sábado, 7 de julio de 2018

Sudor


Existen tres motivos distintos para sudar. Sudé cuando, haciendo el camino de Santiago, subía los puertos de montaña en bicicleta; o después de una veloz carrera jugando al fútbol, o durante un combate de karate. Sudé también en Madrid durante un caluroso verano, y en Sevilla, maravillosa ciudad en primavera, algo menos en el tórrido estío. No recuerdo, sin embargo, haber transpirado en alguna de la media docena de situaciones de intenso estrés en la que me hallé inmerso a lo largo de la vida.
Tres millones de glándulas sudoríparas, distribuidas por todo el cuerpo y que desembocan en los poros de la piel, producen el sudor. Las glándulas sudoríparas ecrinas, abundantes y concentradas  en las palmas de las manos, plantas de los pies y en la frente, desembocan directamente al exterior y segregan un litro diario de sudor cuando permanecemos en reposo, o, entre setecientos mililitros y litro y medio, cada hora, durante un esfuerzo. El contenido de las glándulas sudoríparas apocrinas, escasas y localizadas en las axilas, perineo, pubis, párpados y conducto auditivo externo, sale al exterior, junto con el sebo producido por las glándulas sebáceas, en forma de emulsión hidrolipídica, que evita que se deshidrate la piel y es responsable de su suavidad.
El sudor contiene agua, un noventa y ocho por ciento; también sales minerales, ácido úrico, amoníaco, urea, vitamina C, ácido láctico (que atrae a los mosquitos), y varias sustancias complejas: como el ácido urocánico, un filtro natural que nos protege de la radiación solar, las feromonas y la dermicidina, un antibiótico más eficaz que los hoy utilizados. Y hago este afirmación porque las bacterias no desarrollan resistencia contra ella; ya se ha comprobado que destruye las Mycobacterium tuberculosis, bacterias responsables de la tuberculosis, y las Staphylococcus aureus, bacterias de la piel principales causantes de las infecciones intrahospitalarias. No, el sudor por sí mismo no huele, aunque algunas de las sustancias excretadas, al ser descompuestas por las bacterias externas, generan olores molestos.
Además de mantener la temperatura corporal constante, que es su función principal, el sudor puede ser una vía para eliminar toxinas del organismo: como el arsénico, cadmio, plomo y mercurio; o el bisfenol-A (BPA): se comprobó que dieciséis, de los veinte participantes en un experimento, lo eliminaron en el sudor; quizá también podrían eliminarse los piroretardantes y ftalatos. De esta función deduzca el juicioso lector las virtudes de la sauna y de la práctica de los deportes.

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