El
universo comenzó su existencia hace trece mil setecientos millones de años; momento
en que también inició su expansión y enfriamiento. En un principio se formaron
los fotones, quarks, electrones y neutrinos, después los quarks se unieron para
constituir protones y neutrones; éstos, a continuación, hicieron lo mismo, se
fusionaron para dar núcleos de helio y de litio. En lo que concierne a la
química, poco más sucedió desde el primer instante hasta aproximadamente trescientos
mil años después; en ese momento, a tres mil grados, los electrones se
recombinaron con los núcleos y formaron los primeros átomos: ahí se emitió la
radiación cósmica de fondo.
El universo en expansión tenía un
freno incorporado; después de unos cien, o algo más, millones de años, la
gravedad, el gran escultor, obligó a la materia a colapsar en cuerpos –estrellas-
que se calentaron e iluminaron el cielo. Las estrellas quemaron hidrógeno convirtiéndolo
en helio y desprendiendo energía; a lo largo de su vida, más o menos corta,
según la magnitud de su tamaño, se forman los núcleos atómicos ligeros (hasta
el hierro), que incluyen el nitrógeno, carbono, oxígeno, sodio, magnesio,
silicio y azufre, muchos de ellos dispuestos en enormes caparazones estelares,
como la piel de una cebolla.
Los
elementos químicos, una vez creados, fueron expelidos al espacio por varios
procesos, cada uno involucrando a una estrella moribunda. Las estrellas normales
(de la secuencia principal, las etiquetan los astrónomos), como nuestro Sol, se
convierten en enanas blancas, pero antes de morir se hinchan (forman gigantes
rojas) y expulsan al medio interestelar las capas externas, enriquecidas en
oxígeno, nitrógeno y carbono. Las estrellas más pesadas que el Sol explotan,
como una supernova de Tipo II, dejando una estrella de neutrones como residuo y
produciendo en el cataclismo núcleos atómicos pesados (plata y oro incluidos, hasta
el uranio). Se produce una supernova (Ia) distinta de la anterior, si una enana
blanca extrae masa de otra estrella normal; cabe señalar que, durante la
explosión, se sintetizan núcleos atómicos superpesados (hasta el fermio). Una
nueva fábrica de núcleos pesados la hemos hallado recientemente: las kilonovas,
resultantes de la fusión de dos estrellas de neutrones.
Una
vez sintetizados todos los elementos debemos esperar a que una gigantesca nube
de molecular se contraiga en el espacio para que forme un disco alrededor de
una estrella recién nacida, disco en el que, tal vez, se moldee un planeta como
el nuestro. Tal vez.