sábado, 27 de febrero de 2021

Causas de la artrosis


Los fármacos que se usan habitualmente para el tratamiento de enfermedades de las articulaciones no curan, simplemente alivian los síntomas, el dolor o la inflamación. ¿Qué ocurre cuando aplicamos un gel, ingerimos una píldora o nos inyectan un analgésico? El dolor desaparece, pero tan pronto como se acaba el efecto retorna; dolor que es la señal de un proceso patológico. Por su fuera poco, cuando adormecemos el dolor en la articulación afectada, ésta se deteriora más rápidamente. No acaban aquí las cuitas de los enfermos; la eficacia de los fármacos condroprotectores no está comprobada. 
El sabio lector ya ha adivinado que, para curar una enfermedad, hay actuar sobre la causa, no sobre las consecuencias. ¿Cuál es la causa, entonces, de los males articulares? Hagamos un inciso para precisar. Los huesos se unen mediante articulaciones (como la rodilla, hombro, cadera, codo, vértebras o articulaciones de manos y pies). La artritis y la artrosis son las enfermedades más comunes que las afectan: la primera consiste en una inflamación de la articulación debido a un proceso autoinmunitario, o al depósito de ácido úrico, o a un traumatismo o a una invasión por bacterias o virus. La segunda es un proceso de degradación de la articulación; con pérdida del cartílago, el amortiguador articular, acompañado por cambios hipertróficos y rigidez del hueso, así como por la formación de osteofitos (protuberancias óseas que aparecen en los bordes de los huesos). Centrémonos en ésta última. ¿Se trata de una enfermedad del cartílago que deteriora al hueso o bien de una enfermedad del hueso que deteriora al cartílago? Sospechamos que las alteraciones en el hueso preceden a los cambios en el cartílago; y sabemos que predominan los mecanismos destructivos del cartílago sobre los reparadores; también que ni la edad, ni el esfuerzo excesivo, ni la genética parecen ser factores esenciales. El aumento en la rigidez del hueso puede ser parte de una alteración generalizada que conduce al aumento en la mineralización (léase calcificación, o sea depósito de calcio) de la articulación afectada. A medida que se degrada el cartílago, el organismo intenta reparar la pérdida generando más osteofitos en la zona dañada; los osteofitos desgastan los tejidos circundantes, provocando inflamación, dolor y, en casos avanzados, inmovilización permanente de la articulación e incapacidad.
¿Existe alguna manera de parar la degradación del hueso o del cartílago? El escritor no lo sabe. 

sábado, 20 de febrero de 2021

Rayos cósmicos de energía extrema


Inicio el discurso con una constatación; durante el último año he recibido radiactividad, la dosis media normal de radiactividad natural que incorpora cualquier persona en la superficie Tierra, concretamente, una cantidad de dos unidades mSv y cuatro décimas, a las que se suman seis décimas de media, procedentes de fuentes médicas. ¿De dónde procede la radiactividad natural? Una parte se debe a que nuestro planeta es ligeramente radiactivo (una unidad y tres décimas se atribuye al radón), otra a los rayos cósmicos que llegan desde el espacio. Me interesan estos últimos: a nivel del mar, la contribución de los rayos cósmicos es de cuatro décimas, aproximadamente; cifra que aumenta cinco centésimas por cada vuelo transoceánico; y que, en casos poco frecuentes, se puede multiplicar por diez si hay erupciones solares intensas. Desde comienzos del siglo pasado los físicos estudian los rayos cósmicos por dos razones: porque desean averiguar qué información les proporcionan del universo; y porque la radiación representa un riesgo importante para la salud de los futuros viajeros del espacio, tanto que podría ser el mayor obstáculo para que la humanidad sea capaz de viajar a otros astros. Concretamente, los astronautas de la Estación Espacial Internacional reciben dosis de radiación doscientas cincuenta veces mayores que en la Tierra; y fuera de la magnetosfera el impacto sería hasta setecientas veces superior.
Requiero todo este preámbulo para la presentación de la partícula Oh-My-God (Oh¡ Dios mío); se trata de un rayo cósmico de energía extrema detectado el 15 de octubre de 1991 por físicos de la Universidad de Utah (Estados Unidos). Con trescientos trillones de unidades eV, la partícula subatómica tenía una energía cinética de cuarenta y ocho julios, equivalente a la de una pelota de tenis golpeada a ciento cuarenta y seis kilómetros por hora; procedente de fuera de la Vía Láctea era veinte millones de veces más potente que la radiación electromagnética más potente emitida por cualquier objeto extragaláctico. La partícula (con una masa en reposo determinada) viajaba a una velocidad tan cercana a la de la luz que, si un fotón iniciara una carrera con ella, serían necesarios algo más de veintiún mil años para que el fotón la aventajara un milímetro. Su energía fue millones de veces mayor que la que cualquier acelerador terrestre de partículas puede producir. ¿El sagaz lector ha adivinado ya donde pueden observarse los choques de partículas más energéticos? 

sábado, 13 de febrero de 2021

¿Omnívoros o vegetarianos?


Recordemos el desigual reparto del consumo de carne en el mundo: mientras que un africano ingiere menos de los necesarios treinta y tres kilos anuales de carne, en EE. UU. se cuadruplica esta cantidad. Sí, la carne constituye un elemento importante de la dieta para parte de la población mundial, pero ¿es sostenible un menú carnívoro? 
Para conseguir carne se emplean más recursos y se genera más gases invernadero que para obtener vegetales. Comparemos la producción de la misma cantidad de lentejas y carne de ternera: se emiten veintisiete veces más dióxido de carbono, se requieren dos con seis décimas más agua, y se necesitan dos con cuatro décimas más superficie de suelo. Por si fuera poco, el ganado come un tercio de la comida consumida en el planeta. Ante tales datos algunos argumentan que un mundo sostenible tiene que ser vegetariano.
Sin embargo, abandonar el consumo de carne tiene consecuencias profundas. Señalemos tres. Una: casi mil millones de personas, que viven de la ganadería, son pobres. Dos: para paliar la malnutrición, que afecta a dos mil millones de semejantes, la FAO aboga porque ingieran, cada año, treinta y tres kilos de carne o cuarenta y cinco de pescado o sesenta de huevos o doscientos treinta litros de leche. Con un régimen vegetariano resulta más complicado hacerlo, ya que las proteínas vegetales no tienen todos los aminoácidos esenciales y es necesario combinar distintas fuentes. Tres: ¿Es sano abstenerse de carne animal? Comer carne o no, ni es bueno ni malo, el conjunto de la dieta es lo que cuenta. Una dieta omnívora, igual que una vegetariana, puede ser saludable o insana. No obstante, como las personas vegetarianas restringen ciertos alimentos, corren más riesgos ya que su dieta puede carecer de algunos nutrientes; porque si bien la carne perjudica cuando se come en exceso, también elimina multitud de carencias potenciales. Investigadores de la Clínica Universitaria de Graz (Austria) estudiaron la influencia de los hábitos alimenticios en la salud; sus resultados, publicados en 2014, mostraron que los vegetarianos presentaron más patologías alérgicas, cancerosas y cardiovasculares que los consumidores de carne; los vegetarianos enfermaban con más frecuencia en catorce, de dieciocho enfermedades crónicas estudiadas.
¿Es posible conseguir la sostenibilidad manteniendo el consumo animal? Se han planteado dos estrategias: una, potenciar la ganadería extensiva en detrimento de la intensiva; otra, mejorar la eficiencia de esta última. Infórmese el sabio lector y decida. 

sábado, 6 de febrero de 2021

Enigmas del litio astronómico


    La mayoría de la gente asocia al litio -usado como tratamiento para el trastorno bipolar- con las baterías, sin embargo, es un componente imprescindible de los teléfonos móviles y ordenadores portátiles, y pronto lo será también de los coches híbridos. El mercado para este metal -al que ya se conoce como oro blanco- no hace más que crecer; y la mayoría de las reservas se encuentra en América, en el límite entre Argentina, Bolivia y Chile, donde se almacena más del ochenta y cinco por ciento de las reservas mundiales. Reservas de un metal que existe desde mucho antes que América, incluso antes que la propia Tierra, de hecho, junto al hidrógeno y el helio, el litio nació durante el Big Bang, hace trece mil ochocientos millones de años.
Sí, la historia del litio es larga… y doblemente enigmática. Presuntamente, había poco al principio, demasiado hoy. La cantidad de litio producida durante los primeros tres minutos del Big Bang excede la cantidad del metal medido en las estrellas más viejas; pero si la abundancia observada en las estrellas más antiguas no coincide con la abundancia de litio en los gases que las formaron, ¿dónde está, entonces, el litio desaparecido? ¡Se observaba menos de lo que había! Corregido el error recientemente, todo concuerda. 
En el universo contemporáneo hay más litio del que pudo generarse en el Big Bang. ¿Cuál es, entonces, el origen del metal extra? La quinta parte del que se observa hoy pudo formarse durante el Big Bang. Quizá los rayos cósmicos, protones que chocan contra átomos libres en el espacio, a los que fragmentan en pequeños elementos, incluido el litio, pudieron generar otra quinta parte. Un tipo de estrellas, las asintóticas gigantes (AGB), podrían ser una nueva posible fábrica de litio. Las explosiones estelares nova constituyen otra posibilidad; estas explosiones suceden en la superficie de una enana blanca a la que acompaña otra estrella; la fuerza de gravedad de la enana blanca arranca hidrógeno de su compañera que, al acumularse, desencadena una fusión nuclear, que sintetiza litio, y una explosión -una nova- que lo dispersa por el espacio. A un ritmo de dos novas anuales se podría generar todo el litio que hoy inunda la galaxia.
En cualquier caso, el litio ha recorrido un largo camino hasta la batería de nuestros móviles, ya sea desde las explosiones de una estrella o desde el ardiente nacimiento del cosmos.