Estamos
acostumbrados a pensar en nosotros como la única especie humana en nuestro planeta, porque durante
los últimos diez mil años lo hemos sido. Diez milenios sin que nadie nos dispute el puesto han hecho mella en
nuestra mentalidad; por lo que existe una arraigada creencia a pensar que es natural.
Nuevos hallazgos y la reevaluación de los antiguos muestran que los Homo (los
humanos) tienen una historia similar a la mayoría de los animales. Vulpes, Ursus,
Canis, Panthera y Homo son géneros biológicos de mamíferos que agrupan a
distintas especies animales: de zorros y de osos, los dos primeros; de perros,
lobos, chacales y coyotes, el tercero; de leones, tigres, jaguares y leopardos, el cuarto; conocemos más de una docena de especies del género Homo, todas extintas
menos una, la sapiens. La diferencia consiste en que, en los cuatro primeros grupos, las
distintas especies coexisten al mismo tiempo, ¿por qué no iba a suceder lo
mismo con los humanos?
Nuestros
parientes vivos más próximos, nuestra familia biológica, los grandes simios incluyen
los chimpancés, gorilas y orangutanes; nuestro linaje se separó de ellos hace
seis millones de años. Y de los Australopithecus, otro género de simios, evolucionaron
los humanos, hace dos millones de años y medio: unos humanos eran grandes, pequeños
otros, éstos cazadores temibles, aquéllos apacibles recolectores, algunos
vivieron en una isla, otros recorrieron continentes; pero todos pertenecían al género Homo. Durante los últimos dos millones de años y medio surgieron
numerosas especies humanas, compitieron, coexistieron, colonizaron nuevos lugares,
vivieron o se extinguieron; nuestra especie fue una más, hasta hace
aproximadamente diez milenios; en concreto, hace cien milenios, la Tierra estaba
habitada por varias especies humanas, entre ellas los neandertales, los erectus
y los sapiens que se extendieron por todo el orbe.
Sabemos
que, durante la mayor parte de la prehistoria, nuestros antepasados
compartieron planeta con otras especies humanas; no somos el final de una
sucesión de especies, en la que cada una es más lista y erguida que las precedentes, la
historia de nuestra evolución dista de ser el ascenso de un héroe solitario. Es
una falacia considerar que las diversas especies humanas se disponen en una
línea ascendente directa; tal modelo da la impresión equivocada de que, en
cualquier momento, sólo una especie humana habitaba en la Tierra, y que las demás eran más antiguas. Es nuestra soledad actual lo que es peculiar y, quizá, incriminador.
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