sábado, 26 de marzo de 2022

Mandrágora


Los herboristas y sanadores europeos medievales creían que la raíz de la mandrágora, cuando se arrancaba de la tierra, emitía un llanto agudo que enloquecía y mataba a la gente: por ello los maestros daban singulares consejos a los jóvenes aprendices: tápate los oídos, amarra la planta a un perro y pon carne lejos de él; cuando el hambriento can corra a comérsela, sacará la gritona raíz: morirá el perro, pero no el prudente discípulo. Ibn al-Baitar, botánico español del siglo XIII, registró tal práctica; pero quizá más escéptico que otros eruditos, no dudo en añadir que, aún siguiendo las instrucciones al pie de la letra, al perro nada le pasó. William Shakespeare, conocedor de la leyenda, pero no de las investigaciones del sabio español, escribe en Romeo y Julieta: "¡Ay! ¡Ay! ¿Cómo es posible que al despertarme de improviso no enloquezca ante tan espeluznantes horrores y emanaciones tan pestilentes, y entre unos chillidos semejantes a los de la mandrágora al ser arrancada de la tierra, que hacen perder el juicio a los mortales que los escuchan?” 
¿La utilidad de la legendaria planta? Parece ser que las brujas agregaban mandrágora a sus bebedizos: tal vez por eso imaginaban volar en sus escobas. Raquel le dice a Lea (léase el “Génesis” 30:14) que puede yacer con su esposo a cambio de mandrágora, pues espera que la planta le ayude a concebir. No dejo de consignar que ruines asesinos la utilizaron para nefastos crímenes; más piadosa, pero no menos mortal fue la costumbre de dar vino con mandrágora a los crucificados, para apurar el fin. En resumen, que la planta -que contiene los alcaloides hiosciamina, atropina, escopolamina- se ha usado como alucinógeno, afrodisíaco, veneno, analgésico y fármaco para la fertilidad. 
Si bien las solanáceas americanas, patatas y tomates, no contienen los compuestos tóxicos de las solanáceas europeas (mandrágora, beleño, estramonio y belladona), cuando llegaron a Europa, a principios del siglo XVI, despertaron sospechas. Los tomates, caracterizados como un tipo extraño de mandrágora, no entusiasmaron a la gente hasta el siglo XVIII, tampoco la patata pareció confiable: si no es recomendable comer la raíz de mandrágora ¿por qué arriesgarse con las patatas? No obstante, cuando los europeos decidieron probarlas, el efecto resultó extraordinario: en el siglo XVII la patata se convirtió en parte primordial de la dieta del norte de Europa y, debido a ella, su población se duplicó en cien años. ¡Nada menos!

sábado, 19 de marzo de 2022

Masas inercial y gravitatoria


Newton
paseaba.
Los gusanos roían
su manzana.

Si bien Federico García Lorca atribuye a los gusanos la acción de roer la manzana; considero que erró el poeta, pues no eran los vulgares insectos, sino el excelso Albert Einstein, quien se encargó de tal menester cuando reemplazó la ley de gravedad de Isaac Newton, por su teoría de la relatividad general; tal vez por eso el sabio alemán escribió “Newton, perdóname. Tú encontraste el única camino que, en tu época, era posible para un hombre de la máxima capacidad intelectual y creativa. Los conceptos que creaste aún guían nuestro pensamiento físico, pero ahora sabemos que deberán ser remplazados por otros muy alejados de la esfera de la experiencia inmediata, si nuestro propósito es un conocimiento más hondo de las relaciones existentes". La caída de una manzana sugirió a Newton la ley de la gravedad (al menos eso cuenta la leyenda), ley superada, en el año 1915, por otra mejor. Todo comenzó con una discusión sobre qué es la masa, o sea, la cantidad de materia. Si medimos la masa con una balanza, que depende únicamente de la gravedad, la calificamos como masa gravitatoria; si lo hacemos mediante la medida de la fuerza que necesitamos ejercer sobre un objeto para proporcionarle una aceleración determinada, la llamamos masa inercial. Nadie tenía explicación para la igualdad entre ambas magnitudes… hasta Einstein, quien convirtió la igualdad en identidad y sobre ese postulado edificó su monumental teoría de la relatividad general. Porque esta nueva teoría de la gravitación postula que las masas, al mismo tiempo que originan gravedad, experimentan efectos inerciales. Eso significa que un observador es incapaz de distinguir la gravedad (uniforme) de un movimiento acelerado; y que, por tanto, las leyes de la naturaleza deben expresarse de manera que sea imposible distinguir el movimiento acelerado de la gravedad. Fijémonos en dos astronautas viajeros: si uno asegura que siente la inercia del movimiento porque ha acelerado o frenado, su compañero puede argumentar que siente una atracción gravitatoria en uno u otro sentido: y ambos tienen razón. Observemos ahora otro fenómeno, la ausencia de peso durante la caída libre: la aceleración no sólo simula la gravedad, también la contrarresta. Evidentemente, la explicación de Einstein nada se parece a la de Newton. 

Newton
lloraba.
En un alto cedro dos
viejos búhos platicaban
y en la noche lentamente
el sabio volvía a su casa
soñando inmensas pirámides
de manzanas.

sábado, 12 de marzo de 2022

Azúcar


¿Es saludable la ingestión del azúcar de mesa, que los químicos llaman sacarosa? Antes de emitir un juicio sobre esta dulce molécula analicemos sus beneficios y perjuicios. 
La sacarosa es un disacárido formado por una molécula de glucosa y una de fructosa, que se extrae de la caña de azúcar (el setenta y tres por ciento de la producción mundial) y de la remolacha (el veintisiete por ciento restante). La sacarosa se encuentra en casi todas las plantas porque es el vehículo principal de transporte de azúcares desde las hojas, donde se fabrican mediante la fotosíntesis, al resto de la planta; esto significa que siempre que comemos frutas, hortalizas y verduras ingerimos sacarosa. ¡Ni más ni menos! La Organización Mundial de la Salud (OMS) no pone límites a la ingestión de azúcar de esta manera, porque no existen pruebas de consecuencias adversas. Caber citar un efecto fisiológico de esta singular molécula, es probable que la sacarosa actúe como un tranquilizante, porque induce la formación del neurotransmisor serotonina en el cerebro. 
Fijémonos ahora en los riesgos. No cabe duda que el consumo de azúcar favorece las caries y que la sacarosa reduce la ingestión de alimentos más ricos en nutrientes, lo que favorece una dieta desequilibrada y poco saludable; y no olvidemos que el sobrepeso o la obesidad afecta a dos de cada siete humanos, dos mil millones de personas. La Organización Mundial de la Salud (OMS) aconseja disminuir los monosacáridos y los disacáridos añadidos a los alimentos por los fabricantes, los cocineros o los consumidores y recomienda que el consumo de azúcares se debería reducir a menos del diez por ciento de la ingesta calórica total (esto supone cincuenta gramos de azúcar, doce cucharillas, en una dieta habitual de dos mil calorías) porque el aumento de la cantidad de azúcares en la dieta va asociado a un aumento comparable del peso. Reconozco que resulta difícil controlar su consumo porque se añade al café, al té, a los refrescos (una lata tiene cuarenta gramos) y a los alimentos procesados (su porcentaje de azúcar puede llegar al ochenta por ciento); incluso se encuentra escondido en comestibles insospechados: el ochenta y seis por ciento de las salchichas y otros productos cárnicos, así como el catorce por ciento de los derivados del pescado contiene azúcares añadidos. 
Juzgue por sí mismo el responsable lector porque el escritor declara que se haya sumido en un mar de dudas. 

sábado, 5 de marzo de 2022

Eclipses


Los eclipses son fenómenos celestes que siempre sorprenden a cualquier observador curioso. Desde hace más de dos milenios, los astrónomos no sólo conocen sus causas, sino también son capaces de predecirlos; concretamente, los babilonios descubrieron que, después de seis mil quinientos ochenta y cinco días con treinta y dos centésimas (algo más de dieciocho años), la Luna y la Tierra regresan a la misma posición; saros llamamos ahora al ciclo durante el cual se producen, como media, ochenta y cuatro eclipses, la mitad de Luna (cuando la Luna se halla en la sombra de la Tierra) y la mitad de Sol (cuando la Luna tapa el Sol). 
Recordemos dos eclipses ocurridos en diferentes épocas históricas que tuvieron consecuencias muy distintas. Heródoto (que vivió hace dos milenios y medio) nos describe, con inimitable maestría, el eclipse de Sol que sucedió en el año 585 antes de JC: “en medio de la batalla misma se les convirtió el día repentinamente en noche, cambio que Tales de Mileto había predicho… Entonces lidios y medos, viendo el día convertido en noche, no sólo abandonaron la batalla iniciada, sino que, tanto unos como otros, se apresuraron a poner fin a sus discordias con un tratado de paz.” Los racionalistas griegos convirtieron en sabio a Tales, el autor de la predicción; para los supersticiosos lidios y medos, el eclipse fue la manifestación de la cólera de los dioses que no aprobaban la batalla, y por eso firmaron la paz. 
Comprobemos ahora cómo el acierto en la predicción de un eclipse confiere una autoridad singular al autor del pronóstico. El protagonista del eclipse de Luna de 1504 fue un engaño. Cristóbal Colón, varado en Jamaica, dependía de los nativos para que le suministrasen alimentos… hasta que un día los aborígenes se negaron a proporcionárselos. El audaz navegante, que disponía de una carta con las fechas de los eclipses, ideó un fraude para sobrevivir. Nos lo cuenta uno de sus colaboradores: "Hizo llamar a todos los caciques y les dijo que se maravillaba de que no le llevaran comida como solían, sabiendo, como les había dicho, que había venido allí por mandato de Dios”. Añadió "que Dios estaba enojado con ellos y que se lo mostraría aquella noche por señales que haría en el cielo; y como aquella noche era el eclipse de la Luna, casi todo se oscureció". "Ellos le creyeron y se fueron muy espantados y prometieron que le traerían siempre de comer”.