Una
historia, para ser bien entendida, debe puntualizar con claridad sus
principios, las raíces de donde nace, crece y se dilata, frondosa de sombras y
frutos, de enseñanzas. Los físicos tienen dos descripciones de la naturaleza
muy diferentes. La mecánica clásica explica el movimiento de objetos
macroscópicos como las ruedas, los planetas y las galaxias, y describe las
relaciones entre una causa y su efecto. La mecánica cuántica explica el mundo
microscópico de los átomos, las moléculas y partículas elementales, a los que
describe con leyes probabilísticas. La segunda teoría se considera más
fundamental que la primera, por lo que tendría que englobarla; y así sucede, la
mecánica cuántica se funde con la clásica a cierta escala (técnicamente cuando la
constante de Planck se vuelve nula). ¿Cómo es la naturaleza de la transición? Los
experimentadores han creado átomos –objetos cuánticos- que obedecen, durante un
corto período de tiempo, las leyes clásicas. Para producirlos hay que comunicarles
energía, con un láser, hasta que se hinchen y alcancen un tamaño que supere unas
diez mil veces las dimensiones de un átomo normal. A tal escala, la posición de
los electrones se localiza, o por lo menos su órbita deja de ser una nebulosa
que solo representa posiciones probables (tal y como propone la mecánica
cuántica); sucede entonces que el electrón traza alrededor del núcleo una
elipse, como hacen los planetas en torno al Sol. En otras palabras, los
experimentadores han conseguido observar aspectos
clásicos en los electrones de un átomo, tales como la localización espacial y
el movimiento a lo largo de una trayectoria orbital; si bien es cierto que estas
acciones subsisten sólo durante períodos de tiempo muy cortos. En resumen, los
experimentos han mostrado que las órbitas clásicas de un electrón caben en la
moderna física.
¿Tiene
algún interés entender el límite clásico de los átomos? Piense el
entendido lector que la técnica moderna ha difuminado las diferencias entre el
mundo microscópico y el macroscópico. Un científico emplearía la mecánica
clásica para predecir un eclipse lunar y la cuántica para investigar las
desintegraciones de los núcleos atómicos; pero los ingenieros ya han iniciado
la construcción de dispositivos mil y aún un millón de veces menores que un
milímetro con los que esperan manipular átomos y moléculas individuales: la
nanotecnología ha llegado sin haberse producido un debate público sobre sus beneficios e inconvenientes: no sé si solazarme o llorar.