sábado, 17 de septiembre de 2022

Invernadero planetario


El nitrógeno y oxígeno son los gases más abundantes de la atmósfera; les siguen, en cantidades menores, el helio (uno por ciento) y el vapor de agua (cuatro décimas del uno por ciento), otros gases se hallan en una proporción ínfima (menor de una décima del uno por ciento). Comentaré estos últimos, por los efectos que tienen en el calentamiento de la Tierra. El vapor de agua, dióxido de carbono, metano, óxido nitroso y ozono son, de mayor a menor, los gases atmosféricos más abundantes que producen efecto invernadero (GEI); cualquiera de ellos absorbe radiación y por ello impide que la energía -calor- escape de la Tierra; pero no todos tienen la misma efectividad. Gavin Schmidt, Andy Lacis y otros investigadores de la Nasa analizaron (2010) la contribución de cada uno de los componentes de la atmósfera al efecto invernadero. Estimaron que el vapor de agua es responsable de la mitad del efecto invernadero, las nubes contribuyen con un cuarto, el dióxido de carbono con un quinto y los otros gases (metano, óxido nitroso y ozono) y los aerosoles aportan el cinco por ciento restante. El vapor de agua ora entra, ora sale de la atmósfera en un ciclo continuo, por lo que no influye en el cambio climático; el dióxido de carbono, de manera prioritaria, es el gas que induce el cambio climático.
En Marte, congelados de frío a cincuenta y cinco grados bajo cero, o en Venus, asados de calor a cuatrocientos sesenta y dos grados, podemos comprobar los efectos de la escasez o exceso del efecto invernadero. Para mantener templada la temperatura media actual de la superficie de la Tierra -quince grados- se necesitan gases de efecto invernadero que impidan que parte del calor del planeta escape; sin ellos, la temperatura media bajaría de cero grados. Pero si resulta pernicioso el defecto también lo es el exceso: desde el año 1750, en que se inició el uso de combustibles fósiles a gran escala, hasta el siglo XXI, la actividad humana ha aumentado la concentración atmosférica del dióxido de carbono un cuarenta y cinco por ciento (de 280 a 400 ppm). Si las emisiones de GEI continúan al ritmo actual, el aumento de la temperatura media de la superficie terrestre superará los dos grados, a mitad del siglo -estiman los expertos-. En tal caso los ecosistemas resultarían dañados, tanto que incluso peligraría la subsistencia de la civilización.

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