Desde el comienzo de la agricultura, y ya han transcurrido unos diez mil años, el mundo nos ha parecido enormemente grande. Las tierras y océanos nos ofrecían ilimitados recursos. Los humanos contaminábamos con libertad porque resultaba fácil eludir el impacto ambiental: sencillamente, emigrábamos a otro lugar. Nuestra especie, usando su capacidad para explotar las que suponía riquezas inagotables, alzó imperios y civilizaciones sin comprender que tal privilegio tendría un fin. ¿Por qué nosotros, se preguntará el atribulado lector? En los últimos cincuenta años nos hemos más que duplicado –quizá ya hayamos alcanzado los siete mil millones de individuos-, el consumo mundial de alimentos y agua dulce se ha más que triplicado, y el de combustibles fósiles se ha multiplicado por cuatro. En la actualidad –sorpréndase el lector escéptico- gastamos entre la tercera parte y la mitad de toda la energía producida por la fotosíntesis en el planeta. Y el crecimiento humano desaforado ha generalizado la contaminación: las concentraciones de gases de efecto invernadero y la pérdida del ozono estratosférico constituyen pruebas evidentes, pero hay muchas más.
Hoy, los recursos del planeta y su capacidad de absorción de desechos se han restringido; si no tomamos medidas provocaremos cambios cuyas consecuencias serán, probablemente, desastrosas para la humanidad. Un equipo de científicos, dirigido por Johan Rockström, identificó nueve procesos ambientales que podrían impedir que el planeta albergara vida humana; y ha tratado de calcular unos límites (con cierta incertidumbre) dentro de los cuales la humanidad podría vivir sin riesgo. Han establecido umbrales para siete de ellos: el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la contaminación por nitrógeno y fósforo, la reducción del ozono estratosférico, la acidificación de los océanos, el consumo de agua dulce y el uso del suelo; de los otros dos –la contaminación atmosférica por aerosoles y la contaminación química mundial- todavía no han obtenido datos.
¿El lector curioso quiere conocer los resultados? Los científicos han hallado que la pérdida de la biodiversidad, la contaminación por nitrógeno y el cambio climático han rebasado el umbral; los otros se acercan. Y espero que, por reproducir esta investigación, el lector displicente no me tache de agorero: el objetivo de entender las amenazas ambientales no consiste en atemorizar, sino en diseñar las posibles estrategias para hacerles frente.
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