¿Tiene
algún interés para el ciudadano lo que pasa en el lejano núcleo de
nuestro planeta? Un ingenuo lector probablemente crea que ninguno:
yerra. El movimiento del hierro fundido, que constituye el núcleo
externo de nuestro planeta, crea un campo magnético; y el campo
magnético de la Tierra, su magnetismo, forma la magnetosfera, el
escudo que protege la superficie terrestre del viento solar y de los
rayos cósmicos, imprescindible, por tanto, para la permanencia de la
vida. Una vez aclarada su importancia, se comprende el interés que
suscita para los geólogos lo que sucede en tan exótico lugar.
Comencemos
por el principio. Una vez formada, la Tierra se fue enfriando,
primero se formó una corteza de roca, a continuación, un manto de
silicatos, dentro de él se halla un núcleo, de hierro
mayoritariamente; y no, no tenemos un núcleo sólido, pruebas
indudables nos muestran que existe un núcleo externo fundido, y un
núcleo interno sólido. ¿Cuándo se produjo esta diferenciación?
Hasta hace poco se ignoraba la edad del núcleo interno sólido; un
grupo de geólogos encabezados por Richard Bono, en 2019, cree
haberla averiguado. El magnetismo hallado en las rocas antiguas,
testifica que el magnetismo del planeta apareció, al menos, hace
cuatro mil doscientos millones de años, y se debió a la circulación
de los materiales fundidos dentro del núcleo; pero, a medida que
transcurría el tiempo, el movimiento se volvía más lento por lo
que, tal como sugiere el registro geológico, el magnetismo se fue
debilitando. Durante cien mil años, la debilidad era extrema, la
intensidad magnética resultaba diez veces menor que ahora, y
aparecían repentinas inversiones de los polos. Por suerte, debido al
enfriamiento, el núcleo interno del planeta se solidificó, hace
alrededor de quinientos sesenta y cinco millones de años, justo a
tiempo para evitar el colapso del campo magnético; el núcleo,
sólido en su interior, pero fluido en su parte externa, formó una
potente dinamo dentro de la Tierra, que activó el campo magnético
que disfrutamos hoy; campo magnético que ha formado la magnetosfera
terrestre que nos salvaguarda de las radiaciones externas.
Sucedió
todo en el período ediacárico, cuando desapareció la fauna
ediacárica, un poco antes de que aparecieron los antepasados de
todos los animales modernos. ¿Guarda alguna relación el fenómeno
geológico con los acontecimientos biológicos? Tal vez, amigo
lector, seas tú el primero en conocer la respuesta… algún día.