Las especies químicas reactivas de oxígeno y las especies
químicas reactivas de nitrógeno -nombradas colectivamente como
ROS / RNS- son compuestos simples que dañan las biomoléculas constituyentes de las células del organismo. ¡Nada más, nada menos! Por
eso, merecen un comentario.
Las
especies reactivas de nitrógeno son una familia de moléculas
derivadas del óxido nítrico; un compuesto producido por la enzima óxido
nítrico sintetasa (NOS) que se encuentra en las células del
sistema inmunitario (macrófagos), en las células de
los vasos sanguíneos (que regulan el tono del músculo liso y, por
ello, la presión arterial) y en algunas neuronas. El óxido nítrico formado reacciona rápidamente con el superóxido (una especie reactiva de
oxígeno) para formar peroxinitrito; el cual es capaz de
atravesar las membranas celulares para, una vez dentro de la célula, bien reaccionar directamente con algunas biomoléculas o bien hacerlo con moléculas pequeñas capaces de formar especies reactivas de
nitrógeno adicionales; reacciones que afectan a la estructura y
función de las proteínas y, por ello, causan cambios tanto en los
componentes celulares como en la actividad de los enzimas. Se ha
averiguado ya que el óxido de nitrógeno interviene en la actividad
del sistema inmunitario y en los procesos que atañen a las
enfermedades cardiovasculares, pero se ignora todavía cómo
participa en las enfermedades neurodegenerativas.
Las
especies reactivas del oxígeno (ROS), como los peróxidos, el anión
superóxido, el radical hidroxilo, el oxígeno atómico o el ozono,
se forman como subproductos del metabolismo normal del oxígeno o son
sintetizadas por las enzimas NADPH oxidasas (NOX). Enzimas que no sólo
regulan el crecimiento, la diferenciación celular, el suicidio celular (apoptosis) y la remodelación del citoesqueleto, sino también participan en la defensa inmunitaria, el control del tono vascular y la formación de la hormona tiroidea. ¿A qué se debe que intervengan en funciones fisiológicas tan variadas? A que las ROS reaccionan con una gran variedad de biomoléculas celulares alterando su función. Y no sólo eso, durante los momentos de estrés ambiental -tales como la exposición a los rayos ultravioleta, al calor, a los contaminantes químicos, al tabaco, al humo, a las drogas o a los xenobióticos- aumenta excesivamente la cantidad de ROS (fenómeno conocido como estrés oxidativo): se
dañan, entonces, las células e, incluso, pueden morirse debido a la
oxidación masiva de sus moléculas componentes; en consecuencia, los
órganos se deterioran y el organismo enferma.
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