En contraste con la irrupción de los ordenadores
en nuestros hogares, el desarrollo de la robótica ha incumplido las
predicciones: los robots autónomos aún no existen; y no es el cuerpo, sino el
cerebro el que se encuentra muy por debajo de las necesidades que exige un
robot humanoide. A pesar de los inmensos éxitos conseguidos en la capacidad de
cálculo, de reconocimiento de textos o del habla, los ordenadores no pueden
competir con los humanos en funciones, como la navegación, que demandan un
reconocimiento del espacio. Y -argumentan los expertos- se debe a que nuestro
cerebro no es un ordenador de uso general, sino uno especializado en tareas que
le permitieron sobrevivir en la naturaleza.
Hans Moravec opina que, si sigue el
ritmo de avance actual, durante este siglo podrá construirse un sistema
artificial lo suficientemente complejo como para que, al programarlo, haga lo
mismo que un cerebro (el investigador sostiene la tesis de que la mente es al
cerebro lo que un programa de informática es a un ordenador). ¿Qué velocidad de
procesamiento necesitaría tal sistema artificial para comportarse como un
cerebro humano? Nuestros conocimientos de neurología nos permiten hacer una
estimación: cien billones de instrucciones por segundo, un millón de veces la
potencia de un ordenador personal normal.
Los robots actuales tienen la
inteligencia de un insecto (en el año 2005 un vehículo autónomo, sin piloto,
recorrió doscientos kilómetros del desierto de Mojave, en EEUU y regresó al
punto de partida en siete horas). Pronto aparecerán los robots de primera generación,
con la inteligencia de un lagarto, que únicamente atenderán las
contingencias previstas en sus programas, su capacidad alcanzará los cinco mil
millones de instrucciones por segundo. Los robots de la segunda generación, con
la inteligencia de un ratón y una capacidad de cien mil millones de
instrucciones por segundo, ya podrán aprender y adaptarse al medio. En una
tercera generación, los robots con la inteligencia de un mono, y una potencia
de cinco billones de instrucciones por segundo, aprenderán muy deprisa a partir
de simulaciones mentales. Los robots universales de cuarta generación capaces,
como la mente humana, de procesar cien billones de instrucciones por segundo,
estarán equipados con potentes programas de razonamiento que les permitirán poseer
capacidades de generalización y abstracción. ¡Los robots habrán alcanzado
entonces la inteligencia de los humanos! ¿Y después?
5 comentarios:
Estimado amigo
Opinas que el criterio para considerar inteligente a un ser vivo o una máquina es muy restringido, y quizá tengas razón, pero resulta que de los dos mil millones de especies de seres vivos que han existido en nuestro planeta sólo una especie fue capaz de crear la civilización; y esto es un hecho no una opinión. Sólo una especie, la nuestra, con sus tremendas miserias y grandezas creó sinfonías, visitó la Luna y entendió la teoría de la evolución. Creo que tanto para el bien como para el mal somos únicos en el sistema solar; y eso no es necesariamente una bendición, porque también nos hace responsables de lo que pueda suceder a toda la vida en el futuro de nuestro planeta. Te planteas el problema de si todos los humanos son inteligentes. Creo que la contestación es negativa. Sostengo que hay personas que son menos inteligentes que un simio: estoy hablando de gente discapacitada, sin cerebro o con el cerebro muy dañado. Pero, fíjate que a pesar de ser poco inteligentes, afirmo que son personas porque la categoría de persona la atribuimos a cualquier miembro de nuestra especie con independencia de la inteligencia que posea.
Hago una defensa a ultranza de la igualdad de derechos de todos los seres humanos, lo que no significa que defienda que todos seamos iguales, porque tanto corporalmente como mentalmente somos diferentes (y defiendo la igualdad total de derechos entre todos los miembros de la familia humana porque todas las sociedades que a lo largo de la historia se han inspirado en el estado que propuso Platón no han creado más que sufrimiento e injusticia). Y de la misma manera que existen cuerpos buenos, normales y malos sucede lo mismo con las mentes. Un apunte más referente a los niños salvajes; nada nos impide afirmar que poseen inteligencia, aunque no la hayan desarrollado.
Estimado amigo
Cuando nos preguntamos por el pensamiento o la inteligencia de las máquinas y animales entiendo que lo que realmente nos interesa saber son nuestras diferencias con ellos. He observado que la argumentación de la mayoría de las personas se fundamenta en las emociones. Reconozco que el amor, el altruismo, la generosidad o el placer son la sal de la vida, que sin ellas la vida sería muy monótona porque las emociones están muy relacionadas con el valor que asignamos a nuestra existencia; sin embargo, no creo que sean los sentimientos los que nos identifiquen como humanos. Las emociones son el software de zonas del cerebro primitivas que compartimos con otros mamíferos; mal que nos pese, no hallo diferencias entre el amor que muestran nuestros semejantes con sus hijos y el de otros animales hacia sus crías, en cuanto a la generosidad, los progenitores de muchas especies de mamíferos son capaces de arriesgar su vida por sus hijos ¿existe generosidad mayor?, y si hablamos de fidelidad ¿no es mayor el sentimiento de fidelidad de un buen perro hacia su amo que el de muchos humanos a sus amigos?
¿Pueden pensar las máquinas? La respuesta depende de lo que definamos por pensamiento. Para algunos psicólogos pensamiento es sinónimo de capacidad para resolver problemas; y ciertamente las máquinas ya han resuelto y demostrado teoremas matemáticos. Para otros, pensamiento es algo más, quizá creatividad o autoconciencia que, por ahora, no presentan las máquinas ni ningún animal distinto del Homo sapiens. Y en lo referente a las capacidades inteligentes desarrolladas por las máquinas te diré que me admira más la máquina que gana a un jugador de póker que la que gana a un jugador de ajedrez, y es así porque la segunda dispone de toda la información y la primera no. La máquina que juega al póker no sólo dispone de una información incompleta, sino que además es insegura: me parece más cercana a lo que hacemos los humanos. No me sorprende el ordenador que gana al ajedrez porque aplasta al humano con su enorme capacidad de cálculo, sí lo hace el ordenador que no se deja engañar por los faroles de su oponente humano y que sí es capaz de engañarle.
¿Enfermarán los robots? Cuando diseñemos máquinas con una inteligencia similar a la nuestra me parece lógico que presenten las mismas enfermedades mentales que nosotros. Arthur Clarke, guionista de la película 2001 Odisea en el espacio de Stanley Kubrick lo muestra de una forma genial. La psicosis que sufre el ordenador HAL cuando tiene que resolver un conflicto de intereses resulta paradigmática.
Estimado amigo
En 2009, la Asociación para el Avance de la Inteligencia Artificial organizó una conferencia en Asilomar (California). Los expertos allí reunidos discutieron la necesidad de poner límites a la investigación en robótica; están preocupados porque la pérdida de control humano sobre las máquinas. Algunas son de guerra, como los aviones autónomos –drones- que atacan y pueden matar de forma autónoma. También temen a virus informáticos resistentes al exterminio. La próxima generación de robots se dedicará a velar por los ancianos, cuidar a enfermos, entretener a los niños y ayudar en las labores domésticas; los especialistas no dudan que los robots de compañía puedan adaptarse a vivir entre personas, más bien se preguntan es si las personas pueden adaptarse a vivir con ellos.
Cordiales saludos
Epi
Estimado amigo
El relato sobre robots que más gustó es un libro de ciencia ficción escrito por Stanislaw Lem titulado Ciberíada. Me parece mejor aún que los deliciosos libros que escribió Isaac Asimov sobre el tema.
Aprovecho para recordarte que no podemos confundir ciencia con ciencia ficción, que no es más que un subgénero literario.
Saludos cordiales
Epi
Estimado amigo
1º Empleé el término enfermedades mentales refiriéndome a los robots como sinónimo de errores o mal funciona lento del software informático; de la misma manera entiendo que enfermedades orgánicas tendrían el equivalente a averías o mal funcionamiento del hardware.
2º Recuerda que Asimov necesito incluir la ley cero, como anexo a las tres leyes de la robótica. Con todo no te olvides que se trata de ciencia ficción, no ciencia.
Saludos
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