A lo largo de la historia los humanos hemos practicado con éxito la selección genética artificial de plantas y animales; ahí están el arroz, trigo y maíz o las vacas, perros y gallinas para demostrarlo. Tal vez animados por el éxito algunos filósofos y científicos se propusieron mejorar la especie humana mediante el mismo método. Platón la planteó hace más dos milenios y Francis Galton, inspirándose en la teoría de Charles Darwin, formuló su versión moderna en 1865; la doctrina denominada eugenesia defiende la mejora de la humanidad mediante la selección genética: pretende aumentar el número de individuos fuertes, sanos e inteligentes o incrementar una etnia o un grupo social determinado, para lo que promueve impedir la procreación de quienes no posean las cualidades deseadas. Galton consideró que muchas sociedades protegían a los débiles y que tal actuación impedía que la selección natural los extinguiera; pensó que sólo cambiando tales políticas se podría salvar a la sociedad de una regresión hacia la mediocridad (regresión a la media, en términos estadísticos). Él y Karl Pearson desarrollaron modelos estadísticos (más tarde exportados a otras disciplinas) para formular la teoría de la eugenesia que, una vez formulada, se convirtió en disciplina académica en muchas universidades -en Cambridge, a principios del siglo XX, se formó un grupo de personalidades en su defensa- y fue propugnada por numerosos científicos entre los que se hallaban Alexander Graham Bell, Nikola Tesla y abundantes estadísticos y biólogos de la época.
Numerosas discriminaciones y violaciones de los derechos humanos se han justificado recurriendo a la eugenesia: la esterilización forzosa de individuos considerados no aptos, los asesinatos a personas por pertenecer a una raza, a un grupo social o por su preferencia sexual y el genocidio de etnias o culturas consideradas inferiores. El programa nazi constituye un ejemplo paradigmático: los nazis decidieron deshacerse de aquellas razas que consideraban inferiores y asesinar o esterilizar a discapacitados, enfermos mentales y homosexuales. En resumen, los métodos eugenésicos de los siglos XIX y XX incluyeron desde la esterilización forzada hasta el genocidio. Sólo después de la segunda guerra mundial se cuestionó la veracidad científica de la eugenesia, porque gran parte del público, incluyendo la comunidad científica, la asoció con el holocausto.
La conclusión no puede ser otra: la ciencia, el mejor método que disponemos para comprender el mundo natural, a veces puede usarse para el mal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario