Viajero contumaz por Europa y América, Félix
d'Herelle nació en Montreal (Canadá), en el año 1873. En 1911, anunció su intento para detener una plaga mejicana de langosta: consiguió el éxito infectando los insectos con bacterias patógenas que había extraído de las propias
langostas.
En
1917, anunció el descubrimiento de un microbio antagónico
del bacilo de la disentería; se trataba de un virus que infecta las bacterias, que llamó bacteriófago o fago. En 1919, erradicó una
plaga de tifus del pollo con fagos; tras el éxito, curó con fagos a
un paciente humano de disentería: la fagoterapia se convirtió entonces en una arma contra las enfermedades bacterianas. En 1926 es candidato al premio Nobel: no se lo concedieron porque tenía muchos detractores; quizá debido a la incertidumbre que
envolvía a la terapia con fagos, quizá debido a que el investigador los
utilizaba sin precaución. No importa: en
Egipto, impide que el cólera se propague a Europa; en la India,
divide por siete el número de muertos por la enfermedad. Entretanto,
algunas compañías, entre ellas la Safe Hair Dye Company, antecesora
de L'Oréal, comercializan productos con fagos para el tratamiento de
infecciones. (Por cierto, L’Oréal, la compañía francesa de
cosméticos más grande del mundo, fue fundada en 1909 por Eugène
Schueller, quien financió a su amigo
Eugène Deloncle, fundador de la organización de extrema derecha
La Cagoule). Fallos frecuentes en la terapia debido a la incorrecta
producción de fagos o a diagnósticos erróneos (los fagos son muy
específicos) provocaron que la comunidad científica rechazara el nuevo tratamiento.
En
1934 es recibido como un héroe en Georgia (URSS); va a establecerse
allí porque admira al comunismo (dedicó uno de sus libros a Stalin)
y porque quiere trabajar con su amigo, el profesor georgiano George
Eliava; pero su amigo y el jefe de la
policía se enamoran de la misma mujer: Eliava fue ejecutado y
d'Herelle huyó para salvarse (falleció en París en 1949).
Durante
la Segunda Guerra Mundial, mientras que d'Herelle permanece bajo arresto domiciliario en Francia, la fagoterapia contribuye a curar
infecciones en las tropas de ambos bandos. Acabada la guerra,
la penicilina se convirtió en el agente antibacteriano más
utilizado, porque era más fiable y fácil de usar que la
fagoterapia, a pesar de sus efectos secundarios y de las bacterias
resistentes. Sin embargo, la terapia fágica permaneció como tratamiento en la URSS hasta su disolución. ¿Regresará alguna vez, depurados sus inconvenientes, el tratamiento con bacteriófagos?
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