Después
de ver la primera imagen de un agujero negro, me apetecía recordar
el extraño comportamiento de estos desmesurados entes. No se me
ocurrió lectura mejor que volver a leer un precioso artículo que
Steven Hawking publicó en 1977; se titula “La mecánica cuántica
de los agujeros negros”.
“Un
agujero negro es una región del espacio desde la que no se puede
huir”; su contorno corresponde al horizonte de sucesos que, para un
agujero negro con una masa diez veces la del Sol, corresponde a una
esfera de treinta quilómetros de radio. Sí, algunos, los que
proceden del colapso de estrellas, son relativamente pequeños.
Cierto, un agujero negro engulle toda la materia que se halla en sus
alrededores; pero no es absolutamente negro, emite radiación
(apellidada de Hawking): “crea y emite partículas y radiaciones
como si fuera un cuerpo caliente ordinario, con una temperatura que
es… inversamente proporcional a la masa”. “A medida que un
agujero negro va emitiendo partículas, su masa y tamaño disminuyen
continuamente. Esto hace que… la emisión continúe a un ritmo
creciente, hasta que, tal vez, deje de existir. Con el tiempo, todo
agujero negro del universo se evaporará de esta manera.” ¿Cómo
lo hace? “Una manera de entender la emisión es la siguiente: la
mecánica cuántica presupone que el espacio está lleno de pares de
partículas y antipartículas virtuales que se están materializando
constantemente en parejas, alejándose y acercándose para
aniquilarse de nuevo entre sí… En presencia de un agujero negro,
un componente de un par de partículas virtuales puede caer en el
interior del mismo, dejando al otro componente sin compañero con el
cual liquidarse. La partícula o antipartícula abandonada… puede
escapar al infinito, donde aparecerá como radiación emitida por un
agujero negro.”
Debido
a la emisión de la radiación de Hawking colegimos que un agujero
negro no es inmortal: si tiene la masa del Sol, vivirá un millón de
decillones de años, muy superior a la edad del universo (algo más
de diez mil millones de años) y emitirá radiación a una
temperatura de diez millonésimas por encima de cero kelvin,
enmascarada por la radiación cósmica de fondo de microondas (dos
kelvin con siete décimas); en cambio, si el agujero negro tiene la
masa de un protón, que se podía haber formado por fluctuaciones
cuánticas durante el Big Bang, estaría ahora emitiendo rayos gamma
que no hemos detectado… todavía.