sábado, 7 de diciembre de 2019

¿Cómo mejorar la salud ambiental y la salud humana?



     El escritor, como cualquier persona honesta, defiende los derechos humanos; uno de ellos, es el derecho a la salud; pero la salud humana resulta inseparable de la salud ambiental, porque es prácticamente imposible mantener una vida saludable sin mantener un ambiente sano: limpia el agua que se bebe, puro el aire que se respira, sin contaminar el suelo donde se cultivan los alimentos. ¿Cómo hacerlo? ¿Tienen los científicos conocimientos sólidos sobre este tema? Los economistas han identificado un factor común que afecta de una forma radical tanto a la salud humana como a la salud ambiental.
     Los economistas han demostrado que la relación entre las contaminaciones atmosférica e hídrica con la renta per cápita sigue una curva que tiene forma de U invertida. Al principio, aumenta la contaminación a medida que lo hacen los ingresos, hasta un punto de inflexión; después, disminuye la contaminación conforme siguen creciendo los ingresos. Al descubrimiento de tal relación siguió un agrio debate entre quienes piensan que el crecimiento económico es la solución a los problemas ambientales y quienes lo consideran el origen de éstos. Como suele suceder en tales casos sólo el aumento de conocimientos aportó la solución al dilema; la solución no pasa por aumentar o disminuir la riqueza de un país, no es ese el factor determinante; numerosos estudios muestran que cuanto más profunda es la brecha entre ricos y pobres más aumentan los daños ambientales. Los países con mayor desigualdad de ingresos presentan mayores índices de especies amenazadas, según el catálogo de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza; la pérdida de especies se correlaciona mejor con la desigualdad de ingresos entre las personas que con factores, como la densidad de población, el producto interior bruto per cápita, incluso con la gestión ambiental. Sucede el mismo fenómeno con la salud; los problemas sociales y los relacionados con la salud corren paralelos a las desigualdades económicas. Si se clasifican los países con el baremo económico de la ONU denominado razón veinte:veinte, que compara el veinte por ciento de las personas más ricas con el veinte por ciento de las más pobres, se observará que, a medida que la brecha se ensancha, empeora el índice combinado de esperanza de vida, mortalidad infantil, problemas de salud mental, obesidad y otros trastornos. Y los economistas han comprobado que los ingresos medios nacionales no explican esa tendencia.

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