sábado, 14 de julio de 2018

Detección de ondas gravitacionales


El descubrimiento científico más importante del año 2017 es, según la prestigiosa revista Science, la detección de ondas gravitacionales procedentes de la fusión de dos estrellas de neutrones. La historia comenzó en 2015, cuando se logró la primera detección directa de tales ondas, predichas por la teoría de la relatividad de Einstein; igual que una piedra arrojada sobre un estanque genera ondas, los objetos muy masivos acelerados a velocidades extremas generan perturbaciones, que recorren el espacio-tiempo a la velocidad de la luz y pueden ser detectadas en la Tierra. Eso hizo el observatorio de ondas gravitacionales LIGO: midió el ínfimo cambio en el espacio-tiempo provocado por la fusión de dos agujeros negros estelares lejanos. Se acababa de inaugurar una nueva era de la Astrofísica: no solo se podían detectar algunas partículas (rayos cósmicos) y observar las diferentes radiaciones electromagnéticas, también se iban a escuchar las ondas gravitacionales procedentes del espacio.
En 2017, los observatorios LIGO y Virgo, detectaron la fusión de dos agujeros negros; enormes objetos que, al unirse, generan metafóricos rugidos detectables en la Tierra como ondas gravitacionales. Pero lo mejor estaba por llegar; si bien se habían captado las ondas gravitacionales procedentes de los agujeros negros, estos objetos resultan invisibles para los telescopios. Los científicos pretendían captar las ondas gravitacionales de algo que pudieran ver, porque esperaban aprender más de los fenómenos astronómicos si a la vista añadían el oído. En 2017 lo consiguieron: los observatorios LIGO y Virgo detectaron ondas gravitacionales y el telescopio espacial Fermi captó un estallido de rayos gamma que, se sospecha, se originó en la fusión de dos estrellas de neutrones, y las señales procedían del mismo lugar. En cuestión de minutos más de tres mil astrónomos de todo el mundo se dispusieron a observar este fenómeno astrofísico, que se convirtió en el más estudiado de la historia. La fusión, nombrada GW170817 y situada a ciento treinta años-luz de distancia, envió a la Tierra ondas gravitacionales, luz y otras radiaciones electromagnéticas. Se había inaugurado una nueva Astrofísica: ver con telescopios y escuchar las ondas gravitacionales de lo que sucede en el universo. Y todavía esperamos ampliar nuestros conocimientos cuando, con el observatorio IceCube, detectemos también los neutrinos emitidos por el mismo fenómeno astronómico: cuando esto suceda habremos añadido a la vista y oído la degustación. ¡No podía ser de otra manera!

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