El
escritor, como cualquier persona honesta, defiende los derechos
humanos; uno de ellos, es el derecho a la salud; pero la salud humana
resulta inseparable de la salud ambiental, porque es prácticamente
imposible mantener una vida saludable sin mantener un ambiente sano:
limpia el agua que se bebe, puro el aire que se respira, sin
contaminar el suelo donde se cultivan los alimentos. ¿Cómo hacerlo?
¿Tienen los científicos conocimientos sólidos sobre este tema? Los
economistas han identificado un factor común que afecta de una forma
radical tanto a la salud humana como a la salud ambiental.
Los
economistas han demostrado que la relación entre las contaminaciones
atmosférica e hídrica con la renta per cápita sigue una curva que
tiene forma de U invertida. Al principio, aumenta la contaminación a
medida que lo hacen los ingresos, hasta un punto de inflexión;
después, disminuye la contaminación conforme siguen creciendo los
ingresos. Al descubrimiento de tal relación siguió un agrio debate
entre quienes piensan que el crecimiento económico es la solución a
los problemas ambientales y quienes lo consideran el origen de éstos.
Como suele suceder en tales casos sólo el aumento de conocimientos
aportó la solución al dilema; la solución no pasa por aumentar o
disminuir la riqueza de un país, no es ese el factor determinante;
numerosos estudios muestran que cuanto más profunda es la brecha
entre ricos y pobres más aumentan los daños ambientales. Los países
con mayor desigualdad de ingresos presentan mayores índices de
especies amenazadas, según el catálogo de la Unión Internacional
para la Conservación de la Naturaleza; la pérdida de especies se
correlaciona mejor con la desigualdad de ingresos entre las personas
que con factores, como la densidad de población, el producto
interior bruto per cápita, incluso con la gestión ambiental. Sucede
el mismo fenómeno con la salud; los problemas sociales y los
relacionados con la salud corren paralelos a las desigualdades
económicas. Si se clasifican los países con el baremo económico de
la ONU denominado razón veinte:veinte, que compara el veinte por
ciento de las personas más ricas con el veinte por ciento de las más
pobres, se observará que, a medida que la brecha se ensancha,
empeora el índice combinado de esperanza de vida, mortalidad
infantil, problemas de salud mental, obesidad y otros trastornos. Y
los economistas han comprobado que los ingresos medios nacionales no
explican esa tendencia.
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