Los
apicultores se quejan de que desaparecen las abejas productoras de
miel. El viajero que haga una travesía en coche por el interior de
España tendrá una experiencia directa de la fulminante desaparición
de los insectos: observará que ni una vez hay que limpiar el
parabrisas; hace pocas décadas -el escritor lo ha comprobado- había
que hacerlo constantemente. ¿Exageran unos y otros o se trata de un
fenómeno real? Los científicos, armados con rigurosos métodos,
aportan los datos necesarios y suficientes para valorar el problema.
Eso hicieron, en 2019, Francisco Sánchez-Bayo y Kris A.G. Wyckhuys,
quienes publicaron, en la revista Biological Conservation, un
artículo titulado “Declive mundial de la entomofauna: una
revisión de sus impulsores”, donde exponen el resultado de sus
observaciones. La biodiversidad de los insectos está amenazada en
todo el mundo, declaran. Han hallado tasas de disminución que pueden
extinguir el cuarenta por ciento de las especies de insectos del
planeta, en las próximas décadas. En los ecosistemas terrestres,
las mariposas (lepidópteros), los himenópteros (abejas, avispas y
hormigas) y los escarabajos (coleópteros) son los grupos más
afectados, mientras que cuatro taxones acuáticos -las libélulas
(Odonata), efímeras (Ephemeroptera), Plecoptera y Trichoptera ya han
perdido una proporción considerable de especies. Al mismo tiempo que
desaparecen muchas poblaciones de especies comunes, generalistas o
especialistas, también aumentan las poblaciones de un pequeño
número de especies generalistas, que ocupan los nichos vacantes;
entre los insectos acuáticos, las especies generalistas y las
tolerantes a la contaminación reemplazan las grandes pérdidas de
biodiversidad. El peligro es grave: el descenso en la biomasa de
insectos del dos y medio por ciento anual, que han medido distintos
naturalistas, significa que ,en menos de un siglo, no quedará nada.
¿Los
principales impulsores de la disminución de insectos? Según el
orden de importancia: la pérdida del hábitat por urbanización o
conversión a agricultura intensiva; la contaminación,
principalmente por plaguicidas y fertilizantes; factores biológicos,
como patógenos y especies foráneas introducidas; y el cambio
climático. El último factor es importante en las regiones
tropicales, pero solo afecta a una minoría de especies en los climas
más fríos. ¿Existe alguna solución? Los expertos creen que,
además de limpiar las aguas contaminadas, deben replantearse las
prácticas agrícolas, en particular, reduciendo el uso de
plaguicidas y sustituyéndolos por prácticas sostenibles; para
permitir que se recuperan las poblaciones de insectos y para
salvaguardar los servicios esenciales que ellos proporcionan a los
ecosistemas. Nada más, nada menos.
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