El
entendido lector que entretiene su ocio leyendo estas páginas sabe que las
rocas, el aire, el agua y los seres vivos están formados por átomos, pequeños
entes que, según opinión común, constan de un núcleo alrededor del cual giran
unos pequeños electrones. Se trata de una buena idea… que no es cierta. Lamento
decir que los átomos son más complicados. Sorprendido lector, quizá ignores lo
que sabe cualquier físico: una partícula cargada -y el electrón lo es- que gira
emite radiación electromagnética; al hacerlo pierde energía, y acaba chocando
con el núcleo. Conclusión: los átomos son inestables, no pueden existir. Como
los átomos existen, sin la menor duda, y la teoría electromagnética la hemos
verificado en los laboratorios del todo el mundo, la única deducción posible es
que el modelo atómico que nos parecía tan intuitivo es falso: un átomo no es análogo
a un sistema solar en miniatura… aunque a veces, nos sea muy útil imaginarlo
así. Los físicos ya han ideado un modelo atómico mejor; según la mecánica
cuántica los electrones no giran alrededor del núcleo, se limitan a estar cerca
de él, por cierto, moviéndose sin seguir una trayectoria. Atónito lector, ¿has
entendido esta última frase?, ¿sí?, ¡te felicito!, porque hasta ahora ningún
físico ha conseguido imaginar un movimiento sin trayectoria… aunque sus
ecuaciones resulten extraordinariamente exactas.
Y
este extraño comportamiento electrónico me sugiere otra pregunta: ¿por qué un
planeta que se traslada alrededor del Sol no termina impactando con él, como lo
haría un electrón que girase alrededor de un núcleo? Después de todo, la
relatividad general predice que un planeta que gire emitirá radiación
gravitatoria, de la misma forma que emitiría radiación electromagnética un
electrón que girase. ¿Hay un fallo en la teoría? Ciertamente no, todos los
planetas en órbita emiten ondas gravitatorias, pierden energía y se precipitan
hacia el Sol; pero como nos hallamos ante gravedades muy débiles, la emisión de
ondas y el cambio de órbita son inapreciables. Para detectar el efecto se
necesitan gravedades intensas: se ha medido la disminución del radio de la órbita
de dos estrellas que giran (concretamente, del púlsar binario PSR 1913+16) a
causa de la emisión de ondas gravitatorias, y los datos concuerdan con la
predicción de Einstein.
Suspicaz
lector, la mecánica clásica, ampliada con la relatividad, explica los fenómenos
astronómicos; pero en el microcosmos, únicamente la mecánica cuántica esclarece
los sucesos. Necesitamos dos teorías distintas para comprender la naturaleza,
¡qué le vamos a hacer!
1 comentario:
Estimado amigo
Los electrones no sólo no siguen órbitas ni trayectorias en los átomos, sino que, cuando pasan de un lugar a otro, lo hacen sin pasar por el medio. ¡Sí!, tal y como te lo cuento explica la mecánica cuántica el tránsito de los electrones de un orbital a otro.
Saludos cordiales de Epi
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