¿Crees en el cambio climático?, me preguntó una vez un profesor de filosofía. No, -le contesté- no creo en el cambio climático. Tengo pruebas, medidas objetivas tomadas con aparatos que no mienten, para saber que el cambio climático contemporáneo es un fenómeno natural que está ocurriendo con independencia de nuestras creencias. El cambio de clima terrestre no es la primera vez que sucede, ya ha ocurrido otras veces a lo largo de la historia del planeta; la singularidad de esta vez se debe a que las actividades humanas son las causantes de la mutación; concretamente, la quema de combustibles fósiles ha arrojado una enorme cantidad de dióxido de carbono a la atmósfera.
La cantidad de dióxido de carbono en la atmósfera, cerca de cuatrocientos ppm, es la más alta de los últimos seiscientos mil años; dentro de medio siglo, al ritmo de crecimiento actual, las emisiones de dióxido de carbono se habrán duplicado; su concentración habrá superado el doble del valor que tenía en la era preindustrial, la frontera que separa las consecuencias inconvenientes de las peligrosas. Probablemente el lector curioso se pregunte cómo le afecta ahora, a él, ese crecimiento. El aumento de gases con efecto invernadero provoca una cadena de procesos: calienta la superficie terrestre: los movimientos verticales del aire se vuelven más intensos: las borrascas y anticiclones se hacen más potentes: aumentan la frecuencia y la intensidad de los estados del tiempo extremos: los suministros de agua dulce crecen en las regiones húmedas y escasean en las regiones secas. En resumen, esperamos que empeore la sequía del norte de África y sur de España, y que las inundaciones abunden más donde ya las había.
Durante este siglo muchos ecosistemas probablemente no soporten los cambios climáticos y no puedan adaptarse: se extinguirán entre un veinte y treinta por ciento de especies vegetales y animales, si la temperatura media global aumenta entre un grado y medio y dos grados y medio, como probablemente sucederá. Las comunidades costeras, especialmente en las regiones bajas –los deltas y las islas pequeñas -, serán cada vez más vulnerables a inundaciones a medida que aumenta el nivel del mar, especialmente donde abundan las tormentas tropicales. Como consecuencia de la fusión de los casquetes glaciares, a mediados del siglo XXI o quizá antes, se abrirá el paso del Noroeste, un camino entre el Atlántico y el Pacífico a través del Ártico; la fauna ártica desaparecerá.
2 comentarios:
Estimado amigo
Este año (2016) la Organización Meteorológica Mundial (OMM) anuncia que en 2015 la concentración de 400 ppm de CO2 fue generalizada, global y sin que los cambios estacionales hicieran que disminuyese. La concentración en la época preindustrial era inferior a 280 PPm.
Saludos cordiales de
Epi
Estimado amigo
Piensa que, en algunos momentos, durante alguna de las cinco grandes extinciones masivas de la biosfera la concentración del dióxido de carbono superó los mil ppm. Un efecto invernadero disparado haría casi inhabitable la superficie terrestre.
Saludos de Epi
Publicar un comentario