Al
escritor, como a cualquier amante de la astronomía, le deleitan estos párrafos,
escritos por Homero hace unos dos mil ochocientos años: “Gozoso despegó las
velas el divinal Odiseo y, sentándose, comenzó a regir hábilmente la balsa con
el timón,… mientras contemplaba las Pléyades, el Boyero, que se pone muy tarde,
y la Osa, llamada el Carro por sobrenombre, la cual gira siempre en el mismo
lugar, acecha a Orión y es la única que no se baña en el océano, pues habíale
ordenado Calipso, la divina entre las diosas, que tuviera a la Osa a la mano
izquierda durante la travesía”. Tal vez el deleite se deba a que nuestras vidas
están ligadas a las estrellas: la mayoría de los átomos que componen nuestro
cuerpo se crearon en los hornos estelares; y el Sol, así como todos los
planetas, tuvieron su origen, en un pasado remoto, en una oscura nube de gas y
polvo.
La
formación de estrellas y planetas ha cautivado la imaginación de la humanidad
desde siempre. Para estudiarla hay que identificar los lugares donde nacen y
pasan su infancia. Algunas de estas incubadoras estelares no distan mucho del
sistema solar; y pueden percibirse a simple vista como manchas oscuras sobre el
tenue resplandor de la Vía Láctea. Hasta el siglo XX no se reconoció que las
manchas oscuras no son regiones carentes de estrellas, sino vastas nubes de gas
y polvo que velaban el brillo de millones de estrellas. Hoy sabemos que las
regiones oscuras están formadas por nubes moleculares que contienen suficiente
materia para formar cientos de millones de estrellas semejantes a nuestro Sol; tales
nubes –frías, a doscientos sesenta y tres grados centígrados bajo cero- generan
estrellas. Los astrónomos notaron que algunas estrellas allí ubicadas exhibían
variaciones intensas y súbitas de brillo asociadas a nebulosidades brillantes,
las llamaron estrellas T Tauri; y suponen que son estrellas jóvenes.
En
la constelación de Orión,visible desde cualquier punto de la Tierra, está una
región de formación de estrellas cercana al sistema solar (mil dos cientos años
tarda su luz en llegar a la Tierra). Entre Rigel y Betelgeuse, las estrellas
más brillantes, se agrupan tres en línea recta, perpendiculares a ellas se
hallan otras tres estrellas; en el centro del trío puede verse con unos
binoculares la nebulosa de Orión, y en medio de ella cuatro estrellas recién
nacidas (tienen menos de un millón de años…nada más).