sábado, 27 de agosto de 2022

¿Prevención del alzheimer?


Barrera hematoencefálica, enrevesado nombre para lo que es simple: los vasos por donde circula la sangre del cerebro cuentan con una pared especial que controla las entradas y salidas y constituye una eficaz protección de las células cerebrales ante toxinas, bacterias o medicamentos que contiene la sangre. 
La fatiga crónica y la fibromialgia son, entre otros, síntomas del síndrome de la guerra del Golfo. ¿Qué originó esta enfermedad? Una de las hipótesis atribuía la causa a la entrada en el cerebro de la piridostigmina, fármaco protector contra las armas químicas que se proporcionó a los soldados; sin embargo, el medicamento no puede atravesar la barrera hematoencefálica, por lo que aparentemente había que desechar la hipótesis. Así estaba el asunto hasta que dos investigadores profundizaron en la cuestión. ¿Estaría debilitada la barrera hematoencefálica debido al estrés del combate? Había que comprobarlo; y ya que, por motivos éticos, no se puede experimentar con personas, se hizo con animales. Se estresó ratones haciéndolos nadar en agua fría y se comprobó a continuación que su barrera hematoencefálica se había deteriorado, lo que no sucedía con ratones tranquilos. La conclusión resultaba obvia: el debilitamiento de la barrera hematoencefálica por estrés había permitido la entrada de piridostigmina en el cerebro. No se detuvo ahí la curiosidad de los investigadores, pues hallaron que, a medida que los ratones envejecen, la barrera se deteriora y filtra proteínas sanguíneas, concretamente albúminas, que afectan a las células del cerebro, detectándose inflamación, actividad neuronal anómala y deterioro cognitivo. Los científicos aún observaron algo más: si se detienen, mediante fármacos, las reacciones causadas por las fugas, se revierte la enfermedad.
Los biólogos sospechan que el debilitamiento de la barrera hematoencefálica y la consecuente infiltración en el cerebro de sustancias o células puede preceder, acelerar o contribuir a trastornos neurodegenerativos que incluyen la enfermedad de Alzheimer, la enfermedad de Parkinson y la esclerosis múltiple. Concretamente, el paso de glóbulos blancos sanguíneos hacia el cerebro, atravesando la barrera hematoencefálica, se sospecha que causa la esclerosis múltiple cuando tales células atacan la mielina de las neuronas. Recordemos también que la barrera hematoencefálica se rompe en algunos cánceres, infecciones o traumatismos cerebrales; y hay datos clínicos que sugieren una disfunción de la barrera en las convulsiones crónicas o agudas de la epilepsia. Acabo haciéndome esta pregunta ¿qué daños neurológicos, impensables hasta ahora, puede ocasionar el gluten, capaz de atravesar la barrera intestinal y la barrera hematoencefálica?

sábado, 20 de agosto de 2022

Incendios


En el año 2019 ardieron cinco millones y medio de hectáreas en el Ártico. En el mismo año los incendios en la Unión Europea aumentaron el cuarenta por ciento. En 2019, en Brasil, los incendios devoraron casi seis millones de hectáreas, en Bolivia cinco millones; en Indonesia, más de un millón y medio. En otoño e invierno de 2019 a 2020 los incendios arrasaron doce millones de hectáreas en Australia. En África se concentran siete de cada diez focos de incendio del mundo. Sí, los incendios constituyen un problema y entre ellos ha aparecido un nuevo fenómeno: los incendios de sexta generación; cuando el fuego es tan potente que lanza columnas de aire muy caliente a la troposfera que, al enfriarse allí, caen hacia el suelo, provocando muchos focos secundarios; a su peligrosidad estos incendios de última generación (o tormentas de fuego o tormentas ígneas) añaden un comportamiento engañoso. ¿A qué se deben? A la combinación de olas de calor y sequías prolongadas -efectos del cambio climático-, a una vegetación abundante en los bosques -porque el éxodo rural (más de la mitad de la humanidad ya vive en ciudades) hace que aumente la vegetación forestal-, y a las políticas de exterminio del fuego que evitan que la masa vegetal combustible se consuma poco a poco. El resultado del conjunto de todos estos factores genera un incendio de intensidad inusitada, y cerca de zonas pobladas. En pocas décadas hemos pasado de vivir del bosque a defendernos de él. 
Hasta ahora la detención de los incendios forestales se ha basado en la extinción del fuego. Esta estrategia más que solución, ha cronificado el problema. Los datos estadísticos nos indican que en España, Francia y Portugal el noventa y ocho por ciento de los incendios consume el cuatro (y seis décimas) por ciento de la superficie quemada, y el dos por ciento restante arrasa el noventa y cinco (y cuatro décimas) por ciento de dicha superficie. Los datos muestran la paradoja: cuanto mayor sea la eficacia con que apagamos los incendios de pequeña y media envergadura, mayor será la acumulación de combustibles en el monte que alimentarán al próximo mega-incendio: en conclusión, nos hemos vuelto más ineficaces en la detención de los incendios más dañinos; la estrategia actual no ha mejorado, sino empeorado la situación, porque si bien cada vez hay menos incendios, los grandes se vuelven enormes, superando nuestra capacidad de extinción.

sábado, 13 de agosto de 2022

Monogamia


Flores te traigo, restos arrancados
De la tierra que nos vio pasar unidos
Y ahora, muertos, nos deja separados. 
Los nostálgicos versos de Joaquim Machado de Assis inducen al escritor a meditar sobre el amor al cónyuge, la fidelidad y la monogamia. ¿Es monógama nuestra especie? Según los etólogos, los científicos que estudian la conducta animal, la monogamia nada tiene de romántica, aparece por cuestiones prácticas, para asegurar la supervivencia de la especie, el mismo motivo por el que los animales se aparean. 
¿Ventajas de la conducta monógama? Dos, y no uno, individuos cuidan las crías; se ahorran fuerzas al evitar combates entre machos y se asegura una pareja. La adaptación consiste en ajustar la respuesta al medio, a un enemigo, a un compañero sexual o a la supervivencia de la progenie; eso han hecho los Homo sapiens al convertirse en una especie formadora de parejas. Un impuso tan intenso derivó de los mayores deberes parentales y continuará persistiendo, sean cuales sean los cambios sociales que se produzcan, a menos que haya en cambio genético radical; y si eso no se tiene en cuenta la sociedad se llenará de amargos celos, destrozados corazones, familias rotas e hijos no deseados; la promiscuidad es un mito que no se ajusta al probable comportamiento de nuestros antecesores. Sin embargo, la monogamia, muy popular entre las aves, lo son nueve de cada diez especies -los pingüinos, las tórtolas, los cisnes o los pequeños loros inseparables- lo es menos entre los mamíferos, pues sólo la practican menos de una de cada diez especies.
Nuestros primos, los chimpancés y gorilas son polígamos: cada macho dispone de un harén de hembras; no es el caso de los lobos, a pesar de su fama de sanguinarios, macho y hembra salen juntos de cacería con sus crías que aprenden y luego ayudan a buscar las presas. Un comportamiento similar presentan los gibones, castores, orcas, nutrias y ratones de la pradera. Mientras que un caballo anda a pocos minutos del nacimiento y cualquier pez recién salido del huevo come, los pichones de las aves, cuando rompen el cascarón, necesitan el cuidado de ambos progenitores hasta que las crías sean autónomas y abandonen el nido. Tan fuerte puede ser el vínculo de un individuo con su pareja -la grulla blanca de la India o los periquitos- que muere uno si el otro falta, como si de un melodramático culebrón televisivo se tratara. 

sábado, 6 de agosto de 2022

Boranos, combustibles excepcionales


Los químicos saben que tanto el carbono como el boro, elementos contiguos en la tabla periódica, se combinan fácilmente con el oxígeno; para formar monóxido de carbono, dióxido de carbono y carbonatos uno u óxido de boro, bórax y ácido bórico el otro. También saben que el carbono se combina con el hidrógeno para formar hidrocarburos, como la gasolina; no obstante, en la naturaleza no existen compuestos de boro e hidrógeno, ni un análogo del petróleo hecho con boro. Así estaban las cosas a principios del siglo XX, cuando Alfred Stock exploró la posibilidad de preparar compuestos de hidrógeno y boro, los hidruros de boro o boranos; y tuvo éxito en el empeño. Lo excepcional de estos materiales es que, cuando se queman, liberan grandes cantidades de calor; la combustión de los hidruros de boro produce aproximadamente uno con siete veces más calor por kilogramo de sustancia quemada que un hidrocarburo como el queroseno: los químicos dedujeron que serían excelentes combustibles. 
Durante la Segunda Guerra, el Ejército de los Estados Unidos lanzó el Proyecto Hermes con el propósito de sintetizar cantidades industriales de boranos y usarlos como combustibles en cohetes o en armas; como consecuencia, la General Electric Company produjo en Nueva York diborano, pentaborano y decaborano, una potente toxina que se absorbe por la piel y afecta al sistema nerviosos central. Todo funcionó bien hasta el año 1948, cuando los técnicos de la empresa, emplearon tetracloruro de carbono para limpiar la planta química, ignorando el aviso de un cauto profesor de Química, quien les había indicado que el tetracloruro de carbono y el decaborano forman un explosivo semejante a la nitroglicerina. En resumen, la planta química explotó. No obstante, el accidente no invalidó a los hidruros de boro. En plena guerra fría, el ejército de los EE.UU. se planteó construir un nuevo bombardero, el B-70 Valkyrie, capaz de ir y regresar de la Unión Soviética sin repostar. Se requería un combustible mejor que los hidrocarburos y los ingenieros pensaron en los boranos. Después de diez años y millones de dólares invertidos, los investigadores descubrieron que eran incapaces de construir un motor lo suficientemente fuerte como para resistir la combustión de los hidruros de boro, por lo que el proyecto fue abandonado. Sin embargo, la alta velocidad de combustión de los boranos los hace atractivos para los cohetes de antimisiles de defensa, aplicación que todavía perdura.