Los bioquímicos no albergan dudas: varias enfermedades graves, que afectan a millones de personas y son potencialmente mortales, se deben a que las proteínas se pliegan de una forma anómala. Las
proteínas, que desempeñan papeles protagonistas en cualquier organismo, son macromoléculas muy diversas; las fibrosas constituyen fibras alargadas
utilizadas como sostén, las globulares adoptan formas
esféricas capaces de efectuar múltiples funciones. Tan pronto son sintetizadas,
las proteínas globulares se pliegan, toman una estructura tridimensional, esencial para el correcto desempeño de su función: los expertos dirían que
adquieren su conformación nativa. En los últimos años los biólogos han
observado que algunas proteínas adoptan una estructura fibrosa siendo su conformación
nativa globular, una alteración que han asociado a varias patologías.
Como
ya habrá deducido el perspicaz lector, el incorrecto plegamiento de las
proteínas perjudica el funcionamiento celular. En las enfermedades de Alzheimer, de
Creutzfeldt-Jakob (encefalopatía espongiforme humana) y de las vacas locas (encefalopatía
espongiforme bovina), así como en la diabetes tipo II los errores en el plegamiento provocan la formación de depósitos de fibrillas de
proteínas (que debían ser globulares) fuera de las células; depósitos llamados amiloides,
nombre que justifica la calificación de estas enfermedades como amiloidosis. Aclaro
que todavía se ignora si el mal funcionamiento del órgano afectado –el cerebro,
bazo, riñón o hígado- es la causa o el efecto del amiloide. También aparecen
plegamientos anormales de proteínas en las enfermedades de Parkinson y de
Huntington, aunque no se las califica como amiloidosis porque el depósito no es
un amiloide. Y sospechamos que suceden fenómenos análogos en la fibrosis quística
y en el enfisema pulmonar.
Los
científicos ignoran por qué una proteína permanece soluble o forma
los depósitos asociados a las patologías. Sí saben que las células tienen
la capacidad de evitar el plegamiento anormal; cabe pensar, por lo tanto, que estas
enfermedades puedan deberse bien a una alteración del ambiente celular donde se
fabrica la proteína (cambio del pH, por ejemplo); bien a fallos en el control
de calidad del producto. Las chaperonas y proteasas -moléculas de enrevesado
nombre- se encargan de esta segunda labor; aquéllas ayudan al correcto plegamiento
de las proteínas recién sintetizadas, éstas rompen las moléculas incorrectamente
plegadas.
Espero
que al joven lector no le atemorice el Alzheimer cuando llegue a viejo... porque ya
se hayan encontrado terapias para arreglar ese mal. ¡Ojalá!
1 comentario:
Estimado amigo
Si una proteína globular, que tiene una forma más o menos esférica, se despliega y adquiere una forma fibrosa, o sea como un hilo, cabe pensar que su función cambiará también. Y probablemente para mal.
Saludos cordiales
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