sábado, 30 de mayo de 2020

Selenio



     Cuenta la leyenda que un día, la diosa Selene, personificación de la Luna, contempló desde el Olimpo a un apuesto joven, Endimión, quien dormía plácidamente en una cueva. Se acercó a él, yacieron juntos y se amaron. Para ellos el tiempo transcurría plácidamente, hasta que percibieron que el cuerpo de Endimión envejecía. ¿Qué hacer? Decidieron pedir al todopoderoso Zeus, la inmortalidad para él. El omnipotente dios accedió al ruego, pero impuso una dramática condición: el hermoso mortal debería permanecer dormido en un sueño eterno. Ignoramos cómo se tomaron la resolución los amantes, pero el hecho es que nacieron medio centenar de hijas, fruto de la relación. ¡Que no está nada mal! Con tales antecedentes a nadie sorprenderá que un cráter de la Luna se llame Endimión; resulta más extraño, sin embargo, que Jöns Jacob Berzelius recurriera al nombre de la diosa para bautizar a un nuevo elemento descubierto. Y es que el gran químico sueco no podía saber que el selenio estaba relacionado con la fertilidad, concretamente, con la infertilidad masculina; sin el elemento dedicado a la diosa la movilidad de los espermatozoides es minúscula ¡Ya son ganas de incordiar!
     Además de estar presente en algún champú, el selenio resulta esencial para la vida; pero ¡cuidado!, porque si bien en concentraciones bajas es imprescindible, en concentraciones altas puede ser letal: el rango óptimo es estrecho. Si se incorpora exceso de selenio a la comida o al agua, se envenena a los animales, y eso sucede en algunos lagos y ríos debido a la contaminación. Su baja concentración en el ambiente resulta igual de perjudicial; antes de las masivas extinciones de especies que ocurrieron en la historia de la Tierra –concretamente, las ocurridas al final de los periodos Ordovícico, Devónico y Triásico- la concentración de selenio en los océanos disminuyó súbitamente, en algún caso, a menos del uno por ciento del valor actual. Una reducción del oxígeno atmosférico habría amortiguado la erosión de las rocas, lo que atenuaría la liberación de selenio al medio; su escasez habría reducido la cantidad de organismos formadores de oxígeno: un ciclo de realimentación desastroso. ¿A qué se debe, entonces, la importancia del elemento? A que se requiere para la formación de ciertos enzimas y proteínas de muchos organismos, incluyendo algunos componentes del fitoplancton, base de la cadena alimenticia de los océanos y de la que dependen, en última instancia, los animales acuáticos: la penuria habría tenido efectos catastróficos en los ecosistemas oceánicos.

No hay comentarios: