sábado, 13 de junio de 2020

Electricidad animal



     Tanto para la defensa y captura de presas, como para su orientación en aguas turbias, la anguila eléctrica del Amazonas emite descargas eléctricas de alto voltaje (seiscientos voltios) y baja intensidad que, aunque no son mortales para nosotros, llegan a paralizar a un cocodrilo. Tienen la misma utilidad las descargas a doscientos veinte voltios que produce el pez torpedo (también llamado raya eléctrica). Imita a ambos animales el pez nariz de elefante; no obstante, no me imaginaba que, en Alemania, utilizasen la mayor o menor cantidad de las descargas eléctricas que emite, para detectar ciertos contaminantes químicos en el agua de abastecimiento a las ciudades. Si bien el tiburón y la raya no emiten electricidad, detectan, sin embargo, campos eléctricos; y lo hacen porque contienen electrorreceptores muy sensibles, en su cabeza, que usan para localizar a sus presas. ¿Qué perciben estos bichos singulares? Cualquier célula contiene una disolución salina cuya concentración difiere de la del agua marina; esto produce una diferencia de potencial entre ambas; en consecuencia, cada una de las células, y el animal marino en conjunto, se comporta como una débil pila, que genera un minúsculo campo eléctrico a su alrededor, que el escualo es capaz de detectar. Los biólogos diseñaron un experimento para que no cupiese la menor duda de tal capacidad: un tiburón cautivo localizó y atacó electrodos activos enterrados en la arena de un acuario. El refinamiento de la sensibilidad eléctrica de estos animales, si no se hubiera medido, resultaría increíble: tanto es así que pueden detectar campos eléctricos equivalentes al conseguido si tomásemos una pila eléctrica de voltio y medio, y sumergiésemos uno de los polos en Cádiz y el otro en Tenerife.
     Media docena de especies de tiburones atacan a los humanos con frecuencia: el tiburón azul (tintorera), el tiburón oceánico, el tiburón blanco, el tiburón mako (marrajo), el tiburón tigre y el tiburón toro. Tal vez el uso de los campos electromagnéticos como repelentes impida que éstas seis especies ataquen a los humanos… e imposibilite que los humanos diezmen a las más de trescientas setenta especies de tiburones restantes, téngase presente que se estima en más de cien millones al año, el número de piezas capturadas. Después de todo, si bien algunos tiburones son pescados para el consumo humano, las artes de pesca habituales equipadas con repelentes eléctricos impedirían la captura de otros escualos no deseados.

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