Desde tiempos inmemoriales los virus, omnipresentes en todos los seres vivos y parásitos capaces de producir enfermedades mortales, constituyen un flagelo para la humanidad. Si bien las vacunas han frenado algunos, como el de la polio o la viruela; otros, como el virus del sida, del ébola, del dengue o el último coronavirus, originan graves perjuicios a la salud humana. ¿Por qué? Ni hay vacunas eficaces para todos los virus ni hay medicamentos antivirales; por ello desarrollar fármacos capaces de impedir la replicación viral se ha convertido en una necesidad imperiosa. No es fácil combatir los virus; no sólo por su abundancia y diversidad, sino también porque mutan constantemente y responden al tratamiento formando mutantes resistentes al fármaco; por si fuera poco, el antiviral no debe afectar a la bioquímica de las células donde se hospeda el virus, en otras palabras, debe carecer de citotoxicidad para el huésped.
Por las razones apuntadas resulta difícil obtener antivirales; de los miles de compuestos químicos ensayados menos de una docena tienen uso clínico. A finales del siglo XX los investigadores comenzaron a probar una nueva familia de sustancias -los esteroides- a la que pertenecen el colesterol y hormonas como el cortisol, aldosterona, estrógenos, progesterona y testosterona; algunos de ellos, si bien son antivirales in vitro, al aplicarlos a los pacientes, les perjudican porque también actúan como hormonas. Los biólogos esperan que los esteroides vegetales -a diferencia de los esteroides animales- carezcan de los efectos colaterales indeseados y funcionen exclusivamente como agentes antivirales.
Investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España han hallado que los brezos (Calluna vulgaris), unos arbustos enanos de los que se obtiene una exquisita miel, contienen una considerable cantidad de los esteroides vegetales ácido ursólico y ácido oleanólico; ambos compuestos, además de agentes antiinflamatorios, antitumorales y antioxidantes, son antivirales. El ácido ursólico, concretamente, parece ser un antiviral de amplio espectro pues no sólo se muestra activo contra el virus de la hepatitis C, el virus del herpes simple y algunos otros virus, sino también presenta una ligera actividad contra el virus del sida, y no es menos importante que las células portadoras del virus del papiloma humano en presencia del ácido ursólico se autodestruyan. Debo mencionar también que el brezo contiene quercetina, compuesto no esteroide, que es posible (no está comprobado) que impida la entrada del coronavirus en las células y sea un activo antiviral contra el SARS-CoV-2.
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