La
naturaleza, igual que las sociedades humanas, está regida por leyes de obligado
cumplimiento. La segunda ley de la termodinámica es una de las más importantes;
impone un mandato ineludible a cualquier cambio que suceda en el cosmos: el
desorden siempre sigue al orden, las estructuras complejas tienden a
simplificarse. Esta ley parece que nos obliga a admitir que el universo
inicial estaba perfectamente ordenado, y que cualquier evolución posterior
aumentará el desorden (o la entropía, que es el sinónimo que prefieren usar los
físicos) cósmico. Sin embargo, ¿de dónde procede el orden?; porque, si
aceptamos la teoría del Big-Bang, colegimos que una creación accidental habría
producido, con una probabilidad que es prácticamente certeza, un universo
absolutamente desordenado. Las estructuras complejas (el orden) habrían surgido
del caos original debido a procesos físicos posteriores y no a causa de una
fluctuación inconcebiblemente improbable. Esta paradoja fundamental en la
cosmología no se ha resuelto hasta hace poco.
La
contradicción desaparece cuando nos fijamos en la letra pequeña; porque la
segunda ley sólo puede aplicarse a sistemas aislados, y el universo no puede
aislarse ni de la gravedad ni de su expansión. El comportamiento del gas en el
cilindro del motor de un automóvil nos sirve como analogía para entender
el origen del orden cósmico. El gas permanece homogéneo dentro del cilindro si
el pistón está quieto; levántese ahora el pistón: el gas se expande, deja de
ser uniforme, se producen turbulencias; espérese un tiempo y el gas se habrá
estabilizado de nuevo en otro estado homogéneo. Durante el intervalo que
transcurre entre ambos estados homogéneos se habrán creado turbulencias
(estructuras), ¿se trata de un fallo en la ley? Por supuesto que no; en el
estado inicial había un desorden máximo, sin embargo, cuando se movió el pistón
cambiaron las condiciones permitiendo que se alcanzase otro estado en el que el
desorden también es máximo, aunque mayor que antes. Algo similar sucedió en el
universo primitivo: se encontraba perfectamente desordenado, pero a medida que
se expandía su desorden aumentaba; la expansión cósmica desempeña un papel
similar al del pistón.
Quizá
el lector perspicaz se pregunte ahora, ¿y la gravedad?, ¿cómo afecta la
gravedad a todo esto? Ignoramos la relación exacta que existe entre la entropía
y la gravedad, por ello debemos ser humildes, callarnos y esperar nuevos
conocimientos.
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