sábado, 4 de julio de 2020

Mosquitos


     Más de tres mil novecientos millones de personas corren el riesgo de contraer dengue, con una estimación de noventa y seis millones de casos anuales. El dato asusta, incluso a un ciudadano que dispone de un buen sistema sanitario. Durante el segundo decenio del siglo XXI, grandes brotes de paludismo y viriasis como el dengue, la fiebre chikungunya, la fiebre amarilla y la enfermedad por el virus de Zika han azotado diferentes poblaciones del mundo, cobrándose multitud de vidas. Todas ellas son enfermedades infecciosas que las propagan seres vivos (vectores).
     Los epidemiólogos han comprobado que muchos de los vectores que pueden transmitir las enfermedades infecciosas entre las personas, o de los animales a las personas, son insectos hematófagos; insectos que ingieren los microorganismos patógenos (sean virus, bacterias o parásitos) junto con la sangre de un portador infectado y que, posteriormente, los inoculan a un individuo sano, al ingerir su sangre. Tengo inquina especial a unos vectores concretos: se trata de los mosquitos de los géneros Aedes, Anopheles y Culex, pertenecientes al grupo de los culícidos. Las hembras de estos insectos se alimentan de la sangre de los animales que pican (e infectan), no así los machos que se nutren del néctar y los jugos de frutas. La lista siguiente espero que justifique las causas de mi aversión: los Aedes transmiten la fiebre amarilla, el dengue, la fiebre del Zika, la fiebre chikungunya y la filariasis linfática (llamada habitualmente elefantiasis y producida por gusanos nematodos); los Anopheles transmiten el paludismo y la filariasis linfática; y los Culex transmiten diversas encefalitis y la filariasis linfática. Unos cuantos datos más añaden argumentos para justificar mi aversión. En todo el mundo se registran cada año (en el segundo decenio del siglo XXI) más de setecientas mil defunciones como consecuencia de enfermedades transmitidas por vectores, aproximadamente una de cada seis enfermedades infecciosas. ¿Las principales? El dengue, la esquistosomiasis, la filariasis linfática, la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo, la fiebre amarilla, la tripanosomiasis americana, el paludismo y la tripanosomiasis africana (enfermedad del sueño). Concluiré mi sesgada disertación alegando que todas ellas son enfermedades que dificultan el desarrollo económico de un país, no sólo por los gastos sanitarios directos que ocasionan, sino también por los gastos indirectos, como la baja productividad y la disminución del turismo; por si fuera poco, la mayoría afecta a las poblaciones más pobres, que viven en las zonas tropicales y subtropicales.

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