sábado, 15 de febrero de 2020

Micosis de anfibios



     Debatía, con un grupo de amigos, sobre el nombre que designa a los zoólogos que estudian los distintos grupos de animales vertebrados, las aves, los peces, reptiles, mamíferos y anfibios; pronto identificamos los tres primeros, ornitólogos, ictiólogos y herpetólogos, respectivamente; pero debimos recurrir al omnipotente buscador de internet, para descubrir los dos siguientes: mastozoólogos se nombran quienes observan los leones, monos y vacas, en cambio los especialistas en ranas, sapos y salamandras resulta que se llaman igual que los expertos en serpientes. Una vez que llegamos al variado reino animal uno de nosotros, zoólogo de profesión, comentó que un equipo de científicos, encabezado por Ben Scheele, ha demostrado (Science 2019) que una panzootia fúngica está causando una pérdida catastrófica de la biodiversidad de los anfibios.
     El comercio antrópico de animales ha derribado las barreras geográficas, facilitando la propagación de enfermedades que amenazan la biodiversidad de la Tierra. Cierto, virulentas enfermedades de la fauna contribuyen a la sexta extinción biológica masiva de nuestro planeta; una de ellas, la quitridiomicosis causada por dos especies del hongo asiático Batrachochytrium (descubiertas en los años 1998 y 2013), ha causado la muerte masiva de los anfibios en todo el mundo. Si bien los efectos de la micosis han sido mayores en las especies grandes y en los climas húmedos de América y Australia, la mortalidad en masa afecta a los anfibios de los cinco continentes; animales que han habitado el planeta desde hace centenares de millones de años y convivieron con los dinosaurios se encuentran en situación desesperada, pues se enfrentan a una enfermedad infecciosa que los está esquilmando a una velocidad inusitada. Los investigadores han demostrado que, al menos, quinientas una especies de anfibios han disminuido durante el último medio siglo, incluidas noventa extinciones; por si fuera poco, los zoólogos alegan que sólo el doce por ciento muestran signos de recuperación y que existe el riesgo de nuevos brotes en otras áreas. Las cifras son extremadamente elevadas, ya que ninguna otra clase del reino animal afronta un declive semejante: la quitridiomicosis representa la mayor pérdida registrada de biodiversidad atribuible a una enfermedad. ¡Nada menos!
     Ante tal panorama, a nadie extrañará que biólogos de todo el orbe intenten completar los conocimientos que tienen sobre la epidemiología de la enfermedad y busquen soluciones a un problema que afecta a toda la biodiversidad del planeta.

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