sábado, 3 de septiembre de 2022

La cinta transportadora oceánica


Refugio de santos, cenáculo de virtudes, relicario del saber, arca de prudencia, torre de sabiduría, recinto de mansedumbre, bastión de entereza, turíbulo de santidad; ya me gustaría calificar así a las reuniones de los dirigentes mundiales si la cinta transportadora oceánica se detiene, porque si los egoísmos prevalecen sobre la solidaridad las consecuencias para la humanidad serán desastrosas. 
Aclaro el imprevisto sermón. Una invisible cinta transportadora de calor se mueve desde el ecuador hacia el norte en el océano Atlántico, llevando aguas cálidas tropicales hasta el septentrión, donde se enfrían y vuelven más densas, para regresar luego hacia el sur. Se trata de una circulación de corrientes oceánicas en el Atlántico norte (AMOC), un mecanismo cíclico crucial para el equilibrio del clima mundial. La diferencia en la densidad del agua marina es el motor que mantiene la circulación; a medida que las aguas saladas y cálidas de latitudes bajas se mueven hacia latitudes altas y se enfrían, van ganando densidad, y cuando llegan al Atlántico Norte descienden al fondo del mar. 
El mes de julio de 2019 fue el mes más cálido jamás registrado en el Ártico: la región se está calentando dos veces más rápido que el resto del planeta. La subida de temperaturas en el hemisferio norte y la fusión de hielo en Groenlandia, ambos fenómenos consecuencia del cambio climático, reducen la densidad del agua marina superficial y por lo tanto ralentizan la circulación de la cinta transportadora oceánica. Levke Caesar (2018) y otros investigadores lo comprobaron, pues observaron huellas de que el flujo que redistribuye el calor del mar desde el sur hacia el norte ha disminuido alrededor del quince por ciento, desde mediados del siglo XX. Un nuevo estudio de Johannes Lohmann y Peter D. Ditlevsen (2021) corrobora las observaciones anteriores: ambos científicos muestran, mediante un modelo, que el aumento de la tasa de derretimiento del hielo boreal aumenta el riesgo de detener la cinta transportadora oceánica. 
Si la circulación del Atlántico norte (AMOC) queda trastocada por el calentamiento global, se desencadenarán graves consecuencias para el clima: en el hemisferio norte se notará un aumento de la frecuencia e intensidad de los fenómenos meteorológicos extremos: olas de frío o de calor, fuertes reducciones de lluvias o tormentas cada vez más intensas. Resulta lógico colegir que las consecuencias sobre la agricultura, la alimentación y la economía pueden ser drásticas en gran parte del planeta. 

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