sábado, 2 de octubre de 2021

Volcanes peligrosos


¿Por qué las Naciones Unidas ha incluido al Teide, Vesubio y Etna entre los volcanes más peligrosos del mundo? Porque sabemos que tendrán erupciones violentas en el futuro. Ni más ni menos. Las erupciones volcánicas explican algunos trastornos sociales históricos; para calibrar su influencia necesitamos conocer su fuerza; medida que nos proporciona el índice de explosividad volcánica (VEI), una escala logarítmica (cada unidad representa un aumento de diez sobre la anterior) de cero a ocho. 
Señalaré siete erupciones que los humanos hemos presenciado. La erupción del Toba (VEI ocho), la mayor en los últimos veinticinco millones de años, sucedió hace setenta y tres milenios en Sumatra: el invierno volcánico climático consecuente, de media docena de años, casi nos extinguió; los cien mil homínidos que aproximadamente poblaban el planeta quedaron reducidos a dos mil. La erupción del Tambora (VEI siete) ocurrida en el 1816 mató a ochenta mil indonesios: fue la más trágica de la historia. La erupción del Thera (VEI siete), en el Mediterráneo oriental, en el 1628 a.C. fue la única que causó el ocaso de una civilización, la minoica; y, probablemente, inspiró el mito de la Atlántida. La erupción en 1783 del Laki (VEI seis) no sólo acabó con la vida de nueve mil islandeses; la emisión a lo largo de ocho meses de nubes tóxicas de ácido fluorhídrico y dióxido de azufre causó una de las mayores catástrofes ambientales europeas del milenio: la hambruna mató a varios millones de personas. En 1883, el volcán indonesio Krakatoa entró en erupción (VEI seis); cuatro explosiones diez mil veces más potentes que la bomba atómica de Hiroshima se oyeron en Australia, los flujos piroclásticos se desplazaron cuarenta kilómetros por encima del agua sobre un cojín de vapor sobrecalentado, los tsunamis alcanzaron cuarenta metros de altura: causó más de treinta mil víctimas. La colosal erupción (VEI seis) ocurrida en 1808 tiene un mérito: los vulcanólogos todavía no han identificado el volcán que la produjo; lo buscan entre Indonesia y Tonga, una región con escasa presencia europea en la época. El erudito romano Plinio quiso presenciar demasiado cerca la erupción del Vesubio (VEI cinco) en el año 79; además de matar al curioso e intrépido sabio, el volcán destruyó la ciudad de Pompeya; si no la más mortífera (la nube ardiente volcánica causó menos de diez mil víctimas) fue una de las erupciones europeas más famosas. 

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