En
el cuerpo humano hay más bacterias que células humanas, ¡nada
menos!, cerca de un kilo y medio de nuestro peso son bacterias; la
mayor parte del total, unas cien billones de cuatrocientas especies
diferentes, está en el sistema digestivo. En el colon (parte del
intestino grueso), donde la comida pasa entre uno y dos días, las
bacterias suman cerca de novecientos gramos, la mitad de su
contenido; de hecho, la flora bacteriana intestinal realiza la mayor
parte del trabajo digestivo que se efectúa en el colon. Aunque en
menor concentración, también el intestino delgado contiene
bacterias digestivas; a todas ellas deben sumarse las bacterias de la
vagina, que protegen de las infecciones, las que prosperan en las
narices, en los ojos, en los oídos y en la boca (entre quinientos y
seiscientos tipos distintos), y las que viven en la piel, donde hay
hasta cien mil por cada centímetro cuadrado. Afortunadamente, sólo
cien de las dos mil especies bacterianas que aloja nuestro organismo,
pueden ser perjudiciales; y a esta mínima proporción deben su mala
fama.
Si
ya nos hemos convencido de la importancia que tienen las bacterias
intestinales para la salud de cualquiera de nosotros, podemos
examinar sin prejuicios los argumentos sobre la necesitad del
diminuto apéndice que le han extirpado a siete de cada cien
personas: pues ese es el número de operados de apendicitis. Tan gran
cantidad de pacientes, entiendo yo, se debe a que, hasta hace poco,
en las universidades se enseñaba que el apéndice no desarrollaba
función alguna en el organismo: se trataba de un órgano vestigial,
carente de importancia; tal vez por eso, sospecho, unos
investigadores detectaron que, en los EEUU, una de cada seis
operaciones se hace en apéndices normales: o sea, ¡que los
cirujanos operaban por si acaso! Los fisiólogos, recientemente, han
hallado que este pequeño órgano de diez centímetros de largo, no
sólo forma parte del sistema inmunitario que nos protege tanto de
las agresiones externas como de las internas, sino también sirve
para dar cobijo a las bacterias beneficiosas del intestino cuando hay
alguna emergencia; parece que el apéndice actúa como almacén de
bacterias beneficiosas, para repoblar el intestino después de una
infección por bacterias patógenas y lograr que retorne a un estado
saludable. Recapitulo: si bien la amputación de un brazo gangrenado
nos salva la vida, nadie se amputa un miembro sano: ¡hagamos lo
mismo con el apéndice!
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