sábado, 15 de agosto de 2020

Comunicación dentro de las células


La división del trabajo entre las células de un organismo exige que las células sean capaces de coordinarse; coordinación que se efectúa mediante la emisión de señales químicas. Dispersos por la superficie de las células diana, como antenas moleculares, se encuentran receptores que detectan la llegada de las moléculas mensajeras y activan una ruta de transmisión que, en última instancia, regula ciertas actividades celulares. La información fluye porque en la membrana de las células diana se alojan mecanismos que traducen las señales externas en internas, y éstas son transportadas por segundos mensajeros, cuyo número es sorprendentemente pequeño; con todo, son capaces de regular una gran variedad de procesos fisiológicos. 
Se conocen tres, de las principales vías de transmisión interna: una emplea como segundo mensajero el AMP cíclico; la otra, una combinación de segundos mensajeros: los iones calcio, el trifosfato de inositol y el diacetilglicerol; la tercera, el GTP cíclico. Las tres rutas tienen mucho en común. Se inicia el proceso cuando se activa una molécula receptora de la superficie celular, que transmite información hacia el interior de la célula por medio de proteínas G, y éstas activan una enzima que sintetiza los segundos mensajeros mencionados. También las etapas finales son similares: el segundo mensajero induce cambios en proteínas. Dos son las vías de actuación de los segundos mensajeros: en una, el segundo mensajero se une directamente a una proteína desencadenado el cambio: un ejemplo de esta vía se encuentra en el músculo esquelético, donde el calcio se une a la troponina C provocando la contracción del músculo liso. En la vía alternativa -el mecanismo más común- se actúa de forma indirecta: se activa una enzima quinasa que induce un cambio en la proteína diana. Sabemos algunas cosas más: que la ruta que activa el AMP cíclico posee proteínas G estimuladoras e inhibidoras; y también hemos averiguado que las otras dos rutas, carentes de proteínas G que reconozcan señales inhibidoras, se hayan ligadas, pues comienzan con el mismo receptor. 
El escéptico lector quizá crea que carece de importancia práctica el conocimiento de estos complicados procesos bioquímicos. Yerra. Podemos diseñar mejores fármacos si sabemos que la toxina del bacilo del cólera, que produce diarrea masiva, bloquea las proteínas G estimuladoras de la ruta del AMP cíclico. Por si fuera poco, hemos comprobado que existe una correlación entre el cáncer y los fallos en las rutas de comunicación dentro de las células. 

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