El
lector informado sabe que los virus constituyen una de las amenazas sanitarias mundiales.
Hay casi treinta y cuatro millones de infectados por el virus VIH (a él se debe
la muerte de más de un millón de personas, en 2011); hay más de dos millones de
infectados por el virus de la hepatitis B (que causa, aproximadamente,
seiscientas mil muertos cada año); y el cuarenta por ciento de la población
mundial corre el riesgo de contraer el dengue, según la Organización Mundial de
la Salud (y no hay tratamiento contra el virus). ¿Se ha alarmado el lector
aprensivo? Siga leyendo para preocuparse primero y tranquilizarse después.
En
las últimas décadas los microbiólogos han descubierto nuevos y letales virus: el
VIH (virus de la inmunodeficiencia humana), el que produce el SARS (síndrome
respiratorio agudo severo), o los de la fiebre porcina y la gripe aviar. No
hace mucho, en África, en el año 2009, identificaron uno de los peores; bautizado
como Lujo, por las iniciales de Lusaka y Johannesburgo, ciudades donde se
descubrió, pertenece al grupo de los que provoca las temibles fiebres
hemorrágicas virales, cuyos síntomas son fiebre elevada, dolores musculares,
erupciones cutáneas, diarrea y hemorragias. Ian Lipkin, que lo identificó, cree que los roedores constituyen la reserva natural de estos virus, que se propagan,
probablemente, al contacto con el sudor, lágrimas, saliva o sangre de las personas infectadas. Debido a su enorme agresividad -mueren ocho personas de
cada diez infectadas-, los expertos consideran que constituye una amenaza potencial
para la humanidad.
Hasta
ahora, las terapias antivíricas se han enfocado hacia el propio virus;
desgraciadamente, estos entes han desarrollado una gran capacidad para resistir
cualquier intento de destrucción: por ello resulta difícil combatirlos, los
medicamentos, a la larga, tienden a favorecer la aparición de mutaciones, que los
vuelven más resistentes. Un equipo de científicos encabezado por Todd Rider ha descubierto
un medicamento -bautizada como DRACO- que, en teoría, debería funcionar contra
todos los virus. DRACO emplea una nueva estrategia antivírica basada en dos
elementos: la detección y la inducción al suicidio celular. El fármaco detecta y destruye las células infectadas, sin dañar a las próximas, elimina rápidamente la infección y minimiza el impacto sobre el paciente. Los resultados
obtenidos en el laboratorio son prometedores: DRACO ha curado a ratones
infectados. Sin embargo, seamos prudentes: todavía no se han hecho pruebas en los seres
humanos.
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