sábado, 12 de marzo de 2022

Azúcar


¿Es saludable la ingestión del azúcar de mesa, que los químicos llaman sacarosa? Antes de emitir un juicio sobre esta dulce molécula analicemos sus beneficios y perjuicios. 
La sacarosa es un disacárido formado por una molécula de glucosa y una de fructosa, que se extrae de la caña de azúcar (el setenta y tres por ciento de la producción mundial) y de la remolacha (el veintisiete por ciento restante). La sacarosa se encuentra en casi todas las plantas porque es el vehículo principal de transporte de azúcares desde las hojas, donde se fabrican mediante la fotosíntesis, al resto de la planta; esto significa que siempre que comemos frutas, hortalizas y verduras ingerimos sacarosa. ¡Ni más ni menos! La Organización Mundial de la Salud (OMS) no pone límites a la ingestión de azúcar de esta manera, porque no existen pruebas de consecuencias adversas. Caber citar un efecto fisiológico de esta singular molécula, es probable que la sacarosa actúe como un tranquilizante, porque induce la formación del neurotransmisor serotonina en el cerebro. 
Fijémonos ahora en los riesgos. No cabe duda que el consumo de azúcar favorece las caries y que la sacarosa reduce la ingestión de alimentos más ricos en nutrientes, lo que favorece una dieta desequilibrada y poco saludable; y no olvidemos que el sobrepeso o la obesidad afecta a dos de cada siete humanos, dos mil millones de personas. La Organización Mundial de la Salud (OMS) aconseja disminuir los monosacáridos y los disacáridos añadidos a los alimentos por los fabricantes, los cocineros o los consumidores y recomienda que el consumo de azúcares se debería reducir a menos del diez por ciento de la ingesta calórica total (esto supone cincuenta gramos de azúcar, doce cucharillas, en una dieta habitual de dos mil calorías) porque el aumento de la cantidad de azúcares en la dieta va asociado a un aumento comparable del peso. Reconozco que resulta difícil controlar su consumo porque se añade al café, al té, a los refrescos (una lata tiene cuarenta gramos) y a los alimentos procesados (su porcentaje de azúcar puede llegar al ochenta por ciento); incluso se encuentra escondido en comestibles insospechados: el ochenta y seis por ciento de las salchichas y otros productos cárnicos, así como el catorce por ciento de los derivados del pescado contiene azúcares añadidos. 
Juzgue por sí mismo el responsable lector porque el escritor declara que se haya sumido en un mar de dudas. 

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