sábado, 1 de junio de 2013

Estromatolitos: un recuerdo de los seres vivos arcaicos

Un cinco seguido de treinta ceros, el número de bacterias que hay en el mundo, me avala para argumentar que los reyes de las vida en el planeta Tierra no son los seres humanos, sino las diminutas bacterias; las mismas que vivieron solitarias los primeros miles de millones de años de existencia de la biosfera. Me baso en las ideas de Thomas Cavalier-Smith para hacer un breve esbozo de su evolución; sostiene el eminente biólogo que la raíz del árbol de la vida terrestre debe buscarse en las bacterias que han existido desde hace tres mil quinientos millones de años, por lo menos; las células eucariotas, predecesoras de animales, hongos y plantas, son mucho más recientes.

Las primeras bacterias sobrevivieron usando moléculas orgánicas que se habían formado en la Tierra primitiva, en una atmósfera carente de oxígeno. Más adelante, algunas de ellas fueron capaces de captar la energía directamente del Sol; a continuación, una de esas bacterias comenzó a sintetizar el tóxico oxígeno. Muchas congéneres murieron debido a las siniestras propiedades del oxígeno, otras se refugiaron en los hábitats carentes de él; sin embargo, algunas lograron la proeza: fueron capaces de adaptarse al nuevo escenario. El revolucionario cambio ambiental tuvo un considerable efecto biológico; establecida una atmósfera rica en oxígeno, las bacterias evolucionaron, no solamente para tolerarlo, sino para explotarlo en su beneficio; aprovecharon la combustión a baja temperatura, un nuevo mecanismo que maximizaba la cantidad de energía obtenida cuando se oxidan los compuestos orgánicos hasta convertirlos en dióxido de carbono. El extraordinario aumento de la eficacia energética abría la senda que conduciría a formas de vida más compleja, a los seres vivos formados por un nuevo tipo de células (eucariotas), que desde el principio se adaptaron al ambiente oxigenado. Si eran capaces de cooperar, a estas nuevas células les esperaba un futuro maravilloso: formaron los vegetales, hongos y animales que han acabado colonizando el planeta.

¿Tenemos alguna prueba de lo que estamos hablando? ¿Hay algún fósil que se remonte a tiempos tan lejanos? En aguas someras y con luz, las cianobacterias contemporáneas toman dióxido de carbono, liberan oxígeno y producen carbonatos, minerales que forman los estromatolitos, las alfombras de piedra, unas estructuras porosas planas, con forma de columna o de semiesfera. Pues bien, admírese el escéptico lector, los paleontólogos encontraron estromatolitos de hace tres mil quinientos millones de años en Australia.

1 comentario:

C. Armesto dijo...

Estimado amigo

En la actualidad aún se forman estromatolitos en algunos lugares concretos de Australia y América, que yo sepa.

Saludos de Epi