sábado, 17 de julio de 2021

Comunicación vegetal


Los científicos saben que los animales no sólo se comunican mediante sonidos y señales visuales, sino también mediante sustancias químicas que emite un individuo y captan otros; lo que ignoraban hasta finales del siglo pasado es que, en cuanto a la comunicación entre individuos, no se quedan atrás las plantas; los biólogos han observado facultades vegetales que se creían exclusivas del reino animal. 
Un fuego destruye un hermoso bosque. A continuación, hierbas anuales -que apenas existían antes del incendio- brotan profusamente de la tierra yerma durante unos cuantos años; hasta que rebrotan de nuevo los árboles y arbustos. Se trata de un fenómeno explicado. La vegetación inicial produce sustancias inhibidoras del crecimiento de otras especies de plantas; al destruir las llamas aquéllas, desaparecen los inhibidores de crecimiento, y pueden medrar éstas. El fenómeno (su nombre, alelopático, es lo de menos) es relativamente frecuente entre las plantas superiores, que excretan al suelo compuestos que inhiben la germinación de las semillas o el crecimiento de otras plantas. Cito a las salvias, amarantos, artemisias, eucaliptos y pinos:  especies productoras de compuestos que inhiben el crecimiento vegetal, como el alcanfor, pineno, eucaliptol y limoneno. 
Centenares de antílopes muertos por desnutrición en algunas reservas sudafricanas, durante el año 1984, ¿tal vez debido a la sequía?, ¿quizá un envenenamiento?, ¿acaso una enfermedad?, ¿qué ha pasado? Un zoólogo sudafricano se propuso averiguarlo. Halló que ciertos taninos, ingeridos en dosis elevadas, superiores a las habituales, resultan tóxicos para estos rumiantes. Ante el ramoneo de los kudus (así se llaman los antílopes afectados), las acacias responden aumentando la concentración de taninos en sus hojas; no sólo eso, los árboles cuyas ramas son forrajeadas emiten etileno, gas que activa la producción de taninos en las acacias vecinas. El zoólogo Wouter van Hoven no sólo había observado un mecanismo de defensa química entre las acacias, sino también un sistema de mensajería mediante el cual el vegetal advierte a sus vecinos del peligro, antes de que lleguen los herbívoros. El mismo fenómeno lo habían observado antes Jack Schultz e Ian Baldwin en la penúltima década del siglo pasado: los álamos y arces azucareros aumentan la concentración de compuestos fenólicos tóxicos si se les daña el follaje; y las plantas vecinas, en buen estado, los imitan. En conclusión, los vegetales se comunican, no sólo elaboran estrategias para derrotar a sus competidores o para defenderse de sus agresores, sino que alertan a sus vecinos en caso de peligro. 

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