sábado, 5 de marzo de 2022

Eclipses


Los eclipses son fenómenos celestes que siempre sorprenden a cualquier observador curioso. Desde hace más de dos milenios, los astrónomos no sólo conocen sus causas, sino también son capaces de predecirlos; concretamente, los babilonios descubrieron que, después de seis mil quinientos ochenta y cinco días con treinta y dos centésimas (algo más de dieciocho años), la Luna y la Tierra regresan a la misma posición; saros llamamos ahora al ciclo durante el cual se producen, como media, ochenta y cuatro eclipses, la mitad de Luna (cuando la Luna se halla en la sombra de la Tierra) y la mitad de Sol (cuando la Luna tapa el Sol). 
Recordemos dos eclipses ocurridos en diferentes épocas históricas que tuvieron consecuencias muy distintas. Heródoto (que vivió hace dos milenios y medio) nos describe, con inimitable maestría, el eclipse de Sol que sucedió en el año 585 antes de JC: “en medio de la batalla misma se les convirtió el día repentinamente en noche, cambio que Tales de Mileto había predicho… Entonces lidios y medos, viendo el día convertido en noche, no sólo abandonaron la batalla iniciada, sino que, tanto unos como otros, se apresuraron a poner fin a sus discordias con un tratado de paz.” Los racionalistas griegos convirtieron en sabio a Tales, el autor de la predicción; para los supersticiosos lidios y medos, el eclipse fue la manifestación de la cólera de los dioses que no aprobaban la batalla, y por eso firmaron la paz. 
Comprobemos ahora cómo el acierto en la predicción de un eclipse confiere una autoridad singular al autor del pronóstico. El protagonista del eclipse de Luna de 1504 fue un engaño. Cristóbal Colón, varado en Jamaica, dependía de los nativos para que le suministrasen alimentos… hasta que un día los aborígenes se negaron a proporcionárselos. El audaz navegante, que disponía de una carta con las fechas de los eclipses, ideó un fraude para sobrevivir. Nos lo cuenta uno de sus colaboradores: "Hizo llamar a todos los caciques y les dijo que se maravillaba de que no le llevaran comida como solían, sabiendo, como les había dicho, que había venido allí por mandato de Dios”. Añadió "que Dios estaba enojado con ellos y que se lo mostraría aquella noche por señales que haría en el cielo; y como aquella noche era el eclipse de la Luna, casi todo se oscureció". "Ellos le creyeron y se fueron muy espantados y prometieron que le traerían siempre de comer”. 

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