No
sólo los científicos, cualquier ilustrado lector debe dejar bien
claro en su discurso qué es una opinión y qué es un hecho. Comencé
a fijarme en la importancia de esta distinción cuando me percaté de
que muchos jóvenes, y no tan jóvenes, argumentan que algo es verdad
¡porque yo lo creo! Desde entonces, sospecho que esta confusión de
la física con la metafísica, a medida que pasa el siglo XXI, se
vuelve más dominante: la fe como valor supremo, aun contradiciendo
las pruebas objetivas. Muchos están más interesados en las
opiniones que en los hechos; sin considerar que una opinión debe ser
probada o refutada.
Y
esto viene a cuento de un prejuicio muy arraigado entre los biólogos:
cuanto más se parecen los seres vivos a nosotros más se sabe de
ellos, hasta el punto de parecer los más abundantes. En la primera
década del siglo XXI, el noventa y siete por ciento de las especies
- formadas por células nucleadas- identificadas pertenecía a uno de
los tres grandes grupos -animal, vegetal y hongos-, sólo un tres por
ciento, a los protistas: tres grandes reinos de seres multicelulares
convivían en nuestro planeta con los modestos seres unicelulares.
Recientes investigaciones han refutado este prejuicio. Todos los
seres formados por células nucleadas contienen un gen universal cuya
secuencia se toma como un código de barras genético para
identificar la especie. El análisis masivo de tales códigos de
barras ha demostrado que los protistas no son el tres por ciento de
la biodiversidad, sino el setenta, y quizá más, frente al treinta
por ciento de especies animales, hongos y plantas; los protistas son
los auténticos reyes de la biodiversidad, con un número de especies
mayor que todos los animales, vegetales y hongos juntos.
Desgraciadamente, sólo sabemos que existen, nada más, ni cómo son,
ni su importancia evolutiva o ecológica; además, esta biodiversidad
desconocida tal vez podría proporcionar nuevas fuentes de alimentos,
acaso nuevos fármacos.
No
resulta fácil identificar a los miembros del reino protista. Para
hacerlo se debe recurrir a la exclusión: todos aquellos seres vivos
constituidos por células nucleadas que no sean animales, ni hongos
ni plantas son protistas. Cabría pensar que todos los protistas
fuesen unicelulares, pero no es así: la mayoría sí lo son, pero
también hay protistas pluricelulares como las algas pardas y los mohos mucosos. ¡Qué le vamos a
hacer!
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