sábado, 9 de mayo de 2020

La sensibilidad química múltiple, enfermedad emergente




     Fatiga intensa, dolores de músculos y articulaciones, alteración de la memoria, falta de concentración, cefaleas, dificultades digestivas, problemas respiratorios. Un sector de la población ha perdido la tolerancia ante sustancias químicas (en concentraciones no tóxicas), que son toleradas por otras personas; todo esto significa que los afectados han superado la capacidad adaptativa de su organismo y, en consecuencia, dan una respuesta excesiva frente a algunos estímulos ambientales. En resumen, han desarrollado una patología; desgraciadamente, sus manifestaciones son permanentes y no se dispone de ningún tratamiento específico: es imprescindible evitar la exposición a los estímulos desencadenantes. ¡Atención! El entendido lector no debe confundir este síndrome con la alergia, una inflamación, la autoinmunidad o la somatización, con todas ellas tiene semejanzas sintomáticas, pero diferencias patogénicas. Quienes presentan los síntomas mencionados son diagnosticados de sensibilidad química múltiple, un síndrome de sensibilidad central que engloba también la fibromialgia y la fatiga crónica; porque, en todos los afectados, los biólogos han observado un aumento de la actividad de las neuronas sensoriales de la médula espinal, lo que disminuye el umbral de su respuesta; la hiperexcitabilidad de las neuronas ante los estímulos desencadena una respuesta excesiva, que vuelve crónico al proceso. Un mecanismo, que los científicos aún no han dilucidado con seguridad, provoca un fallo conjunto en el funcionamiento de los sistemas nervioso central, inmunológico y endocrino del paciente; lo que origina los diversos síntomas, ya que no hay órgano que se libre.
     El bioquímico Martin Pall ha elaborado una hipótesis para explicar los síntomas que presentan los enfermos de sensibilidad química múltiple, fibromialgia o fatiga crónica. Considera que los tres síndromes tienen un mecanismo bioquímico común; unos factores estresantes (ya sean químicos, físicos, biológicos o psicológicos) inician la producción excesiva de óxido de nitrógeno-peroxinitrito-superóxido; que puede realimentarse, convirtiéndose en una patología crónica. Cuando se activa dicho proceso, se sobreestimulan los receptores cerebrales del glutamato, se altera la concentración del calcio intracelular, se producen citoquinas (que estimulan las reacciones inflamatorias), se desregula la producción de la proteína NF-kB (que controla la respuesta inmune al estrés), aumentan las sustancias oxidantes y las mitocondrias funcionan mal; alteraciones que explican los síntomas de los pacientes.
     Como es lógico -argumenta el bioquímico-, el tratamiento de los enfermos debe consistir en rebajar la producción y concentración de las sustancias críticas: óxido de nitrógeno, peroxinitrito o superóxido.

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