Barrera hematoencefálica, enrevesado nombre para lo que es simple: los vasos por donde circula la sangre del cerebro cuentan con una pared especial que controla las entradas y salidas y constituye una eficaz protección de las células cerebrales ante toxinas, bacterias o medicamentos que contiene la sangre.
La fatiga crónica y la fibromialgia son, entre otros, síntomas del síndrome de la guerra del Golfo. ¿Qué originó esta enfermedad? Una de las hipótesis atribuía la causa a la entrada en el cerebro de la piridostigmina, fármaco protector contra las armas químicas que se proporcionó a los soldados; sin embargo, el medicamento no puede atravesar la barrera hematoencefálica, por lo que aparentemente había que desechar la hipótesis. Así estaba el asunto hasta que dos investigadores profundizaron en la cuestión. ¿Estaría debilitada la barrera hematoencefálica debido al estrés del combate? Había que comprobarlo; y ya que, por motivos éticos, no se puede experimentar con personas, se hizo con animales. Se estresó ratones haciéndolos nadar en agua fría y se comprobó a continuación que su barrera hematoencefálica se había deteriorado, lo que no sucedía con ratones tranquilos. La conclusión resultaba obvia: el debilitamiento de la barrera hematoencefálica por estrés había permitido la entrada de piridostigmina en el cerebro. No se detuvo ahí la curiosidad de los investigadores, pues hallaron que, a medida que los ratones envejecen, la barrera se deteriora y filtra proteínas sanguíneas, concretamente albúminas, que afectan a las células del cerebro, detectándose inflamación, actividad neuronal anómala y deterioro cognitivo. Los científicos aún observaron algo más: si se detienen, mediante fármacos, las reacciones causadas por las fugas, se revierte la enfermedad.
Los biólogos sospechan que el debilitamiento de la barrera hematoencefálica y la consecuente infiltración en el cerebro de sustancias o células puede preceder, acelerar o contribuir a trastornos neurodegenerativos que incluyen la enfermedad de Alzheimer, la enfermedad de Parkinson y la esclerosis múltiple. Concretamente, el paso de glóbulos blancos sanguíneos hacia el cerebro, atravesando la barrera hematoencefálica, se sospecha que causa la esclerosis múltiple cuando tales células atacan la mielina de las neuronas. Recordemos también que la barrera hematoencefálica se rompe en algunos cánceres, infecciones o traumatismos cerebrales; y hay datos clínicos que sugieren una disfunción de la barrera en las convulsiones crónicas o agudas de la epilepsia. Acabo haciéndome esta pregunta ¿qué daños neurológicos, impensables hasta ahora, puede ocasionar el gluten, capaz de atravesar la barrera intestinal y la barrera hematoencefálica?
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