sábado, 31 de diciembre de 2022

Coronavirus y adenovirus


Siete especies diferentes de coronavirus infectan a los humanos y no sólo una como alguien podría pensar. Cuatro de ellas son muy abundantes, y únicamente tres, por ahora, han aparecido en el siglo XXI.
En los años sesenta y en muestras obtenidas de adultos con resfriado se aislaron los primeros coronavirus, así nombrados debido a que, al observarlos con el microscopio, se parecen a la corona solar, una esfera aparente de la que sobresalen espinas. Presentes en el resfriado común, una proporción muy alta de la población ha desarrollado defensas frente a las cuatro especies habituales, o dicho con otras palabras estamos inmunizados contra ellas. No sucede lo mismo con las otras tres. 
El coronavirus SARS-CoV apareció en China en el año 2002 e infectó a más de ocho mil personas; algo más de ochocientas perecieron. En 2012, otro coronavirus, el MERS-CoV infectó más de dos mil habitantes del oriente medio; murieron más de ochocientos. Y llegamos al 2019, año en el que apareció en China el SARS-CoV-2, el coronavirus que desencadenó una pandemia sin precedentes; a principios del año 2022 la cifra de óbitos rebasa los cinco millones.
Si estamos preocupados por los coronavirus, a la cesta de la compra de conocimientos imprescindibles para mantener la salud, debemos añadir los concernientes a otros virus, los adenovirus; pero no por ser los agentes patógenos responsables de penosas enfermedades humanas (infecciones virales respiratorias agudas), sino porque son los vehículos (los vectores en jerga técnica) que transportan el mensaje con el que nuestras células fabrican los anticuerpos contra el coronavirus. Algunas vacunas, las que se basan en un vector viral no replicante, contienen genes que codifican la proteína S del SARS-CoV-2. Aclaremos la jerga técnica del párrafo: un vector es un virus (concretamente el adenovirus del chimpancé) que carece del gen responsable de su reproducción, por lo que no puede infectar al organismo; el vector transporta material genético a nuestras células, quienes fabrican las proteínas S del coronavirus SARS-CoV-2; para que nuestros linfocitos aprendan a fabricar anticuerpos contra ellas, y así impidan la infección del virus. La tecnología (usando adenovirus humanos) ya se ha usado este siglo para preparar otras vacunas. Sería inmoral no señalar también que los adenovirus contienen proteínas en su superficie externa capaces de causar la aglutinación de los glóbulos rojos de la sangre.

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