Hace ya más de dos milenios, Empédocles aseguraba que el amor y el odio eran el lenguaje en el que se comunicaban los átomos; los físicos contemporáneos, menos poéticos, describen de otro modo las interacciones entre las partículas elementales: los componentes del mundo no se comunican de dos maneras, sino de cuatro, y no con amor u odio, sino mediante la gravedad, la interacción débil, el electromagnetismo y la interacción fuerte.
Nada sencillo puedo decir sobre las interacciones electromagnéticas que ignore el lector erudito: forman los átomos, las moléculas e intervienen en las reacciones químicas, y no me olvido que la existencia de la vida o de las rocas es una consecuencia de las reacciones químicas. Las interacciones fuertes permiten que existan los núcleos de los átomos, porque mantiene ligados a sus componentes, ¡que no es poco! Las fuerzas de gravedad conforman las galaxias, las estrellas, los planetas y explican sus movimientos. Las interacciones débiles causan inestabilidad: las partículas pesadas se convierten en otras más ligeras. Las tres primeras interacciones resultan fáciles de entender: obligan a que las partículas de materia se atraigan o repelan; no sucede lo mismo con la débil, que no hace lo uno ni lo otro; sin embargo, se identifica con facilidad, porque siempre que interviene, tanto en la radiactividad terrestre como en las reacciones nucleares de las estrellas, aparecen neutrinos.
Toda la materia del universo, tú amigo lector, igual que los planetas, estrellas y galaxias, está formada exclusivamente por cuatro partículas: los quarks u y d (que constituyen los núcleos de los átomos), y los leptones electrón y neutrino. ¿Por qué sólo dos quarks y dos leptones habiendo seis variedades de cada uno? Las interacciones débiles provocan la lenta desintegración (los físicos dirían cambio de sabor) de los quarks -y leptones- pesados para convertirse en ligeros; esa es la razón, los cuatro componentes de la materia que constituye del universo son las partículas más livianas. Sí, reconozco que me he olvidado de la materia oscura; valga como disculpa que nada se sabe de ella.
Por último diré que la interacción débil es calificada –injustamente- como débil porque es diez billones de veces menor que la interacción fuerte; y digo injustamente porque, a distancias cortas, la gravitación gana en debilidad a todas las interacciones.
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