La
Comisión Internacional para la Exploración Científica del Mediterráneo
contabilizó unas quinientas especies procedentes de hábitats tropicales que
están colonizando el Mare Nostrum; la sobreexplotación pesquera, la degradación
ecológica y el cambio climático son algunas de las causas por las que algas,
peces, crustáceos y moluscos exóticos invaden el Mediterráneo y amenazan las
especies autóctonas. La mayoría salieron del Mar Rojo y cruzaron el Canal de
Suez, unos pocos llegaron por Gibraltar, el estrechísimo canal de catorce
kilómetros que une el Mediterráneo con el resto de los océanos. Leía estos
datos y meditaba sobre los cambios que se producen continuamente en nuestro
planeta; uno de los más relevantes consistió en la desaparición de un mar. ¿Un
mar? ¡Ni más ni menos!
A
finales del siglo XX, los geólogos iniciaron un estudio del subsuelo del
estrecho de Gibraltar. ¿Su objetivo? La construcción del túnel que unirá África
a Europa. Sus resultados sumieron a los científicos en estupor: habían hallado
un gran canal, un surco de varios cientos de metros de profundidad, relleno de
sedimentos, en el estrecho. ¿Qué había sucedió en el pasado? ¿Quién lo había
provocado? Daniel García-Castellanos y un grupo de científicos hallaron la
respuesta. Hace unos cinco millones de años y medio un levantamiento tectónico
elevó el estrecho: el mar Mediterráneo quedó aislado de los océanos y se desecó
casi por completo; un homínido que viajara por la región apenas hallaría unos
pocos lagos salinos situados en las partes más profundas. Trescientos cincuenta
mil años después, -y como consecuencia del hundimiento tectónico de Gibraltar-,
las aguas del Atlántico volvieron circular de nuevo a través del estrecho. El
desnivel entre el océano y la cuenca seca del mar, de unos mil metros,
desencadenó la mayor inundación terrestre que se conoce. Las aguas, al penetrar
abruptamente en el Mediterráneo, erosionaron lo que ahora es el fondo marino y,
como consecuencia, formaron un canal, que atraviesa el estrecho, de magnitud
insospechada: medio kilómetro de profundidad, hasta ocho de anchura, y una
extensión aproximada de doscientos kilómetros. La inundación que llenó el
Mediterráneo fue muy corta: dos años, a un increíble ritmo de diez metros
diarios de subida del nivel del mar. Más que una enorme cascada, el descenso
del agua desde el Atlántico hasta el Mar de Alborán, debió consistir en un
gigantesco rabión –con un caudal mil veces superior al del río Amazonas-
circulando a cientos de kilómetros por hora. ¡Qué espectáculo! ¡Qué pena no
estar allí para verlo!
1 comentario:
Estimada amiga
Menciono tres animales invasores llegados desde el mar Rojo: la medusa Rhopilema nomadica, los peces Siganus y el pez globo (Lagocephalus sceleratus). Las algas Caulerpa, también foráneas, están arruinado la flora (las extensiones de Posidonia) del mar Mediterráeno.
Saludos de Epi
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