sábado, 26 de diciembre de 2020

Paradoja en los agujeros negros


En la actualidad no existe una única teoría física capaz de explicar todos los fenómenos que ocurren en el mundo, desgraciadamente, a falta de una, existen dos -la mecánica cuántica y la teoría de la relatividad general- que no sólo se asientan sobre principios aparentemente contradictorios, sino que, además, ambas contienen inconsistencias. 
La teoría de la relatividad general predice la aparición de singularidades, regiones del espacio y tiempo donde no tiene validez la teoría; la mecánica cuántica también sufre una deficiencia conceptual conocida como el problema de la medida: en términos muy simplificados eso significa que la teoría postula dos tipos de leyes muy diferentes para describir la evolución de un sistema, según sea observado o no lo sea, pero no diferencia, sin ambigüedad, qué es observación y qué no es observación. No paran aquí los problemas de los físicos, quienes han hallado una paradoja que parece indicar que la verosimilitud de una teoría invalida la otra. Voy a comentarla. La teoría de la relatividad indica que la información física desaparece en un agujero negro; porque permite que numerosos estados físicos se conviertan en un mismo estado; pero esto viola una ley de la mecánica cuántica que dice que la información acerca de un sistema físico en un punto y en un tiempo concreto debe determinar su estado en cualquier otro tiempo. Dicho con otras palabras, Stephen Hawking y Jacob Bekenstein demostraron que los agujeros negros deben emitir energía; pero tal radiación es independiente del material que entra en el agujero negro; por lo tanto, si la materia que entra en el agujero se transforma en caótica radiación, se destruirá la información sobre el estado de la materia original. O sea, que si existen agujeros negros y se evaporan, emitiendo radiación térmica, la mecánica cuántica no funciona. 
Los físicos ya tienen experiencia en tales contradicciones: un caso similar ocurrió a principios del siglo XX. La teoría electromagnética de Maxwell, que explicaba magníficamente bien los fenómenos eléctricos, magnéticos y ópticos, cuando se aplicaba a los átomos predecía que los átomos no podían existir… sin embargo, los átomos existen. Abundantes observaciones certifican la veracidad de la teoría de la relatividad y de la mecánica cuántica, pero según esta última los agujeros negros no pueden evaporarse… no obstante, creemos que se evaporan… ¿entonces? Algo en las teorías físicas no funciona e ignoramos qué. 

sábado, 19 de diciembre de 2020

Reconocimiento de imágenes


Los norteamericanos usaron el reconocimiento facial mediante ordenador para confirmar la identidad de Osama bin Laden una vez que lo mataron; cierto, los forenses utilizan cada vez más esta técnica porque es la forma más efectiva de identificar cadáveres. En 2011, el gobierno de Panamá instaló un sistema biométrico de reconocimiento facial para reducir la actividad ilegal en el aeropuerto Tocumen, reconocido centro de contrabando de drogas y crimen organizado: resultó un éxito. El uso de herramientas de reconocimiento facial por los cuerpos de policía para detener criminales es habitual; las fuerzas de seguridad tienen acceso a las fotos del documento de identidad, pasaporte o licencia de conducir. La novedad la han hallado periodistas del New York Times, quienes han informado que existe una innovadora aplicación de reconocimiento facial que eclipsa a cualquiera otra anterior: Clearview reconoce a casi cualquier persona por sus rasgos faciales. La compañía que la comercializa, ya ofrece sus servicios a cientos de agencias de seguridad y cuerpos de policía en los Estados Unidos; y asegura que ya ha contribuido a localizar a cientos de delincuentes y a exonerar a inocentes. La aplicación, que dispone de una base de datos de más de tres mil millones de imágenes obtenidas de Facebook, YouTube, Twitter, Instagram y otros sitios web, identifica a casi cualquier persona con una sola foto; y, aseguran sus autores, es capaz de asociar una persona con su registro en tres de cada cuatro ocasiones. Ahora bien, ¿y si la aplicación se usa para fines malvados? ¿Y si se utiliza para acechar a cónyuges infieles o para desenterrar secretos con el fin de chantajear o acosar a alguien? No acaban aquí sus funcionalidades, pues la aplicación incluye una opción para utilizarla junto a gafas de realidad aumentada, lo que permitiría al usuario identificar a cualquier persona que vea; una opción ideal para identificar a un terrorista, o a individuos concretos en una manifestación o a una persona atractiva con la que nos cruzamos, revelando no sólo su nombre, sino también su domicilio, oficio y amistades.
El reconocimiento facial se ha convertido en una activa área de investigación, que involucra tanto a informáticos como a neurocientíficos o psicólogos. Hasta ahora, las grandes empresas tecnológicas, conscientes de la peligrosidad de su empleo indebido, han considerado que no debían hacer un uso deliberado de tecnologías para identificar personas con tan solo una imagen del rostro. Hasta ahora…

sábado, 12 de diciembre de 2020

Tatuajes


A veces necesito aquietar el pensamiento y no se me ocurre mejor remedio que recurrir al apacible trato de algún libro. Eso hacía cuando me tropecé con un relato sobre Paul Gauguin en Polinesia, el pueblo que posee la tradición más amplia de tatuajes. Pronto me invadió la curiosidad. Para los europeos, herederos de la civilización grecorromana, los tatuajes son ajenos a nuestra cultura; porque solamente los criminales eran tatuados por griegos y romanos. ¿Cómo llegó entonces tal práctica a nosotros? La trajeron los marineros, que los habían visto en los indígenas americanos y, más tarde, en los polinesios. 
No me interesan las motivaciones de quienes desean tatuarse: cada uno hará con su cuerpo lo que quiera; sino los componentes químicos que contienen los tintes de los dibujos que lucen los tatuados. Según la Agencia Europea de Sustancias Químicas, la mayoría de las tintas se elaboran con más de cien colorantes y otros tanto aditivos, los pigmentos son de poca pureza, muchos de ellos ni siquiera están autorizados como productos cosméticos y más del sesenta por ciento de los colorantes usados son compuestos azoicos, que pueden liberar aminas aromáticas cancerígenas. Mencionaré otros posibles ingredientes: la tinta china, el carbón, el fenol, el arsénico y metales como el mercurio, titanio, cinc, cobalto, cromo, manganeso, hierro, cadmio, cobre y plomo. Según los expertos del JRC (órgano encargado del asesoramiento científico de la Unión Europea) y de la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos) la tinta que los tatuados se inyectan en la piel contiene sustancias peligrosas y cancerígenas; compuestos que pueden generar mutaciones genéticas, afectar a la salubridad de la reproducción, causar alergias o dañar los ganglios linfáticos. Y no sólo eso, debido a la ruptura de la barrera epidérmica pueden aparecer procesos infecciosos, reacciones inflamatorias o tumores benignos y malignos sobre las áreas tatuadas. Desgraciadamente, incluso tomando todas las precauciones, algunos de estos problemas son impredecibles. 
Menos peligroso resulta el uso de la alheña o henna, un tinte rojizo que se hace con la hojas de la planta Lawsonia inermis y se emplea en el cabello o para dibujar en la piel. Ahora bien, el sujeto puede preferir el color negro: en tal caso se le proporciona alheña negra, obtenida añadiendo, a la henna original, PPD (parafenilendiamina), producto que se usa en el tinte del cabello y que no debe tocar la piel por ser muy alergénico. ¡Qué le vamos a hacer!

sábado, 5 de diciembre de 2020

Venganza


Reflexionaba sobre la frase siguiente, leída en un cuento de William Faulkner. “Porque es sólo en la literatura donde las anécdotas paradójicas y, a menudo, mútuamente excluyentes de un alma humana pueden yuxtaponerse y amalgamarse, por medio del arte, en un todo de verosimilitud y plausibilidad”. ¿Sólo por medio del arte entendemos el alma humana? No hace mucho tiempo asentiría; hoy, ante los espectaculares avances de las neurociencias, negaría. 
Imagine el prudente lector que su cónyuge, madre o hijo fallece en un atentado terrorista. Condenan a muerte al responsable. ¿Presenciaría su ejecución? Si lo hace, no se preocupe por su salud mental: no es una conducta patológica. Junto con la empatía y el altruismo, los humanos tenemos capacidad para sentir placer ante el dolor ajeno cuando se considera merecido. Distintos investigadores ha explorado hasta que punto esta emoción está presente en los infantes y en nuestros parientes animales más próximos. Las neuroimágenes del cerebro revelan que nos satisface contemplar el padecimiento de quien nos ha dañado: el sentimiento de venganza tiene un sustrato biológico. Y tiene sentido evolutivo: no resulta rentable ayudar a quien nos ha perjudicado en el pasado pues aumentaría la probabilidad de sufrir daños en el futuro. Por tanto, si bien es cierto que los humanos somos cooperadores naturales también lo es que somos vengadores naturales. 
Chimpancés y macacos japoneses se vengan: castigan a los autores de un acto hostil. Ahora bien, ¿sienten placer al presenciar un castigo que consideran merecido? Un equipo de investigadores hizo experimentos que demuestran que tanto chimpancés como niños de seis años buscan presenciar el castigo del congénere que previamente se ha portado mal con ellos. Describámoslos. Un chimpancé observa cómo un experimentador golpea a otro, que le había quitado comida al animal. A continuación, los experimentadores se ocultan: el primate se molesta en abrir una pesada puerta para seguir presenciando el castigo. Un niño tiene la misma conducta: observa cómo una marioneta castiga a otra que, previamente, se había portado mal con el pequeño (quitándole unos juguetes). El niño paga una moneda para continuar contemplando los golpes. Estos resultados indican que la venganza surgió como un mecanismo evolutivo destinado a desincentivar agresiones futuras.
Reaccionamos ante las injusticias, nos vengamos y nos place presenciar un castigo que consideramos merecido. Actos que, si bien revelan el lado oscuro de nuestra naturaleza, también son la base de los sistemas legales que nos protegen.