sábado, 26 de octubre de 2019

Exceso de información genética



     El escritor reconoce que es intelectualmente muy curioso; una virtud, o vicio -hay opiniones divergentes-, que me conduce a hacerme preguntas sobre el funcionamiento de la naturaleza, a las que no siempre hallo respuesta. He aquí una de ellas. El instruido lector sabe que el ADN, la molécula que contiene la información relativa a la herencia, consta de dos cadenas de moléculas (que llamamos nucleótidos) enrolladas en una espiral. Hace ya un decenio me preguntaba yo por las razones del uso de una cadena, en vez de la otra, para almacenar información. Ya conozco alguna respuesta, pero antes de comentarla debo hacer algunas aclaraciones. La secuencia de un segmento de una cadena de ADN se nombra sentido, si se puede traducir en una proteína; la secuencia de la cadena de ADN complementaria se apellida antisentido. Los biólogos ya saben que, en ambas cadenas del ADN, pueden existir tanto secuencias sentido, que codifican proteínas, como secuencias antisentido, que no las codifican; es decir, las secuencias codificadoras no están todas presentes en una sola cadena, sino repartidas entre las dos. ¿Cuándo en una, y no la otra? Nadie lo sabe.
     Los biólogos también han averiguado que tanto en las células de las bacterias como en las células animales y vegetales se producen ARNs mensajeros con secuencias antisentido; recordemos que los ARNs mensajeros son moléculas (formadas por una cadena de nucleótidos, y no dos) que actúan como intermediarios entre el ADN y la fábrica de proteínas, y sirven como patrón para su síntesis. ¿Qué función tienen estos singulares mensajeros que no portan mensajes? Se conjetura que los ARN antisentido se aparean con sus complementarios, bloqueando así su traducción en proteínas: de ser cierta tal hipótesis, intervendrían en la regulación de la expresión genética. Pero el fenómeno todavía es más complicado. La distinción entre cadenas sentido y antisentido se vuelve más difusa en algunos, pocos, segmentos del ADN, que tienen genes superpuestos: algunas secuencias del ADN codifican una proteína cuando se leen a lo largo de una cadena, y una segunda proteína cuando se leen en la dirección contraria de la otra cadena. El ingenioso lector seguro que habrá sospechado, y así los han comprobado los investigadores, que este hecho es más frecuente en los virus que en la células de cualquier ser vivo. ¿La razón? La posibilidad de contener genes superpuestos aumenta la cantidad de información que pueden almacenar los diminutos genomas virales.

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