escape de la Tierra; pero no todos tienen la misma efectividad. Gavin Schmidt, Andy Lacis y otros investigadores de la Nasa analizaron (2010) la contribución de cada uno de los componentes de la atmósfera al efecto invernadero. Estimaron que el vapor de agua es responsable de la mitad del efecto invernadero, las nubes contribuyen con un cuarto, el dióxido de carbono con un quinto y los otros gases (metano, óxido nitroso y ozono) y los aerosoles aportan el cinco por ciento restante. El vapor de agua ora entra, ora sale de la atmósfera en un ciclo continuo, por lo que no influye en el cambio climático; el dióxido de carbono, de manera prioritaria, es el gas que induce el cambio climático.
En Marte, congelados de frío a cincuenta y cinco grados bajo cero, o en Venus, asados de calor a cuatrocientos sesenta y dos grados, podemos comprobar los efectos de la escasez o exceso del efecto invernadero. Para mantener templada la temperatura media actual de la superficie de la Tierra -quince grados- se necesitan gases de efecto invernadero que impidan que parte del calor del planeta escape; sin ellos, la temperatura media bajaría de cero grados. Pero si resulta pernicioso el defecto también lo es el exceso: desde el año 1750, en que se inició el uso de combustibles fósiles a gran escala, hasta el siglo XXI, la actividad humana ha aumentado la concentración atmosférica del dióxido de carbono un cuarenta y cinco por ciento (de 280 a 400 ppm). Si las emisiones de GEI continúan al ritmo actual, el aumento de la temperatura media de la superficie terrestre superará los dos grados, a mitad del siglo -estiman los expertos-. En tal caso los ecosistemas resultarían dañados, tanto que incluso peligraría la subsistencia de la civilización.

sábado, 10 de septiembre de 2022

La covid y los cangrejos


La humanidad debe conservar la biodiversidad de la Tierra por motivos altruistas y egoístas; en otro momento comentaré los primeros, mencionaré ahora uno de los segundos. En estos agitados tiempos de pandemia viral me entretenía leyendo los controles de calidad que se aplican a las vacunas contra el Covid; tanto ellas como otras vacunas, medicamentos inyectables, prótesis e implantes se prueban con tests muy sensibles, diseñados para comprobar la ausencia de toxinas bacterianas. Me sorprendió comprobar que estos test -apellidados LAL- se fabrican con la sangre de unos cangrejos, los cangrejos cacerola (Limulus polyphemus) también llamados cacerolas de las Molucas, especie de artrópodos más emparentada con las arañas y los escorpiones que con los propios cangrejos (crustáceos), y auténticos fósiles vivientes, semejantes a las especies que existieron hace trescientos millones de años. 
Tal vez el curioso lector se pregunte por las peculiaridades de la sangre (llamada hemolinfa) de este singular animal que usa la farmacopea. En 1956, Frederik Bang descubrió que la hemolinfa tiene hemocianina (que contiene cobre), una proteína responsable del transporte del oxígeno y similar a nuestra hemoglobina corporal (que contiene hierro); se trata de una molécula incolora que se vuelve azul en contacto con el oxígeno; pero la característica que nos resulta útil de la hemolinfa es que contiene unas células llamadas amebocitos, semejantes a los leucocitos humanos, que provocan la coagulación de la hemolinfa en presencia de mínimas cantidades de toxinas bacterianas, inmovilizándolas e impidiendo que contaminen el organismo del artrópodo. 
En las últimas décadas se han capturado millones de cangrejos cacerola para extraerles un tercio de su sangre y devolverlos después al mar, donde recuperan el volumen de hemolinfa perdida, en una semana -estiman los zoólogos-. En el año 2018 se capturaron casi medio millón de ejemplares para aprovechar su sangre, de los cuales al menos uno de cada diez murieron al devolverlos al océano; si a eso añadimos el cambio climático, que altera el hábitat del animal, y su uso como cebo de pesca, hemos hallado un conjunto de factores desfavorables que explican la reducción de la población mundial de cangrejos cacerola durante el último siglo, y que la especie se encuentre amenazada de extinción. 
Formulo, por último, un deseo, que espero comparta el generoso lector: un futuro más halagüeño para estos animales marinos que han contribuido y contribuyen al bienestar humano. 

sábado, 3 de septiembre de 2022

La cinta transportadora oceánica


Refugio de santos, cenáculo de virtudes, relicario del saber, arca de prudencia, torre de sabiduría, recinto de mansedumbre, bastión de entereza, turíbulo de santidad; ya me gustaría calificar así a las reuniones de los dirigentes mundiales si la cinta transportadora oceánica se detiene, porque si los egoísmos prevalecen sobre la solidaridad las consecuencias para la humanidad serán desastrosas. 
Aclaro el imprevisto sermón. Una invisible cinta transportadora de calor se mueve desde el ecuador hacia el norte en el océano Atlántico, llevando aguas cálidas tropicales hasta el septentrión, donde se enfrían y vuelven más densas, para regresar luego hacia el sur. Se trata de una circulación de corrientes oceánicas en el Atlántico norte (AMOC), un mecanismo cíclico crucial para el equilibrio del clima mundial. La diferencia en la densidad del agua marina es el motor que mantiene la circulación; a medida que las aguas saladas y cálidas de latitudes bajas se mueven hacia latitudes altas y se enfrían, van ganando densidad, y cuando llegan al Atlántico Norte descienden al fondo del mar. 
El mes de julio de 2019 fue el mes más cálido jamás registrado en el Ártico: la región se está calentando dos veces más rápido que el resto del planeta. La subida de temperaturas en el hemisferio norte y la fusión de hielo en Groenlandia, ambos fenómenos consecuencia del cambio climático, reducen la densidad del agua marina superficial y por lo tanto ralentizan la circulación de la cinta transportadora oceánica. Levke Caesar (2018) y otros investigadores lo comprobaron, pues observaron huellas de que el flujo que redistribuye el calor del mar desde el sur hacia el norte ha disminuido alrededor del quince por ciento, desde mediados del siglo XX. Un nuevo estudio de Johannes Lohmann y Peter D. Ditlevsen (2021) corrobora las observaciones anteriores: ambos científicos muestran, mediante un modelo, que el aumento de la tasa de derretimiento del hielo boreal aumenta el riesgo de detener la cinta transportadora oceánica. 
Si la circulación del Atlántico norte (AMOC) queda trastocada por el calentamiento global, se desencadenarán graves consecuencias para el clima: en el hemisferio norte se notará un aumento de la frecuencia e intensidad de los fenómenos meteorológicos extremos: olas de frío o de calor, fuertes reducciones de lluvias o tormentas cada vez más intensas. Resulta lógico colegir que las consecuencias sobre la agricultura, la alimentación y la economía pueden ser drásticas en gran parte del planeta. 

sábado, 27 de agosto de 2022

¿Prevención del alzheimer?


Barrera hematoencefálica, enrevesado nombre para lo que es simple: los vasos por donde circula la sangre del cerebro cuentan con una pared especial que controla las entradas y salidas y constituye una eficaz protección de las células cerebrales ante toxinas, bacterias o medicamentos que contiene la sangre. 
La fatiga crónica y la fibromialgia son, entre otros, síntomas del síndrome de la guerra del Golfo. ¿Qué originó esta enfermedad? Una de las hipótesis atribuía la causa a la entrada en el cerebro de la piridostigmina, fármaco protector contra las armas químicas que se proporcionó a los soldados; sin embargo, el medicamento no puede atravesar la barrera hematoencefálica, por lo que aparentemente había que desechar la hipótesis. Así estaba el asunto hasta que dos investigadores profundizaron en la cuestión. ¿Estaría debilitada la barrera hematoencefálica debido al estrés del combate? Había que comprobarlo; y ya que, por motivos éticos, no se puede experimentar con personas, se hizo con animales. Se estresó ratones haciéndolos nadar en agua fría y se comprobó a continuación que su barrera hematoencefálica se había deteriorado, lo que no sucedía con ratones tranquilos. La conclusión resultaba obvia: el debilitamiento de la barrera hematoencefálica por estrés había permitido la entrada de piridostigmina en el cerebro. No se detuvo ahí la curiosidad de los investigadores, pues hallaron que, a medida que los ratones envejecen, la barrera se deteriora y filtra proteínas sanguíneas, concretamente albúminas, que afectan a las células del cerebro, detectándose inflamación, actividad neuronal anómala y deterioro cognitivo. Los científicos aún observaron algo más: si se detienen, mediante fármacos, las reacciones causadas por las fugas, se revierte la enfermedad.
Los biólogos sospechan que el debilitamiento de la barrera hematoencefálica y la consecuente infiltración en el cerebro de sustancias o células puede preceder, acelerar o contribuir a trastornos neurodegenerativos que incluyen la enfermedad de Alzheimer, la enfermedad de Parkinson y la esclerosis múltiple. Concretamente, el paso de glóbulos blancos sanguíneos hacia el cerebro, atravesando la barrera hematoencefálica, se sospecha que causa la esclerosis múltiple cuando tales células atacan la mielina de las neuronas. Recordemos también que la barrera hematoencefálica se rompe en algunos cánceres, infecciones o traumatismos cerebrales; y hay datos clínicos que sugieren una disfunción de la barrera en las convulsiones crónicas o agudas de la epilepsia. Acabo haciéndome esta pregunta ¿qué daños neurológicos, impensables hasta ahora, puede ocasionar el gluten, capaz de atravesar la barrera intestinal y la barrera hematoencefálica?

sábado, 20 de agosto de 2022

Incendios


En el año 2019 ardieron cinco millones y medio de hectáreas en el Ártico. En el mismo año los incendios en la Unión Europea aumentaron el cuarenta por ciento. En 2019, en Brasil, los incendios devoraron casi seis millones de hectáreas, en Bolivia cinco millones; en Indonesia, más de un millón y medio. En otoño e invierno de 2019 a 2020 los incendios arrasaron doce millones de hectáreas en Australia. En África se concentran siete de cada diez focos de incendio del mundo. Sí, los incendios constituyen un problema y entre ellos ha aparecido un nuevo fenómeno: los incendios de sexta generación; cuando el fuego es tan potente que lanza columnas de aire muy caliente a la troposfera que, al enfriarse allí, caen hacia el suelo, provocando muchos focos secundarios; a su peligrosidad estos incendios de última generación (o tormentas de fuego o tormentas ígneas) añaden un comportamiento engañoso. ¿A qué se deben? A la combinación de olas de calor y sequías prolongadas -efectos del cambio climático-, a una vegetación abundante en los bosques -porque el éxodo rural (más de la mitad de la humanidad ya vive en ciudades) hace que aumente la vegetación forestal-, y a las políticas de exterminio del fuego que evitan que la masa vegetal combustible se consuma poco a poco. El resultado del conjunto de todos estos factores genera un incendio de intensidad inusitada, y cerca de zonas pobladas. En pocas décadas hemos pasado de vivir del bosque a defendernos de él. 
Hasta ahora la detención de los incendios forestales se ha basado en la extinción del fuego. Esta estrategia más que solución, ha cronificado el problema. Los datos estadísticos nos indican que en España, Francia y Portugal el noventa y ocho por ciento de los incendios consume el cuatro (y seis décimas) por ciento de la superficie quemada, y el dos por ciento restante arrasa el noventa y cinco (y cuatro décimas) por ciento de dicha superficie. Los datos muestran la paradoja: cuanto mayor sea la eficacia con que apagamos los incendios de pequeña y media envergadura, mayor será la acumulación de combustibles en el monte que alimentarán al próximo mega-incendio: en conclusión, nos hemos vuelto más ineficaces en la detención de los incendios más dañinos; la estrategia actual no ha mejorado, sino empeorado la situación, porque si bien cada vez hay menos incendios, los grandes se vuelven enormes, superando nuestra capacidad de extinción.

sábado, 13 de agosto de 2022

Monogamia


Flores te traigo, restos arrancados
De la tierra que nos vio pasar unidos
Y ahora, muertos, nos deja separados. 
Los nostálgicos versos de Joaquim Machado de Assis inducen al escritor a meditar sobre el amor al cónyuge, la fidelidad y la monogamia. ¿Es monógama nuestra especie? Según los etólogos, los científicos que estudian la conducta animal, la monogamia nada tiene de romántica, aparece por cuestiones prácticas, para asegurar la supervivencia de la especie, el mismo motivo por el que los animales se aparean. 
¿Ventajas de la conducta monógama? Dos, y no uno, individuos cuidan las crías; se ahorran fuerzas al evitar combates entre machos y se asegura una pareja. La adaptación consiste en ajustar la respuesta al medio, a un enemigo, a un compañero sexual o a la supervivencia de la progenie; eso han hecho los Homo sapiens al convertirse en una especie formadora de parejas. Un impuso tan intenso derivó de los mayores deberes parentales y continuará persistiendo, sean cuales sean los cambios sociales que se produzcan, a menos que haya en cambio genético radical; y si eso no se tiene en cuenta la sociedad se llenará de amargos celos, destrozados corazones, familias rotas e hijos no deseados; la promiscuidad es un mito que no se ajusta al probable comportamiento de nuestros antecesores. Sin embargo, la monogamia, muy popular entre las aves, lo son nueve de cada diez especies -los pingüinos, las tórtolas, los cisnes o los pequeños loros inseparables- lo es menos entre los mamíferos, pues sólo la practican menos de una de cada diez especies.
Nuestros primos, los chimpancés y gorilas son polígamos: cada macho dispone de un harén de hembras; no es el caso de los lobos, a pesar de su fama de sanguinarios, macho y hembra salen juntos de cacería con sus crías que aprenden y luego ayudan a buscar las presas. Un comportamiento similar presentan los gibones, castores, orcas, nutrias y ratones de la pradera. Mientras que un caballo anda a pocos minutos del nacimiento y cualquier pez recién salido del huevo come, los pichones de las aves, cuando rompen el cascarón, necesitan el cuidado de ambos progenitores hasta que las crías sean autónomas y abandonen el nido. Tan fuerte puede ser el vínculo de un individuo con su pareja -la grulla blanca de la India o los periquitos- que muere uno si el otro falta, como si de un melodramático culebrón televisivo se tratara. 

sábado, 6 de agosto de 2022

Boranos, combustibles excepcionales


Los químicos saben que tanto el carbono como el boro, elementos contiguos en la tabla periódica, se combinan fácilmente con el oxígeno; para formar monóxido de carbono, dióxido de carbono y carbonatos uno u óxido de boro, bórax y ácido bórico el otro. También saben que el carbono se combina con el hidrógeno para formar hidrocarburos, como la gasolina; no obstante, en la naturaleza no existen compuestos de boro e hidrógeno, ni un análogo del petróleo hecho con boro. Así estaban las cosas a principios del siglo XX, cuando Alfred Stock exploró la posibilidad de preparar compuestos de hidrógeno y boro, los hidruros de boro o boranos; y tuvo éxito en el empeño. Lo excepcional de estos materiales es que, cuando se queman, liberan grandes cantidades de calor; la combustión de los hidruros de boro produce aproximadamente uno con siete veces más calor por kilogramo de sustancia quemada que un hidrocarburo como el queroseno: los químicos dedujeron que serían excelentes combustibles. 
Durante la Segunda Guerra, el Ejército de los Estados Unidos lanzó el Proyecto Hermes con el propósito de sintetizar cantidades industriales de boranos y usarlos como combustibles en cohetes o en armas; como consecuencia, la General Electric Company produjo en Nueva York diborano, pentaborano y decaborano, una potente toxina que se absorbe por la piel y afecta al sistema nerviosos central. Todo funcionó bien hasta el año 1948, cuando los técnicos de la empresa, emplearon tetracloruro de carbono para limpiar la planta química, ignorando el aviso de un cauto profesor de Química, quien les había indicado que el tetracloruro de carbono y el decaborano forman un explosivo semejante a la nitroglicerina. En resumen, la planta química explotó. No obstante, el accidente no invalidó a los hidruros de boro. En plena guerra fría, el ejército de los EE.UU. se planteó construir un nuevo bombardero, el B-70 Valkyrie, capaz de ir y regresar de la Unión Soviética sin repostar. Se requería un combustible mejor que los hidrocarburos y los ingenieros pensaron en los boranos. Después de diez años y millones de dólares invertidos, los investigadores descubrieron que eran incapaces de construir un motor lo suficientemente fuerte como para resistir la combustión de los hidruros de boro, por lo que el proyecto fue abandonado. Sin embargo, la alta velocidad de combustión de los boranos los hace atractivos para los cohetes de antimisiles de defensa, aplicación que todavía perdura. 

sábado, 30 de julio de 2022

Selección artificial de seres humanos


A lo largo de la historia los humanos hemos practicado con éxito la selección genética artificial de plantas y animales; ahí están el arroz, trigo y maíz o las vacas, perros y gallinas para demostrarlo. Tal vez animados por el éxito algunos filósofos y científicos se propusieron mejorar la especie humana mediante el mismo método. Platón la planteó hace más dos milenios y Francis Galton, inspirándose en la teoría de Charles Darwin, formuló su versión moderna en 1865; la doctrina denominada eugenesia defiende la mejora de la humanidad mediante la selección genética: pretende aumentar el número de individuos fuertes, sanos e inteligentes o incrementar una etnia o un grupo social determinado, para lo que promueve impedir la procreación de quienes no posean las cualidades deseadas. Galton consideró que muchas sociedades protegían a los débiles y que tal actuación impedía que la selección natural los extinguiera; pensó que sólo cambiando tales políticas se podría salvar a la sociedad de una regresión hacia la mediocridad (regresión a la media, en términos estadísticos). Él y Karl Pearson desarrollaron modelos estadísticos (más tarde exportados a otras disciplinas) para formular la teoría de la eugenesia que, una vez formulada, se convirtió en disciplina académica en muchas universidades -en Cambridge, a principios del siglo XX, se formó un grupo de personalidades en su defensa- y fue propugnada por numerosos científicos entre los que se hallaban Alexander Graham Bell, Nikola Tesla y abundantes estadísticos y biólogos de la época. 
Numerosas discriminaciones y violaciones de los derechos humanos se han justificado recurriendo a la eugenesia: la esterilización forzosa de individuos considerados no aptos, los asesinatos a personas por pertenecer a una raza, a un grupo social o por su preferencia sexual y el genocidio de etnias o culturas consideradas inferiores. El programa nazi constituye un ejemplo paradigmático: los nazis decidieron deshacerse de aquellas razas que consideraban inferiores y asesinar o esterilizar a discapacitados, enfermos mentales y homosexuales. En resumen, los métodos eugenésicos de los siglos XIX y XX incluyeron desde la esterilización forzada hasta el genocidio. Sólo después de la segunda guerra mundial se cuestionó la veracidad científica de la eugenesia, porque gran parte del público, incluyendo la comunidad científica, la asoció con el holocausto.
La conclusión no puede ser otra: la ciencia, el mejor método que disponemos para comprender el mundo natural, a veces puede usarse para el mal.

sábado, 23 de julio de 2022

Hormonas vegetales


Al olmo viejo, hendido por el rayo
Y en su mitad podrido
Con las lluvias de abril y el sol de mayo,
Algunas hojas verdes le han salido…
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera. 
Después del placer estético de la lectura del poema de Antonio Machado o de la reflexión filosófica, asoma la prosaica curiosidad científica. Preguntarme por las causas del crecimiento de árboles, hierbas o arbustos me condujo a unas singulares moléculas, las hormonas vegetales que controlan la mayoría, sino la totalidad del funcionamiento de las plantas; sugerida su presencia por Julius von Sachs, a mitad del siglo XIX, estas sustancias regulan el crecimiento del tallo y raíces, de la caída de las hojas, de la floración, de la formación del fruto y de la germinación de las semillas. Se trata de mensajeros químicos que pueden actuar donde fueron sintetizadas o, transportadas por el interior de la planta, en otro lugar; en eso, y en que se producen en muy bajas concentraciones, se parecen a las hormonas animales; se diferencian, en cambio, en que son fabricadas por los tejidos vegetales y no por glándulas especializadas. Una variedad de ellas, las auxinas -la más abundante es el ácido indolacético, que la planta sintetiza en los ápices de los tallos a partir del aminoácido triptófano-, intervienen en el alargamiento celular (por eso crece el vegetal), en el dominio del crecimiento apical sobre el crecimiento lateral, en que el crecimiento sea hacia la luz, en el aumento de las ramificaciones de la raíz, en el desarrollo del fruto y en la caída de las hojas. Resulta evidente para cualquier observador de la biosfera que los vegetales no disponen del sistema nervioso que tienen los animales, ¿cómo se las arreglan, entonces, para regular con precisión sus funciones? Hacen un balance hormonal ¡Ni más ni menos! Los efectos fisiológicos en la planta no dependen de una única hormona, sino de la interacción de muchas, incluso algunas con efectos antagónicos, sobre el tejido en el cual coinciden. 
Los agricultores ya se benefician de ellas. Concretamente, emplean las mencionadas auxinas, que actúan como estimulantes en algunos procesos o en otros como inhibidoras, para acelerar el crecimiento de las plantas, para promover la iniciación de raíces —y enraizar esquejes—, para fomentar la floración o para estimular la floración y evitar la caída de los frutos. 

sábado, 16 de julio de 2022

La isla de las ratas


A veces viene la nostalgia, llega en cualquier estación: en la primavera porque cantan los zorzales, en el verano porque el viento agita los nidos de las cigüeñas, en el otoño porque se van las golondrinas, en el invierno porque gimen las lechuzas. Sentado en una roca, enfrente a unas pequeñas islas atlánticas, veía bucear a los intrépidos cormoranes. Recordé entonces las funestas consecuencias que sobrevienen a un ecosistema aislado cuando le llega fauna invasora. Sucedió en el archipiélago de las Aleutianas -en Alaska-. Una pequeña isla fue invadida por las ratas como consecuencia del naufragio de un pesquero en sus playas. Doscientos años más tarde en el siglo XXI, los visitantes observaron que no sólo la fauna había quedado depauperada, sino también la flora, hasta las algas habían disminuido drásticamente. Resulta fácil comprobar las aciagas consecuencias: sólo se necesita el oído y la vista; cuando el estudioso visita una pequeña isla salvaje se ven aves por todos lados, se oye ruido por doquier; no sucede lo mismo cuando le recibe el silencio: sin apenas aves, el naturalista comprobará que la isla ha sido invadida por las ratas. ¡Imposible!, clama el incrédulo profano. Las ratas no comen algas, quizá aduzca. No le falta razón en sus argumentos… pero así ocurre. ¿Los biólogos pueden aportar una explicación del hecho? La población de ratas, sin depredadores que se alimenten de ellas, crece sin control y se convierte en una plaga que come los huevos de las aves marinas que pueblan la isla, y aniquila sus colonias. Al desaparecer las aves comedoras de los moluscos, crustáceos y otros invertebrados, que abundan en la costa, éstos también crecen sin control; en consecuencia, las algas laminarias de las que se alimentan acaban desapareciendo. Y estas algas gigantes constituyen el hábitat para muchos seres vivos: el ecosistema se desmorona. 
Unos biólogos eliminaron las ratas, con raticidas, y todo el ecosistema costero, en pocos años, una decena quizá, volvió a bullir de vida; aunque resulte paradójico, deshacerse de los invasores terrestres ha beneficiado a los organismos marinos. 
¿Sorprendido el sagaz lector? No sólo los profanos yerran al predecir el comportamiento de los ecosistemas, incluso a una persona culta le resulta difícil entenderlos; porque se dan en ellos fenómenos complejos, que no son el resultado de una proporcionalidad directa -o inversa- de las acciones que en él se hacen. 

sábado, 9 de julio de 2022

Inéditos viajes de los planetas gigantes


¿Puede haber algo más estable que los planetas? Hasta no hace mucho se pensaba que el lugar que ocupan las órbitas de Mercurio, Venus, la Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Urano o Neptuno era inmutable. Allí se habían formado y ahí continuarían, girando en torno al Sol, hasta el fin del sistema solar. Nada nos inducía a pensar lo contrario. Sin embargo, a medida que se conocen otros sistemas solares, los astrónomos atisban indicios que desmienten tal presunción. Se aprecian tres peculiaridades: no hay planetas entre Mercurio y el Sol, existen planetas rocosos interiores y gigantes gaseosos exteriores. La nueva explicación de la arquitectura del sistema solar es que los planetas gigantes emigraron de sus órbitas durante su tumultuosa juventud; el nuevo relato habla de mundos errantes expulsados de su lugar de nacimiento y de mundos que se arrasaron en el Sol. 
Los planetas se forman de una manera similar a las estrellas: a partir de regiones densas en el seno de enormes nubes moleculares, nubes de gas y polvo que, después de su colapso, se convierten en discos rotatorios hechos con el material sobrante. El Sol comenzó su vida en el centro de uno de esos discos de la Vía Láctea. Con el material caliente y seco del interior del disco se formaron mundos de tamaño intermedio, mayores que los planetas rocosos interiores y menores que los gigantes gaseosos exteriores. En los confines externos, los abundantes hielos propiciaron la formación de planetas del tamaño de Neptuno; los más grandes atrajeron la mayoría del material, aumentando de tamaño hasta convertirse en Júpiter y Saturno, quienes, una vez formados, comenzaron a precipitarse hacia el Sol viajando sobre espirales de gas. Durante su trayectoria, Júpiter actuó como una enorme máquina quitanieves gravitatoria, que abrió un hueco en el disco y empujó la materia, también a los mundos de tamaño intermedio, hacia el Sol. En algún momento ambos planetas gigantes, entraron en resonancia orbital, entonces frenaron su emigración, invirtieron su trayectoria y, como un bumerán, volvieron al exterior: Mercurio, Venus, la Tierra, Marte y el cinturón de asteroides constituyen los restos del viraje. Una vez en el exterior, interaccionaron con Urano Neptuno, quizá expulsaron hacia afuera a un hipotético planeta gigante, formaron el cinturón de Kuiper y, como efecto secundario, se dispararon ráfagas de cometas y asteroides hacia el interior del sistema solar: la formación del sistema solar había finalizado. 

sábado, 2 de julio de 2022

Anticoagulantes


Algunas propiedades de la sangre se deben a su continuo movimiento debido a una presión; que se nota porque, en caso de rotura del circuito, brota el fluido, incluso con fuerza. Tenemos seis litros de sangre en el cuerpo; medio se dona en una transfusión sin molestia alguna, un litro se nota, la pérdida de dos resulta peligrosa; afortunadamente el sistema circulatorio se autorrepara, capacidad que llamamos coagulación. Un ingeniero, previendo una perforación en un sistema de tubos, pensará en sustituir o taponar la parte estropeada; solución inútil en el cuerpo humano que soluciona el problema mediante un líquido que, fluyendo por una red de tubos, no sólo detecta la perforación, sino que la repara de inmediato sin materiales adicionales, retira los residuos y deja la parte reparada como nueva. 
El principio básico del mecanismo de cierre consiste en que la sangre, en cuanto se pone en contacto con el aire, se solidifica rápidamente y forma un coágulo, que actúa como tapón provisional hasta que la rotura se haya reparado. ¿Cómo? El fibrinógeno, una proteína que circula en la sangre, por acción de la enzima trombina, se convierte en fibrina, que se polimeriza dando la red de fibras que genera el coágulo. Una cascada de inhibidores y contrainhibidores, no menos de treces compuestos, intervienen en la activación de la trombina, que circula en estado inactivo. No me olvido de las plaquetas, que liberan moléculas que participan en la regeneración y reparación del tejido conjuntivo dañado. El mecanismo, sujeto a muchos controles, es complicado ya que, incluso cuando la acción obstructiva resulta imprescindible en una emergencia, la formación de un coágulo en el corazón o en el cerebro es desastrosa tanto en los enfermos como durante una intervención quirúrgica. 
El conocimiento del mecanismo de coagulación nos permite controlarlo, hasta cierto punto, y salvar vidas. En concreto, los biólogos saben que algunas proteínas participantes deben ser modificadas mediante reacciones que necesitan la vitamina K para ejecutarse; por eso los antagonistas de la vitamina K, como la warfarina o el acenocumarol (el famoso sintrom que toman muchos enfermos) son eficaces anticoagulantes. También lo son algunos polisacáridos, como la heparina, que inactivan elementos participantes en la coagulación. Y la aspirina que es un efectivo anticoagulante, más bien un antiplaquetario, porque inhibe un enzima necesario para la formación de los tromboxanos, moléculas mensajeras que intervienen en el agrupamiento de las plaquetas que forman el coágulo. 

sábado, 25 de junio de 2022

Vidrio versus cristal


¿Los vasos de las bebidas son de vidrio o de cristal? Existe confusión sobre el uso correcto de ambos términos, que suelen utilizarse como sinónimos cuando son diferentes. Para un lego resulta difícil distinguirlos por su apariencia, sólo un experto lo logra; sin embargo, existen características que ayudan a hacerlo a simple vista: el cristal es más pesado que el vidrio, también más brillante, transparente y plateado y, en cierta posición, la luz que atraviesa el cristal crea un arco iris de colores. Se aprecian mejor las diferencias si recurrimos a aparatos con los que observar su estructura microscópica; los átomos componentes del cristal están perfectamente ordenados y dispuestos de forma regular según una pauta; los átomos del vidrio, en cambio, están desordenados, escogiendo un término técnico diríamos que es amorfo. 
El vidrio es un material cerámico, frágil y transparente que se obtiene al fundir a más de mil grados arena de sílice (dióxido de silicio), sosa (carbonato de sodio) y caliza (carbonato de calcio). A diferencia del vidrio, el cristal contiene óxido de plomo, concretamente, más del veinticuatro por ciento. Cuando se añade plomo al vidrio, no sólo éste se hace más denso y brillante; sino también, se vuelve más fácilmente manipulable sin recalentar, con eso se consigue que los sopladores fabriquen moldes más variados y, en consecuencia, mejore su capacidad para diseñar nuevos objetos. 
Diferenciar entre vidrio o cristal puede que carezca de importancia para muchas personas, pero resulta necesario hacerlo para quienes gestionan los residuos sólidos. Las copas y vasos de cristal, que tienen óxido de plomo, no se pueden fundir en los mismos hornos donde se fabrican los envases de vidrio; porque, en tal caso, el plomo acabará en las botellas o, pero aún, en las emisiones de las chimeneas. Por esta razón los contenedores de reciclaje -verdes- están destinados exclusivamente al vidrio; absténgase el cívico lector de depositar en ellos los cristales y recipientes o envases de cristal; sí deposite las botellas de vino, cerveza, zumos, refrescos, licores, tarros de alimentos (conservas, mermeladas, aceitunas), frascos de colonia, perfumes, desodorantes o cosméticos. 
Una última aclaración, la ingestión del plomo es tóxica; por eso una ley española promulgada en el año 1997 limita la concentración de plomo en envases de vidrio a doscientos ppm; y también por eso algunos fabricantes ya fabrican cristal sin plomo: lo sustituyen por óxido de bario. 

sábado, 18 de junio de 2022

Ribosa


La ribosa es un azúcar imprescindible para el funcionamiento del organismo que cualquiera de nosotros produce a partir de la glucosa; no, no la obtenemos de los alimentos. El cuerpo la utiliza no sólo para fabricar el ácido nucleico ARN, sino también para que las mitocondrias, las centrales energéticas de las células, sinteticen ATP -la molécula que proporciona la energía para que el organismo funcione-. La ribosa, como componente del ATP, resulta necesaria tanto para reemplazar el ATP consumido como para mantener su reserva, requisito esencial para que los músculos y el corazón trabajen de manera óptima. 
Recordaba antes que los músculos y el corazón, durante su funcionamiento habitual, necesitan energía; que toman de las moléculas de ATP quienes, al entregar la energía se convierten en ADP; éstas últimas moléculas, cuando recargan la energía, se transforman de nuevo en ATP; pero si la demanda energética es grande, como sucede durante un ejercicio intenso o durante una isquemia (cuando al corazón le llega un flujo sanguíneo deficiente), toda la molécula de ATP, ribosa incluida, se degrada; entonces debe sintetizarse de nuevo y, como su producción es un proceso lento (los músculos y el corazón requieren varios días para reemplazar la ribosa perdida), las células no pueden mantener el ritmo de síntesis del ATP que necesitan para proporcionarles la energía. 
En algunas afecciones cardíacas y en el envejecimiento, la función mitocondrial se altera y la producción de ATP se reduce, reducción que se correlaciona con la disminución del suministro de ribosa. Cuando disminuye la cantidad de ATP, o de otros nucleótidos hermanos, un suplemento de ribosa aumenta la producción de todas estas moléculas en la célula y, por lo tanto, mejora la recuperación de los enfermos de las afecciones que afectan a los músculos y arterias del corazón, así como también alivia los síntomas del síndrome de la fatiga crónica y de la fibromialgia; y, en el caso de los deportistas, se supone que su ingestión mejora la recuperación de los músculos después de un ejercicio intenso. 
La pruebas que disponemos en la actualidad muestran que la ribosa es un producto que se puede tomar con seguridad, ya que se trata de un azúcar producido por el propio cuerpo que, además, los riñones pueden excretar a través de la orina, si la cantidad que tenemos resulta excesiva. A pesar de ello, en algunos usuarios su ingestión causa diarrea, náuseas o dolor de cabeza. 

sábado, 11 de junio de 2022

Almacenes de energía


Los colectores solares proporcionan, durante el día y en verano, más energía de la que necesitan sus usuarios; de noche y durante el invierno ocurre al revés, el aporte energético es menor; el sagaz lector habrá deducido de ello que necesitamos disponer de tecnologías que sean capaces de almacenar energía. Describiré una de las más prometedoras, la identificada por las siglas MOST (almacenamiento molecular de energía solar térmica): consiste en que unas moléculas modifican su estructura al recibir energía; energía que liberan cuando retornan a su estructura original. Aparentemente no hay inconvenientes irresolubles para que la idea teórica pueda llevarse a la práctica, sin embargo, hasta ahora, no se había encontrado molécula alguna que tuviese las propiedades requeridas. Las dificultades parece que se han resuelto y unos investigadores han hallaron una molécula que guarda la energía solar durante decenios y la libera en el momento que desee el usuario. Se trata del norbornadieno y su inusual propiedad se basa en una reacción química de isomerización: al incidir la luz del Sol sobre dichas moléculas, éstas absorben la energía solar y se transforman en moléculas de cuadraciclano que almacenan la energía recibida. Antaño ya se había investigado al norbornadieno sin obtener resultados positivos; pero hogaño se descubrió que el cuadraciclano devuelve la energía almacenada cuando un catalizador hace que ocurra la reacción -inversa- de conversión de cuadriciclano en norbornadieno, incluso años después de su obtención inicial. 

Con ambas moléculas ya se pueden construir prototipos de almacenes de energía útiles para la vida diaria, como han demostrado sus descubridores en el edificio donde se aloja su instituto de investigación. Colocaron la mezcla molecular en un circuito cerrado, que contiene colectores que captan la radiación solar y almacenan las moléculas excitadas a temperatura ambiente; sin sufrir pérdidas de energía, utilizan el calor almacenado, en el momento que desean, cuando hacen pasar la mezcla molecular por el catalizador. El calor aportado por el sistema puede producir un aumento de sesenta y tres grados de temperatura y, una vez optimizado, sus inventores estiman que podría almacenar alrededor del doble de energía que las modernas baterías Powerwall, fabricadas por Tesla. No obstante, el diseño todavía no puede comercializarse porque es necesario enmendar sus inconvenientes: las moléculas sólo reaccionan con luz azul, violeta y ultravioleta, por lo que se pierde una gran parte de la energía solar; y el proceso de síntesis del norbornadieno es muy costoso. 

sábado, 4 de junio de 2022

Especias


Moléculas como el eugenol, la miristicina y el safrol nada dirán a la mayoría del público; sin embargo, las plantas que las contienen han influido sobremanera en la historia. A la primera debe el clavo de olor sus efectos y las dos siguientes proporcionan a la nuez moscada sus propiedades. Ambos, clavo y nuez moscada, son especias, uno de los productos más caros de la economía de los siglos XV y XVI, porque tenían gran valor como condimento y se usaban también como medicinas o perfumes, incluso algunas se empleaban como conservante. Debido a sus aromas, alimentos insípidos o desagradables pasaban a ser sabrosos; y no desdeño su capacidad para enmascarar el sabor de peces, aves y mamíferos que, sin la posibilidad de conservarlos con frío, como en la actualidad, fermentan o se pudren y toman rápidamente sabores y olores desagradables. Las flores del árbol del clavo (Syzygium aromaticum) no sólo se usan como especia culinaria, sino también como aromatizante y analgésico para el dolor de muelas; pero deben manejarse con extremo cuidado porque incluso con pequeñas cantidades resulta fácil tomar una sobredosis tóxica. Del fruto del árbol Myristica se extrae la nuez moscada, una especia extremadamente valiosa y de amplio uso gastronómico que tampoco debe consumirse en cantidades excesivas porque, en tal caso, aparecen efectos tóxicos: sensaciones relajantes o alucinógenas, parecidas a las del cannabis, mareo, sueño, confusión, náuseas y, en algunos casos, son posibles cuadros psicóticos; además, su consumo crónico daña al hígado. 

¿Dónde se producían?, se preguntará el lector curioso. Intrépidos viajeros transportaban las especias demandadas por los europeos desde China, India e Islas de las Especias. Estas últimas, conocidas hoy por Molucas, son un numeroso conjunto de islas indonesias, situadas entre las Célebes y Nueva Guinea, y única región del mundo donde, durante los siglos XV y XVI, se producían la nuez moscada y el clavo. En el año 1453 los turcos se apoderaron de Constantinopla (hoy, Estambul); le siguió la casi desaparición del comercio con oriente y el encarecimiento desmesurado de las especias en Europa. La búsqueda de una ruta alternativa hacia China, India e islas de las Especies se convirtió en una tarea prioritaria para los marinos europeos; ese fue el objetivo de Cristobal Colón cuando partió del puerto de Palos y puso proa al poniente. Y esa es la importancia histórica de las especias y de las moléculas específicas que contienen.