sábado, 27 de marzo de 2021

Desconocimiento ambiental


Brunhilde Pomsel, secretaria de Joseph Goebbels, ministro y colaborador de Hitler, protagoniza "Una vida alemana”, película estrenada en 2016. No me considero culpable, ni responsable de los millones de muertes que causó el régimen nazi, testimonia esta mujer. Sí, conocía la existencia de los campos de concentración, aunque no sabía cuál era su función real; nadie se podía imaginar que su objetivo era exterminar los judíos. Según ella, esa ignorancia del estado real de las cosas era generalizada en Alemania durante la cuarta y quinta década del siglo XX. A este testimonio, uno las reflexiones de Hannah Arendt sobre las dos maneras de existir que tiene el mal: el mal radical, deliberado, se produce cuando el individuo decide escogerlo, después de haber pensado. Pero existe otro mal, el que procede de no pensar, el mal banal. Adolf Eichmann fue culpable porque ejecutó las leyes de un estado criminal; su irreflexión le ha convertido en uno de los mayores criminales del siglo XX. Sin embargo, quienes lo juzgaron lo hallaron banal, no demoníaco. 
Este preámbulo me conduce a plantearme varios interrogantes, ¿Tenemos derecho a ignorar los profundos cambios que se están produciendo en el planeta con la llegada del Antropoceno? ¿Tenemos derecho a ignorar que estos cambios van a producir sufrimiento, pobreza y muerte a millones de semejantes? Un equipo de científicos, dirigido por Johan Rockström, ha identificado los principales procesos ambientales (nueve) que deben mantenerse por debajo de ciertos límites para que la civilización no se vea amenazada; y los ha medido, con unos márgenes de error. Citémoslos. La cantidad de dióxido de carbono que causa el cambio climático ha sobrepasado (cuatrocientos) el ámbito seguro (trescientos cincuenta). La tasa de extinción que ocasiona la pérdida de biodiversidad (superior a cien) ha sobrepasado el ámbito seguro (diez). La extracción del nitrógeno de la atmósfera (ciento treinta y tres) ha sobrepasado el ámbito seguro (treinta y nueve). En cuanto al flujo del fósforo hacia el mar, la reducción del ozono estratosférico y la acidificación oceánica, así como el porcentaje de uso del suelo terrestre y el consumo de agua dulce, estamos debajo de los límites seguros, pero nos acercamos a ellos peligrosamente. Están por determinar los límites seguros de los otros dos procesos -contaminación química ambiental y concentración de aerosoles atmosféricos-. 
La historia depende de nosotros, no es determinista; la humanidad tiene dos caminos para afrontar el futuro, resolver los problemas ambientales o regresar a la barbarie.

sábado, 20 de marzo de 2021

Estrellas visibles


En las noches de abril, mansas y bellas,

en tanto que recuerdas o meditas,

ascienden al azul las margaritas

y se truecan en pálidas estrellas.

Cuando el sol en las mares infinitas

del orto, desparrama sus centellas,

descienden a los campos las estrellas

y se truecan en blancas margaritas.

Por eso, cuando llena de rubores

deshojas margaritas de alabastros,

auguran el olvido y los amores;

presienten el futuro: ¡han sido astros!

comprenden el amor: ¡han sido flores!


Transformar margaritas en estrellas ¡que bella la ficción poética de Amado Nervo! Cuando el arrobado lector contempla el cielo nocturno, ¿alguna vez se ha preguntado cuántas estrellas ve?


Para medir el brillo de las estrellas los astrónomos utilizan la escala de magnitud: las magnitudes de Pólux, Arturo, Capella y Aldebarán, cuatro de las estrellas más brillantes y cercanas, están entre cero y uno con una décima. Añadiré que un astro muy brillante tiene una magnitud negativa, como Sirio, la estrella que más brilla (menos uno y cuatro décimas); Venus, el planeta más brillante, alcanza cuatro negativos; la Luna llena llega a doce negativos y el Sol a menos veintiséis.

¿Dónde está el límite del ojo humano? Durante una noche de luna nueva y en un lugar sin contaminación lumínica, se ven estrellas cuya magnitud no supere seis y medio; la astrónoma Dorrit Hoffleit las catalogó todas, en 1908, y contó nueve mil noventa y seis estrellas en ambos hemisferios; cuatro mil quinientas cuarenta y ocho en cada uno. No parecen muchas, pero el presunto amante de las estrellas tiene dificultades para contemplarlas si vive en las afueras de una gran ciudad, porque sólo distinguirá aquéllas cuyo brillo no supere la magnitud cuatro, lo que le permite observar cuatrocientas cincuenta; resulta peor todavía si mora en el centro urbano, porque entonces sólo verá treinta y cinco luminarias, las que no superan la magnitud dos. 

Consuélese el impávido lector, sólo es el límite del ojo humano. Si recurre al auxilio de un simple telescopio o de unos prismáticos, como hay más estrellas débiles que estrellas brillantes, el número aumenta; y con telescopios profesionales ya se cuentan las galaxias. Aunque la Vía Láctea alberga trescientas mil millones de estrellas, una galaxia típica contiene sólo diez mil millones de estrellas; con esas cantidades los astrónomos han estimado que la población estelar del universo observable es, aproximadamente, setenta mil trillones. 

¡Que hermosos son los números, las estrellas… y la poesía!

sábado, 13 de marzo de 2021

Bacteria invulnerable


Para muchas personas los entes sintéticos pertenecen a una categoría distinta a los naturales. Ahora bien, ¿se puede distinguir con precisión una categoría de la otra? Veamos un caso ambiguo. Un equipo de investigadores dirigidos por Jason Chin asegura que, en dos años, ha reemplazado todos los genes (tres mil quinientos cuarenta y ocho) de la bacteria E. coli por una copia sintética del genoma (cuatro millones de letras de ADN). ¿La bacteria conseguida es natural o artificial? ¿Y si se modifica uno de los genes? ¿Importa acaso que sea el investigador quien haya hecho la modificación o que sea una mutación impuesta por el azar? 

Compliquemos el asunto un poco más usando la misma bacteria para experimentar. Parémonos primero a analizar el significado del código genético: se trata de las reglas que determinan la secuencia de aminoácidos que forman las proteínas que constituyen un organismo. La información genética está almacenada en una molécula gigantesca, el ADN, que contiene cuatro pequeñas moléculas distintas; moléculas con las que se pueden hacer sesenta y cuatro tripletes diferentes, llamados codones. Cada codón codifica un aminoácido concreto; como existen solamente veinte aminoácidos para construir la mayoría de las proteínas; existen varios codones que corresponden al mismo aminoácido. Fijémonos en esta bacteria, si bien algunos aminoóacidos (como la metionina y el triptófano) disponen de dos codones cada uno, otros aminoácidos (como la leucina, serina y arginina) requieren seis codones cada uno. Modifiquemos ahora el ADN bacteriano sustituyendo algunos codones infrecuentes (siete, en este caso concreto) por otros, pero que correspondan al mismo aminoácido. La bacteria tendrá exactamente las mismas proteínas, por lo que cabe pensar que su comportamiento será exactamente igual al que tenga la bacteria sin modificar.

Parémonos ahora  para recordar que cada uno de los sesenta y cuatro codones distintos dispone de un ARN específico que transporta el aminoácido en cuestión. ¿Qué sucederá si también eliminamos los siete ARN transportadores que corresponden a los siete codones sustituidos? Aparentemente, la bacteria no notaría nada, porque puede fabricar todas sus proteínas. Pero si le infecta un virus que, como cualquier otro ser vivo, usa los sesenta y cuatro codones, no podría traducirlos en proteínas víricas porque la bacteria infectada no contiene todos los ARN transportadores necesarios. Habríamos construido entonces una bacteria invulnerable a todos los virus. Ni más ni menos. La bióloga Nili Ostrov está a punto de conseguirlo. 

sábado, 6 de marzo de 2021

Fusión nuclear mediante láseres


En el año 2009 se inauguró una enorme instalación láser en los Estados Unidos, la NIF (National Ignition Facility); con ella, los científicos pretenden imitar las reacciones nucleares que ocurren en el núcleo del Sol, o reproducir las enormes explosiones supernova, estruendoso final con el que acaban su vida algunas estrellas. ¡Nada menos! En concreto, los físicos buscan lograr la fusión del deuterio con el tritio, dos variantes pesadas del átomo de hidrógeno: se trata de una reacción nuclear que produce helio y un neutrón, además de energía, en forma de energía cinética de los productos. Cierto, en el año 2020, aún queda lejos hacer rentable la reacción: pues la energía de salida es más pequeña que la de entrada, pero ya se ha mejorado considerablemente el rendimiento de la fusión por confinamiento inercial inducida por láser, que así se llama este proceso. Los números de los experimentos abruman: los láseres han inyectado un millón y medio de julios de energía en el combustible durante un tiempo minúsculo (siete y medio milésimas de millonésimas de segundo), alcanzando la desmesurada presión de treinta y seis mil billones de pascales (trescientas sesenta millones de veces la presión atmosférica). Han conseguido tal hazaña tecnológica recurriendo a ciento noventa y dos láseres; láseres que han concentrado en una pequeña cápsula (hohlraum) que contiene una esferita (de casi un milímetro de radio) en cuyo interior está el combustible. El resultado final consiste en la implosión de la esfera que provoca la ignición y la reacción de fusión del deuterio con el tritio. Un problema, hasta ahora irresuelto, se opone al avance del proyecto: minimizar las asimetrías que aparecen durante la implosión de la esfera de combustible, asimetrías que limitan la eficiencia de la fusión.
La Unión Europea no quiere ir a la zaga en este innovador campo de producción energética: está en fase de diseño una instalación experimental nombrada HiPER que, de construirse, mejorará la norteamericana. Para hacer un generador de energía comercial los ingenieros tienen trabajo pendiente: tendrán que idear un método práctico para optimizar la extracción del calor de la cámara de reacción, proteger la instalación del flujo de neutrones generados por las reacciones de fusión, y producir tritio, a partir de este flujo de neutrones, para conseguir el combustible con que alimentar al reactor. 
¡Si, todavía queda mucha tarea para demostrar la viabilidad de la fusión nuclear como fuente de energía!