El
escritor confiesa el estupor que le embargó cuando se enteró que Alan Eustace
se había tirado, en caída libre, desde cuarenta y un kilómetros de altura; lo
hizo, en el año 2014, alcanzando una velocidad máxima de mil trescientos
veintidós kilómetros por hora. E ignora si el estupor se debe a la edad del
audaz saltarín, cincuenta y siete años, o a su cargo, vicepresidente de Google.
En
ausencia de atmósfera, todos los cuerpos caen con la misma velocidad, desde una misma altura, no importa
cuál sea su tamaño o peso; lo demostró Galileo y los científicos comprobaron
muchas veces que así sucede. Pero si existe aire la caída ocurre de otra
manera. Un cuerpo que cae libremente, en la atmósfera, acelera debido a la fuerza
de la gravedad; pero la aceleración es cada vez menor, debido a que la fuerza
de resistencia aerodinámica aumenta a medida que la velocidad crece, hasta que llega
un momento en que la resistencia iguala al peso; sucede entonces que la
aceleración se anula y la velocidad con la que el objeto cae permanece invariable.
Los científicos han averiguado que la fuerza de resistencia aerodinámica que
opone el aire al cuerpo que cae depende de su velocidad (de su cuadrado,
concretamente), de la densidad del aire, del área del objeto y de un
coeficiente aerodinámico de resistencia; en consecuencia, todos los objetos no
caen con la misma velocidad en la atmósfera; si hacemos comparaciones,
comprobaremos que cae con más velocidad el que pesa más, aquél cuya área sea menor, el que tiene menor coeficiente de fricción (el de un ala es casi treinta
veces menor que el de un plano, el de una esfera la veinteava parte y
una bala un cuarto) y, por último, cuando la densidad del gas es más pequeña (en
altitudes altas) aumenta la rapidez del descenso. Un par de datos nos ayudan a valorar
estas magnitudes: una persona, en posición horizontal con las extremidades
extendidas, alcanza una velocidad terminal en caída libre de casi doscientos
kilómetros cada hora, una gota de agua de lluvia no sobrepasa los treinta y dos.
¿Nos intriga saber cómo se las apaña el paracaidista? La diferencia con la
caída libre es que existe una fuerza de resistencia
adicional proporcionada por el paracaídas; con lo cual la velocidad a la que el
sujeto llega al suelo –si cae desde la suficiente altura- es lo suficientemente
pequeña como para no lastimarse.