sábado, 13 de marzo de 2021

Bacteria invulnerable


Para muchas personas los entes sintéticos pertenecen a una categoría distinta a los naturales. Ahora bien, ¿se puede distinguir con precisión una categoría de la otra? Veamos un caso ambiguo. Un equipo de investigadores dirigidos por Jason Chin asegura que, en dos años, ha reemplazado todos los genes (tres mil quinientos cuarenta y ocho) de la bacteria E. coli por una copia sintética del genoma (cuatro millones de letras de ADN). ¿La bacteria conseguida es natural o artificial? ¿Y si se modifica uno de los genes? ¿Importa acaso que sea el investigador quien haya hecho la modificación o que sea una mutación impuesta por el azar? 

Compliquemos el asunto un poco más usando la misma bacteria para experimentar. Parémonos primero a analizar el significado del código genético: se trata de las reglas que determinan la secuencia de aminoácidos que forman las proteínas que constituyen un organismo. La información genética está almacenada en una molécula gigantesca, el ADN, que contiene cuatro pequeñas moléculas distintas; moléculas con las que se pueden hacer sesenta y cuatro tripletes diferentes, llamados codones. Cada codón codifica un aminoácido concreto; como existen solamente veinte aminoácidos para construir la mayoría de las proteínas; existen varios codones que corresponden al mismo aminoácido. Fijémonos en esta bacteria, si bien algunos aminoóacidos (como la metionina y el triptófano) disponen de dos codones cada uno, otros aminoácidos (como la leucina, serina y arginina) requieren seis codones cada uno. Modifiquemos ahora el ADN bacteriano sustituyendo algunos codones infrecuentes (siete, en este caso concreto) por otros, pero que correspondan al mismo aminoácido. La bacteria tendrá exactamente las mismas proteínas, por lo que cabe pensar que su comportamiento será exactamente igual al que tenga la bacteria sin modificar.

Parémonos ahora  para recordar que cada uno de los sesenta y cuatro codones distintos dispone de un ARN específico que transporta el aminoácido en cuestión. ¿Qué sucederá si también eliminamos los siete ARN transportadores que corresponden a los siete codones sustituidos? Aparentemente, la bacteria no notaría nada, porque puede fabricar todas sus proteínas. Pero si le infecta un virus que, como cualquier otro ser vivo, usa los sesenta y cuatro codones, no podría traducirlos en proteínas víricas porque la bacteria infectada no contiene todos los ARN transportadores necesarios. Habríamos construido entonces una bacteria invulnerable a todos los virus. Ni más ni menos. La bióloga Nili Ostrov está a punto de conseguirlo. 

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