La
comprobación trivial de que las flores son los órganos sexuales de las plantas
no fue evidente para nuestros antepasados. En el siglo XVIII, los
contemporáneos de Carl Linneo calificaban al ilustre científico de obseso
sexual, por introducir la sexualidad en los vegetales; mucho sufrió el famoso
botánico sueco por ello: temía el castigo divino por haber introducido el sexo
donde nadie creía que existiera.
Polinización,
fecundación y germinación designan tres fenómenos vegetales que probablemente
confundirá el lector lego. Las plantas se visten con hermosas flores para
atraer a los insectos; insectos que transportan los granos de polen desde la
parte masculina de unas flores, donde fueron fabricados, hasta el ovario –la
parte femenina- de otras flores; a continuación, el grano de polen -que
contiene las células sexuales masculinas- se introduce en el ovario -donde se
hallan las células sexuales femeninas-, suceso que los botánicos llamaron
polinización. Una vez ocurrida la polinización ya todo está dispuesto para la
fecundación: la unión de la célula sexual masculina con la femenina, para formar
la semilla; semilla que contiene un almacén de alimento y el embrión, la minúscula
plantita en estado de vida latente que acabará convirtiéndose en el vegetal
adulto. En resumen, el esforzado observador comprobará que el óvulo fecundado
se convierte en semilla y el ovario de la flor en fruto.
Antes
de iniciar la germinación, algunas semillas necesitan pasar por un etapa durmiente
-de suspensión de actividad biológica-, y por un período de exposición a la luz;
superados los obstáculos, la semilla reanuda el crecimiento tan pronto es transportada
hasta un escenario en el que encuentra agua suficiente, oxígeno y una temperatura
apropiada (el frío o calor extremo no suelen favorecer el proceso); enseguida el
agua se difunde a través de las envolturas de la semilla y la hincha, a veces, incluso,
rasga el revestimiento externo, antes de llegar al embrión; que se desarrolla, con
la energía proporcionada por la reacción entre los nutrientes almacenados y el oxígeno
absorbido, hasta transformarse en la planta adulta.
En
las relaciones humanas el intercambio de flores, los órganos sexuales de las
plantas, tiene una importancia considerable: un homenaje, unas excusas o un
adiós se vuelven hermosos mediante unas rosas o unas orquídeas; a nadie se le
ocurriría, sin embargo, enviar el pene de un toro o la vulva de una vaca para
manifestar gratitud; lo que se exhibe en el reino vegetal, se silencia en el
animal. Así somos nosotros.
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